Opinión

Cerrón, el mejor aliado de la ultraderecha peruana

Por Carlos Reyna

Sociólogo

Cerrón, el mejor aliado de la ultraderecha peruanaFoto: Canal N

Estamos a pocas horas de saber si el Congreso le dará la cuestión de confianza a Mirtha Vásquez y al gabinete que encabeza. Al haber logrado que saliera el ex ministro Barrenzuela, y si prevaleciera algo de racionalidad en el Legislativo, su chance de pasar la prueba debería ser alta. Sin embargo, eso se le ha vuelto a complicar.

Han aparecido, primero, una resolución suprema que le encarga a las fuerzas armadas su intervención en cuestiones de orden interno sin la previa declaración del Estado de Emergencia y sin la firma de la propia Premier, lo cual sería inconstitucional. Y, luego, un turbio acuerdo entre el Ministro de Transportes y gremios de transportistas por el que les hace concesiones también ilegales a cambio de desactivar la huelga que tenían programada. Ambas cosas serán usadas a fondo por los promotores del derribo del gabinete. Esto le vuelve a añadir incertidumbre no solo a ese asunto, sino al destino final que tendrán el propio Pedro Castillo y su gobierno.

¿Ante tamañas cuestiones, por qué es importante enfocar sobre Vladimir Cerrón, alguien que ya parece una figura de cada vez menor importancia? Pues porque en estas circunstancias todos los votos cuentan y él y su fracción de congresistas anuncian que votarán contra el gabinete, o sea a favor de desestabilizar más al gobierno.

Ya sabemos que uno de los principales factores para desestabilizar es la ultraderecha liderada por el fujimorismo. Pero el otro es precisamente Cerrón, que, desde que Castillo ganó la elección, lo erosiona, corroe y serrucha desde dentro. Al punto que ahora es el mejor aliado de esa ultraderecha. Esa es la única razón que lo convierte en algo de interés político.

Un maridaje ya evidente

Los últimos movimientos de Cerrón han ido dejando cada vez más clara su aproximación a los golpistas. Tanto, que La República lo ha puesto en una primera plana del sábado último, 30 de octubre. “Facción cerronista de Perú Libre ya se acerca a Fuerza Popular y sus aliados”. Una de esas evidencias es precisamente la disposición de Cerrón y su grupo a negar el voto de confianza a Mirtha Vásquez.

Las otras son sus votaciones coincidentes en el Congreso. Primero contra la democracia interna en los partidos y los movimientos regionales. Segundo, contra el pago de las multas de los que transgredieron las normas sobre su financiamiento. La República considera que podrían coincidir incluso en una tentativa de vacancia contra Castillo.

¿Se trata de una exageración? No, sobre todo si se lee con atención lo que escribe el propio Cerrón. En un artículo titulado “Un paso adelante, dos pasos atrás” (le encanta posar como Lenin) ha reconocido que si Perú Libre ganó las elecciones fue por obra de una casualidad llamada Pedro Castillo.

Entre otras cosas, dice que “El triunfo presidencial responde a la casualidad objetiva, eso es una realidad y todos los peruanos lo saben. (...). Si asumimos esta realidad, podremos explicarnos el motivo por el que no podríamos exigirle al hoy Presidente una revolución…”

Luego anuncia el voto de su facción: “Muchos ven una tragedia desesperante si no se otorga la confianza al nuevo consejo de ministros, pero no olvidemos que toda crisis también puede ser una oportunidad de recomponer, reorientar y rectificar el rumbo político del gobierno”.

Todo es ilusión, salvo la cuota de poder

Y finalmente deja claro cuál sería el móvil del eventual derribo del nuevo gabinete en coautoría con la ultraderecha: “A nosotros también nos interesa que el gobierno vaya bien, nuestra única disyuntiva es la composición del gabinete que ha aumentado su cuota caviar y de oportunistas”.

Entonces, ese móvil no es ninguna discrepancia programática de fondo. No es la Asamblea Constituyente ni el histriónico anuncio de la nacionalización del gas por el ex premier Bellido. Es el pedido de puestos ministeriales. Ese pedido de una “cuota de poder” ya lo había hecho su hermano Valdemar en las puertas de Palacio de Gobierno, la noche en que se decidía cómo sería el nuevo gabinete.

Ya que no le puede exigir una revolución a un Presidente que llega de casualidad y encima pacta con los caviares, entonces le exige cargos ministeriales. Para lograrlo, está dispuesto a juntarse con quien sea para someter a Pedro Castillo. A eso se reduce el radicalismo de Cerrón. Demos por seguro que volverá a imputar a Lenin como autor mediato de sus trapacerías.

Un radicalismo trucho y cómo se parece a la ultraderecha

La disposición a jugar en pared con la ultraderecha brota de algo muy simple que hay en este personaje. Su radicalismo izquierdista es una engañifa. Lo que sí tiene es una ambición de poder personal absolutamente desproporcionada en relación a sus capacidades. Es su idea de que la raíz de los problemas del Perú consiste en que él no tiene el poder. Para obtenerlo, bien valdría fundir todo, sin fronteras políticas ni morales.

Pese a su retórica de izquierdista anacrónico, sus parecidos ideológicos con la derecha más cavernaria son muchos. Entre ellos, su desprecio al enfoque de género, a los que, igual que esa derecha, también llama despectivamente ideología de género.

Sobre los derechos de la mujer, Cerrón se asemeja a un anticuario ya que, para él, la obra más vigente sobre el tema es "El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado", un libro de Federico Engels, publicado hace 137 años. De hecho, pregona que detesta al movimiento feminista.

Sobre las industrias extractivas, todo su énfasis en la estatización de las empresas del sector, con muy poca atención al tema ambiental y al respeto a los pueblos originarios. Eso explica que, cuando Guido Bellido aún era premier, once comunidades de la provincia de Espinar, por una parte, y, el líder awajun Ismael Pérez Petsa, en Datem del Marañón, denunciaran su desatención y desconocimiento de los problemas que tenían con la actividad minera y petrolera respectivamente.

En este campo también es conocida la animadversión que le tiene Cerrón a las ONG ecologistas y de derechos humanos en general. La propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos es blanco de sus iras. Sus calumnias son muy parecidas a las que les lanza la ultraderecha.

Una última área de convergencia que tiene Cerrón con esas corrientes, pero quizás la más importante, es su común desprecio hacia las instituciones y las reglas de la democracia como el ámbito en el que deben conseguirse los cambios sociales. Ya escuchamos hace un tiempo como su operador Bermejo les estampó el elegante adjetivo de "pelotudeces". "Si llegamos al poder será para quedarnos", le dijo a algunos de sus íntimos. Ese desprecio va desde cuestiones así de grandes, hasta otras de una torpeza ridícula.

Un radicalismo bufo

Me refiero a la fiesta covid del ministro del Interior, prójimo del cerronismo, en su propia casa, en el mismo día que el sector a su cargo prohibía ese tipo de reuniones. Lo hizo cuando era el ministro más cuestionado del gabinete, a pocos días de que se vote la confianza del Congreso, y, al igual que Bermejo y las pelotudeces, se deja grabar. Por eso, la premier Vásquez prácticamente le exigió y obtuvo del Presidente Castillo que lo retire del gabinete.

Con todo esto ya debería quedar claro que el radicalismo ficticio de Cerrón y asociados favorece solamente a ultraderecha, no únicamente por falso, sino también por bufo. Si no fuera porque esa franja política también tiene clowns como Jorge Montoya, Jose Cueto, Hernando Guerra García y Rafael López Aliaga, estaríamos perdidos.

¿Tendrás salvación Pedro?

Finalmente, ¿Por qué Pedro Castillo no termina de romper definitivamente con Cerrón? Si bien lo ayudó a que terminara siendo Presidente, hace mucho rato que ya le pagó el favor y ahora sólo lo lleva al desplome.

Qué habrá detrás de la parsimonia de este caudillo fuera de época, pero la pérdida de afecto popular que ya tiene en sus bastiones del Sur, el Centro y la parte rural del país, y los cabes que él mismo se pone a cada paso, nos llevan a preguntarnos si su gobierno tendrá salvación o si, un día de estos, él solito se caerá del caballo.