¿Apunta el general Williams a la presidencia de la República?
Sociólogo
Antes de José Williams, el último general en retiro que fue presidente en el Congreso, en ese caso del Senado, fue Ernesto Montagne Markholz, en 1939. Este, un militar con mucha afición política, fue senador dos veces, y en 1950 intentó ser candidato a la presidencia enfrentando a Manuel Odría en unas elecciones “truchas” en las que ni siquiera le permitieron inscribirse. 72 años después, el general que ahora es presidente del Congreso ¿también tiene en la mira la banda de primer mandatario? Todo indica que sí.
Maneras diferentes, mismo objetivo
Algunos podrían pensar de que no. Y pensarían que no debido a la notable diferencia de estilo con la mayoría de los otros congresistas del bloque derechista. Esa mayoría es confrontacional y estridente, incluso burda e insultante en algunos casos. Williams, en cambio, es algo parco, discreto y parece reflexivo y de trato formal y respetuoso inclusive con los colegas que discrepen con él. De hecho, esta son las maneras que está mostrando en sus primeras actuaciones como presidente del Congreso. Si se comparan las intervenciones de Williams con las de sus colegas y aliados de mayor figuración, ya sean militares como él, como Chiabra, Cueto y Montoya, o civiles, como Moyano, Patricia Juarez, Patricia Chirinos, Muñante, Guerra García, y ahora último la ex fiscal Echaíz, todos estos parecen de otro bloque.
Lo más probable es que estas diferencias tengan que ver con una concepción distinta sobre cómo hacer las cosas pero no sobre el objetivo de las mismas. Como se sabe, Williams pertenece a una de las bancadas que quiere sacar a Pedro Castillo de la presidencia de la República aun desde antes que juramente como tal. Ha votado con ellas en los dos intentos de vacarlo. Está entre los congresistas que también quieren retirar de su cargo a la vicepresidenta Dina Boluarte. Comparte también la idea de que la banda presidencial debe ir a parar a manos de quien presida el Congreso en ese momento.
Pero, a diferencia de su antecesora Lady Camones, el no firmó el compromiso de dimitir de su nuevo cargo apenas Castillo y Boluarte sean destituidos, para permitir una nueva elección ad hoc de la que salga el presidente del congreso que se haga cargo de la presidencia de la república hasta 2026. Williams, por el contrario señaló que él asumiría la presidencia del Congreso con todo lo que venga con ella. En la entrelinea aparece claramente la presidencia de la República.
Otra misión para el general héroe
A lo largo de su trayectoria, Williams se ha construido una imagen de mucho prestigio militar, que va desde su participación en las acciones antisubversivas en las zonas de emergencia, pasando por la guerra del Cenepa hasta su participación como jefe del operativo de rescate de los rehenes tomados por el MRTA en la residencia del embajador de Japón. Por esta última misión, él y los integrantes del comando Chavín de Huántar, recibieron el reconocimiento como héroes de la patria.
Por otro lado, Williams está en un ambiente político que todos los días habla de la cercana caída de Pedro Castillo y de la necesidad de que su reemplazante provenga del Congreso. Y en este Congreso, a diferencia del general, la gran mayoría de sus colegas tienen muy poco que lucir. En estas circunstancias es difícil que no se sintiera tocado por el destino para asumir una nueva “misión salvadora”, convirtiéndose en presidente para rescatar al país de las tropelías de “ineptos y marxistas”, como el los llamaba cuando era candidato.
Sin embargo, no todo es elogiable en la vida de Williams. Hildebrandt en sus 13 ha recordado cosas no muy cómodas para él. En el proceso judicial que vio el caso de la masacre de Accomarca en 1985, no quedó del todo aclarado si el entonces Coronel Williams no encubrió a los ejecutores directos del crimen colectivo. En el proceso que vio el caso del rescate de los rehenes tomados por el MRTA, tampoco quedó aclarado si el no encubrió a los que mataron a un emerrentista ya rendido en la residencia del embajador japonés. Más recientemente está su probable participación en un proyecto de ley que lo beneficia económicamente. Ese proyecto permite que los militares puedan recibir un sueldo adicional al de su pensión de retiro, pero mantiene discriminatoriamente la clásica restricción que tienen el resto de jubilados.
Suele ocurrir, sin embargo, que cuando alguien busca mesiánicamente el papel de “salvador de una nación”, difícilmente será contenido por los defectos de su historia personal. Más peso tiene su propia ambición y las voces animosas de sus grupos de referencia más apreciados.
Los aliados poco virtuosos del general
En el caso de Williams, entre esos grupos de referencia posiblemente estén las facciones partidarias que, como el fujimorismo, votaron para que sea presidente del Congreso. Pero los que seguro escucha más son otros dos: primero sus camaradas de armas, aquellos que lo acompañaron mientras sirvió como militar y que, como él, en los años 90 absorbieron el clima de ideas y emociones del Perú fujimorizado. Y segundo, los financistas de su campaña al Congreso, sobre los cuales aún no informa a la ONPE. Quizás sea con estos grupos con los que él espera gobernar.
Mientras tanto, los aliados del general comienzan a allanarle el camino a Palacio. En el Congreso, la subcomisión de acusaciones constitucionales liderada, como no, por fujimoristas, se dispone a ver pronto la acusación que busca inhabilitar y destituir a Dina Boluarte. Obtenido eso, irán por Castillo.
Ahora bien, no sería raro que los aliados de José Williams vuelvan a cometer las torpezas que todo este tiempo le dieron a Pedro Castillo más tiempo en el cargo, pese a que nunca ha dejado de obsequiarles argumentos para que lo saquen. Siendo este el país de lo real maravilloso, bien puede pasar que el general concrete sus sueños presidenciales, o que, al igual que Ernesto Montagne hace 72 años no los puede hacer realidad.