Abimael Guzmán, uno que no valía nada
Sociólogo
Abimael Guzmán ha muerto a los 86 años. Hace 51 años, en 1970, cuando tenía solo 35, decidió tener su propio partido y dedicó los siguientes ocho años a forjarlo con base en un dogma mitad maoísta y mitad mariateguista. En 1978, a sus 43 años, vio que otras organizaciones marxistas habían crecido liderando grandes paros nacionales o participando en elecciones. Entonces buscó sobrepasarlas lanzándose por el extremo más radical, el de la lucha armada. En 1980, a sus 45 años, Guzmán dio inicio a la guerra senderista, que duraría algo más de 12 años.
Un profeta del terror
Pero, como bien sabemos, no fue cualquier opción armada la que cultivó Guzman en Sendero Luminoso. Era una que iba a apelar a todos los recursos para ganar posiciones, incluido el terror. Y no solo contra las fuerzas policiales o militares, sino contra toda otra corriente política, organización social o persona que no se sometiera a sus grupos armados.
Bajo su mando absoluto e incuestionable, Sendero se declararía enemigo implacable de todo lo que estuviera a su derecha, a su izquierda o se le cruzara en su camino así no fuera ni lo uno ni lo otro. Y sobre ellos aplicaría el alto nivel de violencia que fuera necesario para barrer a sus adversarios y para aterrorizar a los espectadores. Solamente tendrían clemencia para quienes se les sometieran por completo.
Para convertir a sus seguidores en una máquina que actuara sin vacilaciones ni contemplaciones decidió convencerlos de que sus vidas solo valían al servicio del Partido, que en este se condensaba todo el desarrollo previo de la humanidad y de la naturaleza, que el triunfo era ineluctable y que el derramamiento de sangre no solo era inevitable sino deseable y que resistirse a ello no solo era de miserables sino en vano. Para asegurar su persuasión, Guzmán mismo decidió convertirse en el más desaforado, elocuente y desquiciado profeta de la muerte que se haya conocido en el Perú y buena parte del mundo.
Pensamiento Gonzalo
“El silencio puede venir para las personas pero no para la clase. La clase engendra al Partido. El Partido se levantó y comenzó a andar, es hijo de la tormenta ….el Partido triunfará necesariamente …uno no vale nada, si algo hemos de ser será como parte de la masa”
“Dicen que esta parte del cosmos se estructuró como Tierra quince mil millones de años para generar el comunismo. ¿Cuánto dura un hombre? …burbujas ensoberbecidas ¿eso queremos ser? ¿una parte infinitesimal que quiere levantarse contra quince mil millones de años?”
“Que las acciones armadas confirmen nuestra prédica. Que nuestra sangre se junte con la sangre de los que tienen que verterla. No tenemos derecho a que esa sangre tirite sola, que su frío se acune con la tibieza de la nuestra. O no somos lo que somos …mañana la materia nos recogerá en su bélica paz, allí es donde podremos descansar definitivamente…Esa es nuestra voz de orden, que las acciones hablen”
“Vamos a generalizar los grupos. Vamos a actuar en boicots, cosechas, invasiones, sabotajes, terrorismo y principalmente en acciones guerrilleras de esas ardientes semillas brotarán ardientes girasoles”
“Somos sangres poderosas y palpitantes; tomemos ese hierro y acero indoblegable que es la clase y agreguémosle la luz inmarcesible del marxismo leninismo pensamiento Mao Tse Tung. Entusiasmo es participar de la fuerza de los dioses; por eso rebosamos entusiasmo, pues participamos de las divinidades del mundo actual: la masa, la clase, el marxismo, la revolución”.
“Hemos aprendido a manejar la historia, las leyes, las contradicciones. Esta en nuestras manos resolver todo plasmándolo en hechos bélicos... la revolución es todopoderosa, y la revolución armada más, porque se sustenta en las masas, que es la fuerza de la tierra porque la dirige el Partido que es la luz del universo”
“La hora llegó, no hay nada que discutir … es el momento de la ruptura ..la haremos en el fragor de las acciones bélicas, ..la única forma de hacerlo”.
Todos estos son extractos de discursos de Abimael Guzman en eventos de la cúpula senderista entre 1979 y abril de 1980, un mes antes de la primera acción armada contra un local de votación en el distrito de Chuschi, en la provincia ayacuchana de Cangallo. En esos discursos, con más claridad que en sus textos, se ve el mensaje que insertaba en las mentes de sus seguidores y que se ha dado en llamar Pensamiento Gonzalo.
Una organización fundamentalmente terrorista
El de Chuschi fue una acción de boicot a las elecciones presidenciales de 1980, ganadas finalmente por Fernando Belaúnde Terry. En los meses siguientes hubo otras acciones senderistas que pueden ser consideradas sabotajes o asaltos a entidades públicas o privadas. Pero muy rápidamente, entre julio y octubre de 1980, dinamitan un local de Acción Popular en Pasco y secuestran y asesinan a un funcionario de la Mina Caudalosa, en Castrovirreyna, Huancavelica. En diciembre de ese mismo año de 1980, asaltan el fundo San Agustín de Ayzarca, en Cangallo, y asesinan a su dueño. En enero de 1981, dinamitan la casa de Jaime Ardiles, alcalde de Puno por Izquierda Unida.
Todas esas son acciones de tipo terrorista. Luego ocurrirán más y más acciones de ese tipo hasta convertirse en la que más víctimas produce dentro del actuar senderista. Hay que recordarlo porque ilustran que esta ha sido una organización fundamentalmente terrorista a lo largo de su accionar armado. Es decir, una cuyas víctimas predilectas eran civiles desarmados. De ninguna manera ha sido una organización guerrillera o partisana que solo ocasionalmente cometía actos de terror.
Perdiste Gonzalo
En 1992, a sus 57 años, después de 22 años de haber dirigido a Sendero Luminoso y de 12 años de haberlo conducido en su insurgencia armada, Abimael fue capturado y recluido en cárceles manejadas por la Marina de Guerra. Antes de su captura, desde 1989 aproximadamente, Sendero ya venia siendo debilitado por nuevas estrategias militares y policiales. Con su arresto y de la mayor parte de los dirigentes senderistas se consumó la derrota definitiva de “los 15 mil millones de años de desarrollo de la materia”.
Este desenlace vino a dar la razón a los antiguos clásicos marxistas respecto a la inviabilidad del terrorismo como vía revolucionaria. El desprecio y el abandono de la lucha política por las corrientes terroristas, y la prioridad que le dan a la acción militar, sostenían esos clásicos, terminaban dándole un rol determinante a la capacidad técnica y de movilización de recursos de las fuerzas del Estado y no a la capacidad de movilización de masas, que solo puede conseguirse con la actividad propiamente política y programática.
En el fondo, esta es la razón por la que el exaltado profeta de la muerte que logró hipnotizar a sus seguidores al punto de llevarlos a cometer violencias execrables y a sacrificarse ellos mismos, no pudo cumplir con su promesa de alcanzar la tierra prometida, esa sociedad de la perfecta armonía que sería el comunismo. El mismo ha muerto solo, anciano, enfermo y encarcelado. En su encierro, cuantas veces se habrá dicho ante el espejo esa frase del Pensamiento Gonzalo: Uno no vale nada.