Opinión

Antígonas y Adrenalina: una breve (y bien atrevida) reseña de "Antígonas y sus muertos"

Por Ana María Vidal

Abogada

Antígonas y Adrenalina: una breve (y bien atrevida) reseña de "Antígonas y sus muertos"

ELSA MARGARITA SIRA

Marx aromaba en sus carteras como retamas frescas

qué bellas están ahora calladas y marchitas

La obra empieza con las hermanas Antígona e Ismene en medio de la Plaza San Martín, acaba de terminar el conflicto y la represión. Ambas comparten el mandato del rey de Lima, Creonte, mandato cruel que las lacera: la prohibición de enterrar a sus muertos. Celebran victorias escondiendo muertos. Antígona cuestiona el mandato a viva voz. Ismene le pide prudencia, el miedo la sobrepasa. Pese al ruego desesperado de su hermana, Antígona decide incumplir las órdenes. Va al río Rímac y, con sus propias manos, entierra a su hermano muerto.

Antígona sabe que las consecuencias de sus actos acarrearán su muerte. La ciudad empieza a rugir. La valentía de Antígona ha golpeado sus estructuras. Creonte obseso de poder y cobardía ordena encerrarla con comida hasta que muera. Quiere cumplir con su amenaza, pero le da pavor que la ciudad entera lo señale como el responsable.

Margarita Elsa Sira se perdían en la avenida Venezuela

y colocaban carteles en la noche sobre paredes musgosas.

De día interrumpían las clases de metafísica con rabia

y aplaudían esos cabellos sudorosos y negros sobre

la espalda.

Carmen Ollé escribió la inmortal "Noches de Adrenalina" en 1981 cuando aún no sabíamos la desgracia que nos tocaría vivir, el conflicto armado interno más sangriento y despiadado de nuestra historia. Más de 40 años después, Elsa Margarita Sira, no son solo las estudiantes militantes que deambulan por las sórdidas calles limeñas con carteles que exigían un cambio social (cambió que nunca llegó), son ahora Antígona e Ismene, son también el coro griego de "Antígonas y sus muertos" que nos taladra el cerebro recordándonos que las muertes, las matanzas, la represión y el hartazgo continúan. Nunca se fueron. Son esas mujeres que irrumpen desde un espacio íntimo que se vuelve público, en las desgastadas casas, en aulas universitarias atiborradas de desesperanza, en las calles hediondas junto al Congreso.

Despierto y me levanto de un catre viejo

estoy inclinada en el WC, el culo suspendido

he venido del brazo de mi compañero de clase por un solo

motivo

buscando a Sira a Elsa a Margarita

Las cuatro mujeres de esta obra son soberbias. Antígona gritándonos a viva voz: Limeños Antígona enterró a sus muertos, te escarapela la piel, el cuerpo entero. Quieres gritar y no puedes (me tuve que repetir yo misma: estás en una obra de teatro, no puedes hacerlo). Ismene aterida de miedo y de dolor al saber que matarán a la única hermana que le queda viva se desgarra para también cumplir su condena. El coro recordándote en todo momento que las desgracias no cesan y nunca cesarán. Lima es como yo una utopía de Mujer

Elsa Sira Margarita las amo porque nadie sabe qué camino

han tomado sus frustraciones

estoy callada pero no ausente

Han pasado más de 2,400 años desde que se estrenó esta tragedia griega escrita por Sófocles, así que no espoileo si digo que, en esta adaptación limeña con homenajes a la música criolla, a Adán y a Heraud, toda la familia de Creonte, el rey de Lima, también muere. Pero la muerte no es el designio final ni del autócrata ni de la ciudad, es la memoria la tabla de salvación la que nos dará la posibilidad de reinventarnos. Dios ¿por qué me diste útero y memoria? he parido infinitas Limas.

La obra solo va hasta el 9 de diciembre en el teatro de la Universidad de Lima, y aunque si bien por ratos hubo partes que a mi parecer pudieron haberse cortado, debe ser generacional, porque para mi hija no sobró ningún detalle, cada uno de los diálogos y los monólogos en clave de hip hop fueron perfectos. Ah, y demás está decir que, a estas alturas, David Carrillo ya es uno de nuestros primeros actores en el teatro peruano.

Por último, perdonen el atrevimiento (hasta soberbia diría yo), ya que sin ser crítica ni académica literaria, ni nada que se le asome, he osado a citar e hilvanar esta reseña con los versos de una de nuestras mejores escritoras peruanas actuales, Ollé. Tenía que hacerlo, cada frase del coro, cada grito final de Antígona me estalló como me ha estallado siempre ese verso de búsqueda: Elsa Margarita Sira.

Lima, 26 de noviembre de 2023