Antauro Humala: ¿nueva esperanza del puneño olvidado?
En medio de una campaña electoral que debería haber servido para darnos nuevas soluciones (y no solo nuevas autoridades) a esa gran mayoría de peruanos que aún se sienten postergados por el olvido y el poco interés del Estado peruano en atender los problemas que los aquejan día con día, apareció en las plazas un caudillo, que desde las sombras de la prisión siempre intentó tener un papel influyente en nuestra política.
Antauro Humala se lanza ahora como un político, que busca no solo aprovechar la desdicha de miles de campesinos y personas de regiones del sur del país, que se sienten traicionados y desatendidos por el actual gobierno, al cual brindaron su confianza contundentemente, sino también la de un sector de peruanos cuya calidad de vida empeoró con la pandemia y la crisis que vivimos.
Un “renacido” Antauro Humala se constituye fuertemente como un personaje político apoyado no solo por sus miles de fieles etnocaceristas, que han estado en constante actividad política los últimos años, sino que busca captar nuevos adeptos valiéndose ahora de la esperanza de la gente olvidada y aquellos que ven en un futuro “nuevo presidente” una vía de cambio y mejora para la realidad en la que vivimos, a pesar que en otras ocasiones han sido usados y captados a través de vías populistas por candidatos disfrazados que alimentaban su esperanza.
El peruano de regiones como Puno constituye una presa fácil para captar y usar a favor. En una región donde predomina la ideología izquierdista muchas veces alimentada por el olvido, la desatención y la clara diferenciación con otras regiones de nuestro país. Los puneños buscan alguien en quien creer, alguien que no solo pueda unificarlos bajo una misma fuerza, sino alguien en quien puedan “confiar” para realizar toda esa “revolución y cambio” que ellos creen necesaria para revertir la realidad que viven día con día.
El puneño es un peruano rebelde por naturaleza, uno que ve claras las distancias entre las regiones y el centralismo limeño que percibe el olvido que lleva a la falta de desarrollo y que no contribuye a la mejora en la calidad de vida, que sufre la falta de educación de calidad y ahora el sentimiento de traición y desatención de un presidente izquierdista como Pedro Castillo. Ese puneño olvidado es el que espera que un caudillo de discurso radical tenga la fuerza suficiente para encontrar la solución a sus problemas.
Una luz en la cual creer, de la cual ya se han nutrido antes excandidatos como Ollanta Humala, Alejandro Toledo y el ahora presidente Pedro Castillo, pero que con sus acciones no solo crearon brechas sociales e ideológicas más grandes, sino que también provocaron que ese resentimiento y rebeldía sea aún mayor. Esa falsa esperanza hace que respalden a un político radical, como antes lo hicieron con otros líderes en jornadas electorales pasadas.