El amor que renace o se deshace
Economista y Gestor Ambiental por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Poeta y escritor. Investigador de temas amazónicos, extractivismo y defensores ambientales del Centro Bartolomé de las Casas (Cusco). Asistente de investigación en la Red Muqui y fotorreportero de Noticias SER.
En cualquier universo de la humanidad hay algo hermoso, precioso, fantástico y bello que cambia tu mundo, tanto que se olvida la mortandad de la vida. Llega en la tarde, en la noche, en la madrugada o en la mañana, y toca la puerta, abre o entra en el corazón con demasiada libertad. Ese es el amor. Cada uno lo vive como entiende. En la mañana, en la madrugada, en la noche o en la tarde el mismo amor se va, se aleja o se marcha, dejándote hecho un desgraciado o simplemente hecho trizas, casi imposible de reconstruirse. Al principio parece el fin de una era perfecta que jamás volverá. Pero no. El amor no se va. El amor está ahí. Está siempre rondando como un ave para posar en un nido seguro, libre, y en donde se sienta viva o vivido. Aunque, siempre quedan los rasgos del pasado, de eso se encarga el recuerdo, pues no todos entran en este paraíso.
El amor es la tragedia más preciosa que existe en la vida. Y enamorarse, amar, sentir la vibración del corazón es la magia más real que se vive.
Y es por eso que, a veces o siempre, es deber de los poetas dedicarle unos versos o unas líricas.
Entre los dos escribir un amor
En todas las mañanas quisiera escribirte
en tus labios unas poesías con verso.
En todas las tardes en tu piel escribirte
otras poesías con lírica.
Y en las noches escribir entre los dos,
bajo la noche única, una poesía llamada amor.
Rosas en los labios
Cuerpo de diamante con un solo mercado y precio, el corazón mío.
Ojos del día que transforma mi rutina-: pensarte siempre es una de ellas.
Mi Diosa platónica escrita con versos en las hojas blancas de mi corazón,
dulcifica con tus labios mi triste agonía.
¡Oh! Alma, alma y alma de mi infame vida.
¡Oh! Mujer, mujer dichosa de mi cielo que ilumina mi tierra.
¡Ayyy! Alma mía de mi infierno, llévame a ese paraíso mío, tu corazón.
Y volemos juntos como vuelan las garzas en cada atardecer veraniego
y sembremos juntos las rosas rojas en el corral de nuestros labios.
Diálogo con la noche por su táctica y estrategia de abrazos
Hoy entablé una conversación con la noche.
Le hablé con el fin de aprender su táctica y estrategia de abrazos.
Le pedí una lección de su estrategia para el regocijo de tu cuerpo todo.
Le pedí una ilustración de su táctica de tranquilidad para acostar tu cuerpo todo.
Pero la noche sorda no movió sus labios.
Corrió y abrió la puerta y le dio la entrada orgullosa al día.
Otro día le hablé con silogismo a la misma noche que se volvió más simpática.
El objetivo fue aprender su táctica y estrategia de caricias con amor, siempre y eterno.
Pero la noche no quiso hablar más y desvió su mirada por otro lado.
Le seguí abriendo mi corazón para apuntar sus clases, su teoría, su método y su estrategia y táctica de abrazarte siempre, con frío, con calor, en silencio y en armonía, pero siempre con un inquieto amor.
La noche nerviosa saltó al río y me susurro la dulzura del agua que bebes de mis labios; y las estrellas neumáticas aplaudieron y el frío espléndido de olor a flores me acostó en tus ojos en el que he edificado ya mi sueño.
Todo eres tú
En donde posan mis ojos, el mundo se dibuja de ti.
Estás ahí, en todo, siempre.
En cada respirar te absorbo.
El viento que me visita sabe a ti.
Cada sabor de la comida tiene tu sazón.
En cada ruido de la vida oigo tu voz.
Mis manos tocan todo aquello
y todo aquello eres tú.