Opinión

Balance del cine peruano 2023: año de incertidumbre

Por Mónica Delgado

Crítica de cine y docente

Balance del cine peruano 2023: año de incertidumbreFoto: Festival Internacional de Cine Mar de Plata

Durante el 2023, el cine peruano estuvo marcado por un sorpresivo interés de parte de un grupo de congresistas de derecha en la modificación de su actual ley, regida por un decreto de urgencia dado en el gobierno de Martín Vizcarra en 2019. Estos proyectos de ley, sobre todo el presentado por la congresista Adriana Tudela de Avanza País, proponen cambios estructurales en el financiamiento por parte del estado a proyectos ganadores de estímulos, modo que ha sostenido la producción del cine nacional desde hace más de diez años. También el 2023 estuvo influido por el espíritu de un blockbuster rodado en Perú, lo que propició una serie de estrategias millonarias de promoción turística financiadas por el actual gobierno y también la discusión sobre la función del cine en un país como el nuestro. Es un síntoma de estos tiempos que los temas políticos -pocos comprensivos de la situación mundial del sector audiovisual- marquen la agenda de la situación actual del cine en el Perú. Para un sector de los políticos y gestores, el cine debe ser una mercancía, o un vehículo para la publicidad turística. Y a diferencia de años anteriores, el 2023 fue un año en el que se habló poco de las películas en sí, de sus valores expresivos, de su novedad, salvo el éxito de un film cusqueño en un festival de clase A en Argentina. Fue un año donde se dio paso a la incertidumbre.

La amenaza de la ley Tudela

En los últimos días de diciembre, el gobierno de Javier Milei anunció medidas que afectan al desarrollo del cine argentino, sobre todo al cine más independiente, aquel que nutre festivales y circuitos alternativos, al reformular dramáticamente las políticas para el circuito de formación, producción, distribución y exhibición. Por ejemplo, la escuela de cine pública, la ENERC, prácticamente ha sido condenada a la desaparición, así como la pérdida de legitimidad de una entidad como el INCAA, que gestiona la política del cine en ese país. Es un pésimo antecedente para Latinoamérica, más aún cuando un punto sobre cine de esta ‘ley ómnibus’, se asemeja a lo propuesto en el proyecto de la congresista Tudela, la ‘ley Paddington’. La similitud consiste en que el estado solo financiaría el 50% del presupuesto de los proyectos ganadores de estímulos, ya que estos deben demostrar para postular que cuentan con el otro 50% de financiamiento garantizado; la medida favorece a empresas estables que pueden obtener ese 50% de capital privado nacional o extranjero. En la actualidad, los estímulos concursables del Ministerio de Cultura pueden financiar la realización de producciones incluso en un 100%, como fue el caso de Wiñaypacha de Oscar Catacora, Rosa Chumbe de Jonatan Relayze o Manco Cápac de Henry Vallejo.

El proyecto de Tudela aún sigue en discusión, y es probable que en este 2024 el debate para su aprobación se reactive. Ya en un texto anterior publicado en NoticiasSER mencionamos lo peligroso que sería su aprobación, en cuanto significaría la muerte del cine peruano y se pasaría a priorizar el impulso a inversiones y subvenciones de rodajes de empresas extranjeras.

La soñada film commission

El estreno del blockbuster Transformers: el despertar de las bestias, rodado en Cusco y San Martín, puso sobre el tapete mediático la necesidad de promover desde el estado producciones similares de Hollywood. El film se convirtió en una vitrina de los lugares más turísticos del país, como Machu Picchu y Sacsayhuamán, e incluso se convirtió en objeto de estrategias de difusión millonarias, financiadas por Perú, en España, México y EE.UU. A partir de los problemas que surgieron en el rodaje de este film de Paramount Pictures en 2021, debido a la escasez de normatividad para la flexibilidad aduanera, tributaria y de permisos para filmaciones o grabaciones en lugares arqueológicos, aspecto que complica que otras productoras grandes vengan a Perú a grabar, se crea una mesa ejecutiva desde el Ministerio de Economía y Finanzas. Esta mesa cuenta con participación de Promperú, el Ministerio de Cultura, Ministerio del Interior, Ministerio de Transportes y Comunicaciones, gremios del sector, entre otros, con el fin de generar una agilización normativa y con miras a la formalización de una Film Commission, que en la actualidad no existe. Las acciones de esta mesa capitalizaron también la atención del curso de la política pública, como si la única cuestión a resolver por las entidades rectoras fuera cómo atraer capitales extranjeros con fines turísticos o para reactivar nuestra alicaída economía. No solo congresistas marcaron la agenda del cine y audiovisual con sus proyectos de ley que buscan crear incentivos para producciones internacionales, sino también el mismo MEF, que se vuelve ciego, sordo y mudo cuando se trata de responder solicitudes presupuestales en torno a la mejora de la gestión del audiovisual o la creación de una cinemateca nacional.

Inacción del Ministerio de Cultura

Durante este 2023, la labor de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO) ha funcionado en piloto automático, reducida a la administración del presupuesto anual para los estímulos. Es más, se ha vuelto en una entidad despersonalizada, burocrática, sin presencia institucional, y que solo se dedica a afianzar su rol de caja o ventanilla de proyectos. No se ha retomado, o al menos difundido acciones, en torno a la creación de la cinemateca peruana, ni se ha aportado a la mejora del desarrollo de los concursos ni a la elección de jurados. Es más, el debate en torno al proyecto Tudela se dio, sobre todo, entre los gremios y la opinión pública en contra de los actuales incentivos. Llamó la atención la casi nula defensa del Ministerio de Cultura ante el proyecto de Avanza País, siendo un ente que promovió el actual decreto de urgencia que rige al cine peruano.

El auge del cine comercial

Aunque la pandemia hizo que las cifras en la taquilla descendiesen, fue un año atractivo para aquellas productoras que realizan obras comerciales y para el público que las consume. La comedia es un género exitoso y es uno de los preferidos de los peruanos, seguido de la aventura, la acción y el fantástico. Una película realizada por Ani Alva Helfer, Soltera, casada, viuda, divorciada, logró más de un millón de espectadores, convirtiéndose en la primera película dirigida por una mujer en lograr una cifra tan alta. La fórmula de esta película es conocida, incluso hubo varios films de tónica similar en streaming, pero parece que al público le interesa que esas historias manidas tengan un sello local, con humor con referente conocido, reparto con actrices famosas, locaciones que afirman identidad, y, en este caso, también un elemento de nostalgia con la presencia del actor Diego Bertie, en una performance póstuma. ¡Asu mare! Los amigos, dirigida por Carlos Alcántara, también logró una cifra alta de más de 700 mil espectadores, aunque como comedia no funciona. Una excepción fue el estreno de El caso Monroy de Josué Méndez, una comedia efectiva que mostró la destreza del cineasta tras el fiasco de Dioses, su anterior largo.

Las mejores películas

El 2023 siguió siendo un año de discretos logros del cine en general, y el cine independiente, el que suele ser despreciado por las grandes carteleras, fue el que trajo gratificaciones en un plano artístico y cultural. La elección de Kinra, ópera prima del cineasta cusqueño Marco Panatonic como la mejor película de la competencia internacional del Festival de Mar del Plata, fue sin duda el acontecimiento más importante del año, sobre todo debido a que la presencia del cine peruano en festivales grandes ha ido descendiendo en los últimos años. El premio a La teta asustada en 2012, en el Festival de Berlín, luce ya muy lejano. El premio a Kinra sitúa al cine peruano dentro de la expectativa de programadores y críticos internacionales también. Se espera su estreno para este año. Por otro lado, ficciones con toques documentales como Cielo Abierto de Felipe Esparza también fueron evidencia de la inventiva y riesgo en el modo de abordar historias sutiles de trasfondo político, en este caso de índole decolonial. A partir del seguimiento a un par de personajes en torno a una cantera de sillar, el cineasta explora un encuentro de dos memorias en tensión. También Diógenes de Leonardo Barbuy fue un gran estreno cultural de este 2023, una obra con un trabajo en blanco y negro notable, sobre un tópico poco tratado en el cine peruano: el autoexilio por desprecio de personas víctimas durante el conflicto armado interno. Explora la tragedia de un hombre y su familia que viven aislados de la comunidad, en una puesta en escena con sello propio. En una veta opuesta, Aula 8, documental breve de Héctor Gálvez, es un retrato austero, pero no por ello menos conmovedor, de un docente de secundaria que trabaja desde su casa en pandemia. Es un homenaje a tiempos de pequeñas resistencias en aislamiento, y una obra sobre la capacidad de adaptación y la resiliencia.