Dorotea Salguero, "la doctora"
Bachiller en ciencias sociales con mención en historia. Miembra del Grupo promotor de la Asociación de Historia de las Mujeres y Estudios de Género en el Perú
Dorotea Salguero fue una curandera y partera peruana de inicios de la república que llegó a ostentar considerable fama y fue denunciada en dos ocasiones por el Protomedicato, institución que regulaba la práctica médica.
Hacia la segunda mitad del siglo XVIII, en el Virreinato del Perú, el desarrollo de la ciencia médica cobró relevancia como consecuencia de la ilustración. En ese sentido, el papel que cumplían los médicos se enalteció, en desmedro de la práctica ejercida por curanderos, curanderas o chamanes. Tal como señala Claudia Rosas, este rechazo no era nuevo, empero, en este periodo las motivaciones fueron, sobre todo, más laicas o seculares (2019). Con la república la ciencia médica se consolida, más aún con la introducción de la enseñanza y práctica profesional de la obstetricia en el Perú. Muestra de ello fue la fundación de la Maternidad de Lima y la Escuela de Partos por Benita Cadeau Fessel en 1826. En este contexto, la presencia de Dorotea Salguero causó incomodidad e indignación al cuerpo médico, quienes veían en ello la afrenta de una curandera, “charlatana” y “embaucadora” al ejercicio profesional de la medicina.
Dorotea Salguero nació en el norte del Perú hacia 1770. A inicios del siglo XIX, radica en Lima, donde ejerce como partera. Sin embargo, sería más reconocida como curandera gracias a sus conocimientos sobre la medicina tradicional. Atendió las dolencias de quienes acudían a ella provenientes de diversas capas sociales (Quiroz, 2016b). Gracias a esta labor, Dorotea fue conocida como “La Doctora”. Su fama incomodó a los médicos limeños, por lo que fue denunciada por el Protomedicato de Lima en junio de 1827. Miguel Tafur, protomédico, señalaba que Dorotea “tenía un hospital y hacía de médico, cirujano y boticario”, además, la sindicaba como asesina, por su mala praxis, por lo cual pedía que se le aplicase la pena de expatriación y destierro (Loyo, 1831, p4). En su defensa, Dorotea arguyó que solo asistía a los pacientes desahuciados por los médicos, que además, padecían de males menores, y que su método consistía en el uso exclusivo de hierbas (Loyo, 1831, p. 5). Aunque se demostró que “la Doctora” no había cometido ningún crimen que atentara contra la vida de sus pacientes, fue declarada culpable por ejercer la medicina “sin poseer conocimientos”; es decir, por practicar la medicina tradicional, la cual no era considerada válida. A causa de esto, Dorotea Sarmiento fue encarcelada.
“La Doctora” fue liberada en junio de 1828 bajo la condición de no volver a ejercer la medicina, sin embargo continúo atendiendo a los pacientes que acudían a ella. Por esa razón, en agosto de 1830 volvió a ser enjuiciada por el Protomedicato de Lima. Dorotea Salguero reafirmaba que su labor médica se basaba en la receta de lavativas y hierbas, las cuales aprendió por la propia experiencia y por la enseñanza de un famoso botánico. En esta segunda oportunidad, Dorotea contó con el apoyo de 18 testigos, personas “respetables y fidedignas”, quienes afirmaban “con elogios de admiración y hechos públicos, la multitud de curaciones prodigiosas” que había realizado (Loyo, 1831, p. 29). Asimismo, a inicios de su juicio, publicaciones anónimas empezaron a difundirse en favor de “La Doctora”, donde denunciaban “los verdaderos temores del Protomedicato”: no temían las consecuencias de los métodos poco científicos de Dorotea, sino su capacidad para curar de una manera efectiva a los pacientes a través del uso de hierbas (Jouve, 2014). Pese a que se reconoció el buen obrar de Dorotea en el auxilio de los dolientes, se determinó que la sentencia debía ser consultada con el Congreso.
Para defenderse, asistió al Congreso en junio de 1831, donde denunció hostigamiento por parte del Protomedicato. Dorotea expuso su experiencia aliviando las dolencias ordinarias de las personas con el uso de hierbas de montaña y campo, ejercicio que había sido realizado tanto dentro como fuera de la capital. Aunque realizó su alegato y exposición el Congreso no se involucró en el asunto (Quiroz, 2016a). En febrero de 1837 se falló a favor de Dorotea, sin embargo, el Protomedicato no llegó a reconocer sus capacidades, ya que falleció al año siguiente (Quiroz, 2016b).
El caso de Dorotea Salguero evidencia las tensiones entre la medicina occidental y la medicina tradicional. Asimismo, el acoso y persecución que padeció nos demuestra los perjuicios y sanciones hacia las mujeres que amenazaban el monopolio masculino de una práctica científica como la medicina. Asimismo, nos permite conocer más sobre la presencia femenina en la historia de la salud en el Perú.
Fuente:
Loyo, M. (1831). Defensa hecha a favor de Da. Dorotea Salguero, en la causa criminal que se le ha formado a mocion del proto medicato por haber curado contra sus prohibiciones y las del juez de primera instancia en recurso a la representacion nacional. Lima: J.M. Masías.
Referencias:
Jouve, J. (2014). The Black Doctors of Colonial Lima. Science, Race and Writing in Colonial and Early Republican Peru. Québec: McGuill-Queen’s University Press.
Quiroz, L. (2016a). Circulación de saberes científicos en el espacio trasatlántico y el nacimiento de la obstetricia peruana (siglo XIX). Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, 42(84), 127-145.
Quiroz, L. (2016b). Descolonizar el saber médico. Obstetricia y parto en el Perú contemporáneo (Siglos XIX y XX). Revue d’Etudes décoloniales, (1).
Rosas, C. (2019). Damas de la sociedad y varones ilustrados. Mujeres, hombres y género en el discurso modernizador de la Ilustración a fines del siglo XVIII. En Género y mujeres en la historia del Perú: del hogar al espacio público (pp. 203-228). Pontificia Universidad Católica del Perú.
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