Opinión

Buscando la unidad para el bienestar de todos

Por Carlos Flores Lizana

Antropólogo y Profesor

Buscando la unidad para el bienestar de todosLuisenrrique Becerra

En estos días previos a las elecciones generales, los candidatos están abocados a conseguir que los indecisos terminen de escogerlos a ellos que se presentan como la mejor opción.

Me llama la atención que todos ellos se han dedicado a mostrar sus planes de gobierno y como el pueblo dice a “prometer de todo” a un país desconcertado y golpeado por la pandemia y la crisis económica que ha puesto a millones de peruanos en peores condiciones de las que ya tenían. Otro aspecto que llama la atención es el constante ataque a sus contendores tratando de desanimar a los electores que pudieran darles la preferencia. En los debates que hemos visto hay temas que no se han tocado mucho como el transporte público, la política lingüística respecto a las lenguas originarias, el cambio de patrón energético en el que estamos a nivel global, el tema alimentario, la crisis del agua y la depredación de nuestros recursos genéticos, mientras que en otros como el empleo y la crisis económica hay propuestas poco claras.

¿Me pregunto si no hay temas en que debíamos tener unidad y capacidad de diálogo entre los candidatos y las fuerzas sociales que representan? Personalmente todos los partidos debían pensar en lo que nos une y no lo que nos separa. Hay cuatro cosas fundamentales que me parecen claves: los jóvenes, las mujeres, los pobres y la educación. Tenemos que pensar que tenemos millones de niños y jóvenes que sueñan con un país mejor, los adultos ya tuvimos nuestro tiempo y nuestras posibilidades, el presente y el futuro es de ellos. Los padres que amamos a nuestros hijos deseamos lo mejor para ellos y nos esforzamos para darles las mejores oportunidades. Estos sentimientos deben volverse colectivos para que sintamos y pensemos en ellos en todas nuestras decisiones. Los que gobiernen, desde la presidencia y el Congreso, tienen que saber que entran para servir precisamente a nuestros niños y jóvenes, que son la mayoría de nuestra población.

El segundo criterio de unidad debe ser pensar en las mujeres que desde niñas son discriminadas y excluidas de muchas posibilidades de desarrollo y una vida feliz. El machismo y las desigualdades económicas y sociales son muy destructivas de sus vidas y sueños. Las cifras de violencia y feminicidios son una verdadera vergüenza para un país que se llama democrático y de raíces cristianas. Todos los partidos y organizaciones sociales deberían unirse precisamente para desarrollar condiciones y leyes que protejan y ayuden a desarrollar todas las potencialidades de las mujeres. El avance de ellas en muchos terrenos vale muchísimo y se merecen realmente seguir en ese camino. Por eso todos las fuerzas políticas, sociales, espirituales y económicas tienen que unirse para que ellas desde pequeñas sean respetadas, valoradas y desarrollen todos sus talentos. Los debates sobre el enfoque de género, los feminismos y machismos de todo tipo tienen que promoverse para lograr consensos reales y positivos en un país con tanta diversidad. Mientras las mujeres sigan como están ahora no podremos mirar el futuro con esperanza. Si queremos mejores madres, esposas, trabajadoras y ciudadanas ese es el camino que recorrer para que la sociedad mejore a todo nivel.

El tercer acuerdo es cuidar de los pobres de nuestro país, es tremendamente injusto que vivan como lo hacen sin servicios básicos, sin tierra para cultivar, sin trabajo ni derechos laborales reales, sin ser escuchados porque hablan lenguas originarias poco valoradas y reconocidas. Esos pobres ya están ubicados social y territorialmente, no es cuestión de conocimiento sino de voluntad para que no reciban limosnas sino educación y empleo. Muchos líderes políticos y económicos solo los miran como mano de obra barata, como recursos y no como seres humanos, o peor aún, como objetos de beneficencia, clientes para captar a la hora de votar sin ningún respeto por sus personas y organizaciones. Las injusticias de todo tipo que se cometen contra ellos no podemos seguir tolerándolas. Por ellos como personas, por su vida, la lucha contra la corrupción es tan importante porque sus efectos golpean directamente a los recursos del estado que debían dedicarse a lo que ellos necesitan.

Finalmente está la educación como condición necesaria para salir de la ignorancia y las malas condiciones para el desarrollo. Si todos nos decidimos por la educación nuestros hijos mirarán el futuro con confianza, no serán explotados ni engañados por ningún farsante de derecha o izquierda, fanático o mediocre. La falta de educación hace que haya incapacidad de escucharnos y admitirnos en nuestras diferencias, nos hace fanáticos políticos o religiosos, nos quita la dignidad y nos hace presa fácil del arribismo que tanto daño hace a una sociedad. Educación que prepare para el trabajo, desarrolle la vocación y los talentos de las personas, modere y potencie la pasión para la alcanzar la felicidad y la dicha personal como comunitaria. Ese tipo de educación abre la mente, te hace tolerante, solidario, compasivo, responsable en tus obligaciones, positivo. Es el mejor antídoto para todos los tipos de fanatismo y discriminación. Cuanto más educado eres, en este sentido que estamos diciendo, el ser humano se entiende a sí mismo, se valora equilibradamente, desarrolla un sano narcisismo, reconoce su identidad cultural e histórica, es capaz de expresarse de las mil maneras que tiene el arte, contribuye al bien común, no tolera la injusticia y promueve la paz incluyente. Cuida la naturaleza y todas las formas de vida.

Hace algunos años escribí un artículo reflexionando cómo Nelson Mandela había logrado la unidad de todas la fuerzas políticas y sociales de su país en un solo objetivo, y me preguntaba porque en el Perú no logramos eso. La causa de esta incapacidad tiene raíces largas, pero que no son imposibles de superarse con buena voluntad y generosidad. También pienso que hay intereses muy poderosos, para que no logremos esa unidad, que vienen de las más grandes potencias económicas y políticas del mundo y a los que no faltan traidores que prefieren sus beneficios al bien común y la justicia. Los caudillismos y sueños de grandeza de algunos líderes políticos son finalmente algunas de estas causas que dificultan la unidad. No faltan proyectos de tiranos fachos o plutócratas que se quieren imponer. Prefieren ser cabeza de ratón a ser cola de león.

Estas elecciones tienen que hacernos pensar por lo tanto si los candidatos que vamos a elegir, sus programas de gobierno y las personas concretas que los llevaran a la realidad, tienen algunas de estas cuatro prioridades que acabo de exponer brevemente. Finalmente pienso que lo pasado no solo en noviembre del 2020 con la vacancia de Vizcarra y la caída de Merino sino desde antes con la renuncia de Kuczynski, debemos tener confianza en las reservas éticas y democráticas de muchos ciudadanos en especial de los jóvenes unidos a cierta prensa que apoyo estas expresiones clarísimas de vida ciudadana. ¿Si hemos sido capaces de sacar presidentes por qué no vamos a ser capaces de construir una nueva nuestra constitución o mejorar la que tenemos? ¿No vamos a ser capaces de elegir o deponer a gobernantes o congresistas que no respondan a nuestras demandas y necesidades? Democracia es precisamente eso, el gobierno del pueblo, poner todas las fuerzas sociales, éticas y económicas al servicio del bien común, como lo dijo nuestro admirado y ejemplar Mahatma Gandhi.