Cuba
Sociólogo
Diciembre de 2014. Llego a La Habana para compartir experiencias en materia de registros civiles. Llego a su austero aeropuerto José Martí, al cielo cubano casi siempre azul, a su música, a su gente de hablar sonoro y conocido acento, a su vestir sencillo, a su buen biotipo. Me sellan la entrada en una hojita aparte, no en el pasaporte. Era para no tener problemas si después viajaba a USA. De golpe la huella del cerco gringo quedó por primera vez escrita en un documento mío.
A la salida, uno de esos grandes autos de los años 50 nos llevó al sencillo alojamiento casero de mis dos compañeras de viaje. Es la casa del maduro taxista. Su esposa, una morena conversadora, recién operada, miraba una TV en blanco y negro. Nos contó que le sacaron el útero por un cáncer. Que los indicios se los detectaron a tiempo los médicos del barrio y que no le costó nada. Nos miramos con mis amigas peruanas y supe qué recordaban del Perú.
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Ayer puse La Voz de América (VoA), canal de televisión del gobierno USA que trasmite en 45 idiomas con programaciones diferentes según región del mundo. A la Voz de América se suman Radio Martí y TV Martí dirigidas a territorio cubano. A veces han usado aerostatos y aviones que refuerzan su señal pues deben burlar la interferencia cubana, que reivindica soberanía sobre su territorio.
En VoA había un debate sobre Cuba. Participaban Roger Pardo Maurer, ex Sub Secretario Adjunto de Defensa para Asuntos de Occidente durante el gobierno de George Bush Jr; El boliviano Hugo Siles, ex ministro de Autonomías de Evo Morales y Gerardo Berthin, Director para América Latina del Freedom House.
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Los taxistas habaneros son de buen humor y hablantines. El primero que tomé me preguntó si quería aire acondicionado. ¿Tiene?, le pregunté. Su auto era de esos de museo. Me dijo ¡Claro! y estiró el brazo para bajar la ventanilla. Luego me contó que la economía estaba mal, que debía liberarse más. Que Raúl Castro era partidario de eso, pero Fidel no quería que vayan tan rápido. Fidel era un genio terco que le dio a Cuba un lugar en el mundo, y al que le debían todo su avance social. “Chico, aquí un niño no debe morir de enfermedad por nada del mundo. Si eso ocurre, el caso se ve en el Consejo de Estado –gabinete de ministros-. Así se monitorea”. No quise recordar al Perú.
Otro taxista me dijo lo mismo sobre la economía, que se necesitaba más inversión y más liberalización económica. “Pero eso sí, que no nos toquen nuestro sistema de salud ni nuestro sistema de educación, que es lo mejor que tenemos. Tampoco nuestra soberanía, que los gringos no se entrometan porque malogran todo”.
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El representante de Freedom House casi ni intervino en el debate. Todo se polarizó entre Pardo Maurer y Siles. Respecto a las protestas últimas, Pardo Maurer se centró en la debilidad del régimen cubano, señalando que era la “ocasión para derribar este régimen comunista ... y hay que tomarla decididamente y sin titubear”. Siles respondió que era un malestar de tipo económico, por los problemas de desabastecimiento de alimentos, medicinas y combustibles causados por las “243 medidas del embargo económico financiero” que se había endurecido con Trump, por los efectos de la pandemia que redujo el turismo y también por las medidas tardías que tomó el gobierno cubano.
Sobre si el gobierno USA relajaría el embargo o bloqueo, Siles respondió que “ya son varias décadas de este bloqueo inhumano” y que no creía que se flexibilice “por las declaraciones de Biden y de alcaldes que llegan a pedir incluso que se bombardee a Cuba”. Pardo Maurer replicó que “ni endurecer ni flexibilizar funciona, soy de los que creen que solo se conseguirá un cambio mediante ciertas acciones de violencia contra los esbirros del régimen”
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Apenas tuve un domingo me embarqué en un tour que recorría en bus toda La Habana histórica. La guía, de unos 40 años, explicaba la ciudad y sus lugares, alternando el castellano, el inglés y el francés de manera perfecta. Le pregunté cómo así. Bien, el inglés lo aprendió en Cuba y, al ganar una beca, hizo una maestría en literatura medieval francesa en Francia. Tenía que trabajar de guía los domingos porque tenía a su cargo a su madre enferma y a su hijo, y no le alcanzaba el sueldo de profesora. Se notaba su identificación con la revolución. Cuando se refería al pasado lo fraseaba como “la época capitalista”.
Cuando mis colegas se mudaron a otro alojamiento casero, también sencillo, la señora de la nueva casa y su esposo me invitaron a almorzar, En la sobremesa les pregunté cuál había sido el momento más duro que vivieron con la revolución. Los dos me contestaron a la vez: cuando Fidel nos anunció que el Che había muerto. Un rato después llegó su nieta, de unos 13 años. Le pidieron que toque lo que había aprendido de piano en el colegio. Con toda soltura, la pequeña nos fascinó a los peruanos con una hermosa pieza de jazz afrocubano. Al escucharla pensé si esa educación pública subsistiría con una restauración capitalista.
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Respecto a si las protestas podrían provocar algún tipo de apertura en el régimen cubano, Pardo Maurer respondió “La apertura que más me interesa tiene que ver con el ejército …. el ejército no es el enemigo del pueblo, será un socio importante para reconstruir Cuba”. Preguntado sobre si los EEUU consideran algún tipo de intervención dijo “El gobierno comunista es y ha sido un enemigo de los EEUU, introdujeron misiles de los rusos en su país. Esto no es intervención, es autodefensa”. Siles replicó que “ya no estamos en los 60, ni con la doctrina Monroe, los pueblos tienen derecho a su soberanía”. Pardo Maurer les respondía a gritos que eran puras excusas.
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Un día nos fuimos a la provincia de Cienfuegos, a la ciudad del mismo nombre, a ver cómo funcionaban los registros civiles. La mayor parte del trabajo era manual, mínima informatización. Digitalización e interconexión con otros registros en cero. Pero su nivel de indocumentación era bajísimo, casi cero. Ya en los 60 habían hecho lo que aquí hicimos después del 2000: La expedición de partidas de nacimiento y de tarjetas de identificación la pusieron en los hospitales, en las secciones de maternidad. Los recién nacidos ya salían con su constancia de partida de nacimiento en papel sellado antiguo y con sus tarjetas de identificación en cartulina. La universalización de la salud y del parto en hospitales ayudó a universalizar los documentos de identidad. Percibí en las y los colegas cubanos un ansia enorme de modernización tecnológica. Nosotros la tenemos en Reniec, pero no tenemos parto institucional universal.
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Joseph Biden, el enemigo jurado de Trump, no se va a mover un milímetro de la endurecida política de ese enemigo hacia Cuba, muy diferente de la apertura de Obama. Ha dicho que Cuba es un Estado fallido, que solo enviará ayuda para la epidemia si la recibe una agencia internacional independiente del gobierno cubano. También que sólo restablecerá el envío de las remesas de los emigrados cubanos si antes cambia el régimen político. Prácticamente en la misma línea de Roger Maurer, el ex boina verde y oficial de la Contra nicaragüense en los 80.
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Mientras iba al aeropuerto para volver al Perú, miraba las calles de La Habana Vieja. La ciudad era una paradoja: hermosa pero ruinosa, excepto en algunas calles o plazas que habían comenzado a restaurarse por el Plan Maestro conducido por Eusebio Leal. En cola para registrarme para el vuelo, conversé con una joven colombiana. Había estado en un congreso sobre ingeniería de sistemas. Le pregunté por los ingenieros cubanos. La verdad es que son notables me dijo, con más recursos harían mucho.
En la sala de espera para abordar el avión había otra colosal paradoja, un dato económico. Su principal producto de exportación tenía que ver con la ciencia: eran medicinas y servicios médicos. ¿Qué hubiera sido de Cuba sin el bloqueo de los EEUU, sin sus sabotajes y sin los muchos intentos documentados de asesinato de Fidel Castro?
Antes de eso, al despedirme de las colegas cubanas de UNICEF les conté de mis conversas con los taxistas. Una sombra de tristeza hubo en su mirada. Como si aceptaran que la economía debía cambiar, de ninguna manera las conquistas sociales ni su soberanía. Pero nadie sabía si, al cambiar lo primero, comenzaría el proceso de caída de esas conquistas y hasta de su soberanía. Como es de suponer, ellas trabajan con la niñez y las escuelas cubanas están reconocidas, por su entidad y por UNESCO, entre las mejores del mundo.
Seis años después de ese viaje ahora me viene a la mente lo que escribió Vallejo para la España asolada por el cerco franquista apoyado por los nazis:__ “si las férulas suenan, si es la noche, si el cielo cabe en dos limbos terrestres, si hay ruido en el sonido de las puertas, si tardo, si no veis a nadie, si os asustan los lápices sin punta, si la madre España cae —digo, es un decir— salid, niños del mundo; id a buscarla!…” __