De caviares y radicales
Economista
La política es como un círculo, quien se va muy a la izquierda puede terminar en la derecha. Al parecer eso le ha pasado a los cerronistas de Perú Libre. Han terminado -por lo menos- en coincidir en dos cosas: 1) llamar “caviar” al gabinete Vásquez y 2) pretender tirárselo abajo. Tal vez las narrativas sean distintas y hasta opuestas, porque mientras la Derecha Bruta y Achorada está convencida de que el gabinete es terruco, la Izquierda Bruta y Achorada jura que el gabinete es de derecha y neoliberal.
Desde muy joven creía que llamaban "caviares" a la gente de izquierda acomodada. Algo así como los que tienen su billete, pero defienden las causas justas de los pobres. Con esta idea crecí hasta la adultez, pero al borde de mis canas, cuando me empezó a caer la tarde, el concepto caviar fue refundado por los extremistas de izquierda y de derecha dándole una acepción peyorativa y negativa. En su concepto refundacional, “caviares” son todos aquellos politicos de izquierda moderada que viven de la teta del Estado y de las ONG, y vienen gobernando desde la época de Juan Velasco Alvarado.
Otro de los razgos relevantes que tienen los de Izquierda y los de Derecha Bruta y Achorada, es la gran capacidad que tienen para generalizar y caracterizar a los que no piensan como ellos. La Derecha Bruta y Achorada tiende a llamar “terrucos” a todos los que no son de su especie, mientras que la Izquierda Bruta y Achorada suele llamar neoliberal a todo político que no esté alineado con sus ideas.
Ambos extremos son muy activos en la política y tienden a construir fanatismos con sus discursos radicales y narrativas basadas en sus creencias previas, que responden a necesidades sentidas, a sus miedos y en el mejor de los casos a las expectativas que tienen los seguidores. Las narrativas que construyen, tanto la Izquierda como la Derecha Bruta y Achorada, no tienen que ver con los niveles educativos ni con la capacidad lectora que tienen los seguidores. No se trata de ignorancia porque el andamiaje construído se basa -como se señalamos líneas arriba- en creencias, necesidades y/o miedos.
La reciente agresión en la librería "Book Vivant" de San Isidro por parte de dos señoras aparentemente cultivadas y adineradas, el boicot a la presentación del libro del expresidente Sagasti por parte del grupo fascista llamado "la resistencia”, hasta las agresiones contra Avelino Guillén y el periodista Jaime Chincha entre otros, son una muestra de lo que estamos hablando.
Su coincidencia en atacar agresiva y ferozmente a lo que ellos denominan “caviar” -más allá de si es cierto o no que viven del Estado o de las ONG- tiene un fundamento básico que los une: detestan lo tibio y no entienden de moderación ni de formas, justamente por el carácter extremista y la visión de sociedad que quieren imponer y que, en ambos extremos, se contrapone con la democracia.
Es un imperativo de los demócratas enfrentar política e ideológicamente estas dos visiones extremas y autoritarias. El país necesita de una izquierda democrática (no me gusta la palabra moderada porque suena a no querer cambiar nada), un centro progresista y una derecha liberal en lo político y en lo económico, que adecente la política y la ponga al servicio del bien común, exenta de brutalidad y achoramiento, y tambien, por qué no decirlo, alejado de lo facho y de las malas costumbres, en cualquiera de sus dos extremos.
Hagamos algo ahora, mañana podría ser demasiado tarde.