Cardumen o el palimpsesto migratorio de Chimbote

La diversidad del puerto que Arguedas escogió para estudiar y ambientar su última novela es abrumadora en la originalidad y pluralidad de las identidades que la conforman. Fuente de intercambios, innovación y creatividad, constituye la esencia patrimonial de los nacidos en una tierra históricamente postergada que necesita trabajar con urgencia una interacción armoniosa entre sus habitantes, así como la voluntad de convivencia entre las dinámicas y disímiles identidades de los grupos humanos que comparten una misma historia y territorio.

Quien ha pisado Chimbote y de alguna forma se ha acercado a su dentrura, intuye o ha corroborado en la atmósfera de su diario devenir, que la presencia e interacción equitativa de las diversas culturas que habitan el puerto es más que problemática; sabe que generar expresiones culturales compartidas surgidas del  diálogo y del respeto mutuo, es una utopía [una tarea pendiente], la frontera que necesitamos permear y hacer sostenible de alguna forma.

Foto: Tomadas del catálogo de la muestra Cardumen, desplazamientos en el Bicentenario.

El puerto cumplió 115 años de vida política como distrito el pasado 6 de diciembre. Fecha significativa, pero a la vez retadora, en virtud a las grandes oportunidades perdidas que ha tenido Chimbote en distintos momentos de su historia contemporánea; fecha en que recordamos las diferencias de sus pobladores en creencias, valores, lenguas, proyectos familiares y orígenes, pero también las grandes coincidencias y posibilidades del vasto potencial cultural y artístico de muchos de sus hijos.

Foto: Tomadas del catálogo de la muestra Cardumen, desplazamientos en el Bicentenario.

Cardumen: desplazamientos en el Bicentenario, exposición pictórica colectiva recientemente inaugurada en la Sala de Arte de la comuna provincial, explora el proceso migratorio que -a pesar de varias décadas transcurridas- no ha dejado de acontecer en el puerto; la muestra hace hincapié en las huellas y cicatrices que deja el migrar, en las dificultades del migrante para integrarse, en la resignación expresada por el mismo a través de la simple asimilación del nuevo entorno que se habita. A través de las pinturas reunidas en Cardumen es posible acceder a las tensiones sociales y a las promesas incumplidas, a la ebullición y al sentir de las gentes que perseveran y resisten en una ciudad hostil de la que es necesario apropiarse y reprimir antes que ella nos devore. ¿Qué ciudad estamos construyendo?, se pregunta el curador de la muestra Juan Chávez; ¿sobre qué estructuras sociales se construye el progreso? La revisión de la historia [el palimpsesto] se impone: somos nosotros los que debemos redescubrir las huellas que nuestros ancestros dejaron y la forma en que se fueron borrando expresamente en el tiempo para dar lugar a lo que ahora existe, a lo que supuestamente somos, a lo que pocos o nadie alcanza a entender.

Foto: Tomadas del catálogo de la muestra Cardumen, desplazamientos en el Bicentenario

A pesar que no todas las obras en exhibición son inéditas y de que las mismas poseen un nivel de calidad desigual en el dominio de las formas artísticas, la muestra interpreta el sentido de la migración en el puerto y lo presenta al público mediante un discurso que permite vincular la realidad inmediata que nos toca con nuestra proyección al futuro. Tras varias décadas de existencia, la Sala de Arte de la comuna provincial tiene al fin un curador artístico: un artista visual de alta calidad como Juan Chávez, quizá el secreto mejor guardado de la plástica en Chimbote, garantiza no sólo mejores exposiciones a futuro sino también la posibilidad de abrir el camino de la investigación y la difusión del patrimonio artístico surgido en el puerto. Cardumen estará abierta hasta fin de año, vamos a visitarla y a revisar nuestra historia.

Foto: Tomadas del catálogo de la muestra Cardumen, desplazamientos en el Bicentenario