Dictadura de poderes
Comunicadora política. Directora del podcast “La batalla de las palabras”
Decir las cosas cuesta y eso está bien. Lo saben las familias de los peruanos y peruanas que murieron por llamar “dictadura” a este gobierno y cantar “esta democracia ya no es democracia”. Tiene que costar decir las cosas porque el lenguaje es siempre un ejercicio político. Cuando Alberto Vergara elige llamar “barbarie” a Boluarte en lugar de “dictadura” está tomando una postura política. Cuando Rosa María Palacios, luego de tantos meses, empieza a hablar de una dictadura congresal o cogobernada entre dos poderes, también lo está haciendo.
¿Qué significa que seis meses después de iniciado el gobierno de Boluarte -de ejecuciones extrajudiciales, dos masacres, copamiento de instituciones, prisiones preventivas injustificadas, detenciones arbitrarias, criminalización de la protesta, obstrucción de la justicia, toma o allanamiento de locales, premios y bonos a quienes lideran la represión, eliminación de pruebas del accionar de las FFAA y la PNP, silenciamiento de los hechos desde el poder mediático, etc.- hablemos recién y por fin de dictadura? Significa que ese sentido común finalmente se va instalando. Es una lástima que tarde, sí, pero también es una victoria que llegue. Las victorias, a veces, llegan cuando logran hacerlo, no siempre cuando las necesitamos o las deseamos. Esa “dictadura” que calificaron pronto nuestros hermanos y hermanas en las calles ha mostrado su rostro rápidamente. Hemos podido comprobar cómo la arquitectura que dejó el Fujimorismo desde 1993 se mantuvo esperando que otro gobierno la terminara de construir. Es porque esa arquitectura siguió vigente que fue tan rápido para Boluarte apretar todas las tuercas, recrudecer el proceso y lograr en tiempo récord recordarnos los 90 de los que pensamos que habíamos salido.
Sin embargo, ya que el sentido común de la condición dictatorial de este gobierno empieza por fin a cimentarse, es preciso también delinear el tipo de gobierno al que nos enfrentamos. No será fácil vencerlo, pero será todavía más difícil si no sabemos describir con precisión sus características. Y aunque lo fácil suele ser decir que los dos poderes del estado con menor valoración en la actualidad (Gobierno y Congreso) son los únicos protagonistas, lo cierto es que volvemos a tener una foto incompleta si ceñimos la vista a estos dos espacios de poder. La dictadura es, como lo he comentado en distintos espacios, una suerte de HIDRA. Ese animal mitológico que es un mismo ser pero con múltiples cabezas. No sólo dos cabezas, no sólo tres. Múltiples. Y todas trabajan para la supervivencia del mismo ser. ¿No me creen? Basta con mirar la última semana.
Sólo en la última semana hemos visto hechos que confirman esta DICTADURA DE PODERES. Poderes que incluyen no sólo al Poder Ejecutivo y Legislativo, sino también al judicial, al económico, al mediático y al castrense (FFAA y PNP). Sacarlos de la ecuación es precisamente lo que quieren. Podríamos comprarnos el espejismo de que tenemos aún alguna separación de poderes. Podríamos creer en el mito de que la Fiscalía de la Nación no es cómplice de Boluarte. Podríamos confiarnos en que con remover piezas en el Ejecutivo y Legislativo ya hemos acabado con el problema. Y, entonces, la hidra agazapada seguirá viva. La arquitectura fujimorista que hoy confirmamos que nunca destruimos, seguirá ahí, como una ruina parcialmente ocupada, pero siempre ocupada en lugar de derrotada. La dictadura que (sobre)vivimos -los afortunados ya que más de 60 peruanos no pueden decir lo mismo- no es una dictadura entre dos poderes. La bicefalia Fujimori-Montesinos del 93 no está reeditada en esta versión del 2023. La dictadura es de todos los PODERES donde cada uno ocupa una cabeza de la hidra que protege un modelo que les beneficia.
La cabeza congresal de la hidra sonríe mucho cuando en contubernio con el gobierno logra que se promulgue una ley que modifica la designación de procuradores del Congreso y del Poder Judicial. ¿Qué significa esto? Que los procuradores que deben velar por el cumplimiento y la defensa de los intereses del Estado ahora se deben a quienes los nombran. O sea, al Congreso y al Poder Judicial. Ahora velarán por el interés de los sujetos que ocupan estas instituciones y no por el interés general. La cabeza judicial y la legislativa sonríen. Pueden seguir operando con las manos desatadas.
Ese mismo día, la cabeza judicial de la hidra entraba sin ningún rubor en las redes sociales (ver la cuenta oficial del Poder Judicial) en un ejercicio de judicialización de la política que supone un precedente. En el Día de la Bandera, peruanos y peruanas en distintas latitudes mostraron su indignación en una de las tantas formas que han cobrado las protestas en este periodo. El acto era político y simbólico: banderas de luto en lugar de la blanquirroja. Por la memoria de los 60 peruanos y peruanas que ya no están, pero también de luto por la democracia que esta dictadura nos ha arrebatado totalmente. El Poder Judicial no tardó en judicializar el asunto y a través de sus cuentas nos lanzó la amenaza “el que, por acto de menosprecio, usa en estampados de ropa o de otra manera, los símbolos de la patria o la imagen de los próceres y héroes, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de un año o con prestación de servicio comunitario de 20 a 30 jornadas”. Cuando la bandera de luto la enarbolaron los vacadores contra Castillo no hubo amenaza. Cuando la blanquirroja se la puso la líder de una organización criminal como Keiko Fujimori, tampoco. Sólo algunos tienen derecho a hacer política en el Perú y el Poder Judicial te lo recuerda. Ubícate. Si la bandera de luto es contra la dictadura puedes ir presa. Si la blanquirroja la enarbola alguien como Aida Aroni, también. No es la bandera, es quién la enarbola.
No habían pasado ni 48 horas y la cabeza congresal de la hidra volvía a cabalgar contra la institucionalidad que tanto dicen defender. Si antes te dijeron que tu voto no valía por “votar mal” (Vargas Llosa dixit) y que entonces había fraude porque Castillo “no debería haber ganado”, ahora te decían que tu voto en el referéndum del 2018 tampoco. ¿Por qué? Por volver a “votar mal”. ¿Cómo se nos ha ocurrido impedir que los zánganos de este hemiciclo no puedan seguir viviendo de la política? ¿Cómo se nos ha ocurrido cerrarles las puertas del retorno a las instituciones en las que no sólo ganan buenos sueldos, sino que gozan de una serie de favores que el poder económico les brinda desde los pasillos que no vemos en las cámaras de tv? La jugada no les salió. Se quedaron a un voto de conseguirlo. En el camino, y con la desesperación por no poder garantizar su retorno, vimos a Maricarmen Alva, una racista a la que en ningún medio se atreven a llamar así (¿ven cómo las palabras son un ejercicio político?) agrediendo a Francis Paredes para obligarla a votar a favor de la bicameralidad. No lo lograron, pero tontos seremos los que creamos que no lo lograrán por otra vía. Son parte de la hidra, fórmulas no les van a faltar. En complicidad con las otras cabezas se encargarán de hacerlo posible.
Ese mismo día se aprobaba en la Comisión de Economía del Congreso la reforma del sistema de pensiones con un amplio respaldo del Fujimorismo. Rosángela Barbarán apresuraba el trámite para que nadie lo discuta. ¿Cuál era el objetivo? Acabar con el esquema de colectividad de la ONP. No es un tema menor, hablamos de un paradigma en cómo se entiende el sistema de pensiones. La idea es que la ONP ahora pase a ser una AFP pública, estandarizando así el modelo de cuentas individuales. Neoliberalismo en su esplendor. Con el apoyo incondicional de este Congreso, el poder económico sonríe. No en vano son también parte de la hidra. Pero de esa cabeza de la hidra casi no se habla y, sin embargo, es clave para entender por qué se sigue sosteniendo esta dictadura. No en vano en el régimen Fujimorista era igual de importante Fujimori y Montesinos que Dionisio Romero. Esto lo decía Francisco Durand. Qué poco nos acordamos.
Nos falta, claro, la cabeza mediática. Con motivo de los 6 meses de Dina Boluarte en el Gobierno, diarios del poder mediático pusieron el foco en “los retos”. ¿Para qué llamarlas masacres si puedes decir “retos”? Nuevamente, el lenguaje es siempre un ejercicio político. Vimos así la portada del Diario Correo en una operación de propaganda para el gobierno del que forman parte. La hidra protegiendo sus cabezas. En la portada se resaltaba “Era Boluarte cumple seis meses” y luego, el mensaje del régimen: “gobierno ingresa a un nuevo periodo tras ser zarandeado por las protestas”. Curiosamente, el mismo discurso de Alberto Otárola en su gira europea donde partidos de vergüenza como el PSOE le han regalado la posibilidad de lavar la sangre que lleva en las manos. El poder mediático tiene clara la tarea: sostener a Boluarte. La portada de Correo, la preocupación de Jaime Chincha por señalar que Boluarte es “el mal menor”, el terruqueo contra quienes se defienden de los abusos y la equidistancia que busca siempre decir que “todos son iguales”, los que marchan y los que disparan o Castillo y Boluarte, tienen claro el guión. El mensaje busca que te quedes en casa, que no hagas política porque “todos son iguales” y mejor estamos con Boluarte. La cabeza mediática de la hidra sabe defender a quien le da de comer.
Y por eso es importante recuperar las palabras. Claro que vivimos en una dictadura y lo tenían más claro ya en diciembre las calles que los sets de televisión o las columnas de opinión. Y es una dictadura desde el 7 de diciembre. Boluarte no tenía otra forma de gobernar que aliándose con el bloque de poderes que hoy cogobierna con ella. Pero el acuerdo no sólo era “quedarse hasta 2026”, era “cómo garantizar que siempre nos quedemos”. Y por eso la separación de poderes no existe, los derechos humanos son un espejismo, la pluralidad política es penalizada si no opinas como quieren que opinas, protestar es un acto revolucionario en lugar de un derecho, etc.
Es verdad que Hércules venció a la hidra. Pero sólo Hércules podía hacerlo. Y me temo que sólo hay una forma de ser Hércules: hacer política en un gran frente democrático. Llamando a este gobierno por su nombre, primero, y haciendo todo lo que podamos hacer para que en julio quienes son los reales defensores de la democracia desde el primer minuto no estén solos luchando por construirla en las calles. Frente a una hidra de múltiples cabezas, serán las cabezas libres haciendo política las que podrán ponerle fin.