Opinión

¿Cómo lograron permear a un país y a un continente?

Por Pablo Najarro Carnero

Teólogo y docente

¿Cómo lograron permear a un país y a un continente?Foto: Luisenrrique Becerra/Noticias SER

En los últimos años, somos espectadores o actores de elecciones sui generis en América Latina. Se está eligiendo candidatos cuyas propuestas económicas harán daño a la clase media y a los pobres. E inexplicablemente ganan con los votos de ellos.

Las propuestas progresistas o socialistas son aplastadas por agendas económicas neoliberales. Los candidatos las dicen sin descaro. Antes se presentaban con una imagen y discurso populista para luego cambiar el ropaje, cuando lograban el poder. Ahora se han envalentonado y sin descaro dicen lo que van a hacer. Las experiencias últimas en Ecuador, Perú y Argentina lo confirman.

¿Cómo lo lograron? Todo este posicionamiento de candidatos a la medida, son proyectos de largo aliento. No nacieron de la noche a la mañana. Ha habido el concurso de varias ciencias sociales – educación, psicología, sociología y antropología – que han sumado para lograr tal efecto. Y no dudaría que ha sido también una suma de grupos económicos y políticos de América del sur. Todas, las ciencias sociales y grupos de poder han sumado para que nuestros países vuelvan a mirar a EE.UU. como el soporte indefectible de un desarrollo económico y social a su medida. La dolarización propuesta por ellos no deja dudas. También, no dudo que la política norteamericana sea la que haya diseñado y financiado todos los elementos para lograr los efectos mencionados. Ni decir que “el gran hermano” teme la intromisión del poder económico chino.

A ello se suman las empresas de publicidad con fachada de prensa. Ni que decir de la Iglesia Católica, al menos en el Perú ha mantenido una crítica diplomática, a medias tintas, quizá cuidando sus prebendas virreinales. No olvidar a las universidades creadas por empresarios corruptos, con la venia de una SUNEDU con tinte político.

Así, las muchas técnicas de manipulación de masas han funcionado. Los ciudadanos de casi todos los países sudamericanos las viven a diario. Han distraído a todos con el futbol, por ejemplo. O, en nuestro país, resucitaron a un enemigo del siglo pasado, el terrorismo senderista, para mostrarlo como presente y no vencido. El “terruqueo” de los operadores a todo opositor, permite distinguir a quienes son parte de este plan malévolo.

Frente a problemas graves, como la inseguridad, han creado planes falsos pero que aparentan efectividad. Sin embargo, la inseguridad está activa en las narices de la policía.

Dijeron que saliendo de la “crisis” del autogolpe de Castillo, íbamos a recuperarnos gradualmente de la crisis económica. Pero más bien hemos caído – porcentualmente – por boca del man del MEF. Y maldición de maldiciones, se viene “El Niño”.

Los conflictos generados por las inequitativas relaciones socioeconómicas se van difiriendo, para después, para nunca. La impunidad de los muertos en las protestas contra Merino o en las masacres de Juliaca y Huamanga, son prueba de lo dicho. Obvio decirlo aquí, el gobierno lo hace de la mano de una fiscalía cómplice y corrupta. Ya sabemos que el principal fiscal perseguidor de la corrupción fue destituido.

El ninguneo o minimización de las protestas ha funcionado. La manipulación, peor aún, el ocultamiento de información sensible, que permitiría tomas decisiones y posiciones ha sido vital. Todo lo dicho ha permitido esa polarización de los votantes hacia candidatos extremistas.

Es preocupante constatar que personas de clase media o baja, peor aún, instruidas con estudios superiores, asuman posturas de defensa de dichos candidatos. Quizá lo hagan por una momentánea retribución, la necesidad, a cambio de perder la dignidad. Algunos por un sentido aspiracional, pensando que sus estudios los hace superiores a sus pares de la clase media.

¿Entonces? Queda la pregunta ¿Qué hacer? Creo que lo único que nos queda es utilizar las redes para seguir explicando, destruyendo falsos mitos o mentiras de este plan siniestro de manipulación de masas que está llevando – o ya lo llevó – a América Latina a volver a ser el “patio trasero” del gran hermano.