Opinión

El blues de la transición

Por Carlos Reyna

Sociólogo

El blues de la transiciónPresidencia de la República

“Parado en los puentes donde fluye el agua oscura” es una de las primeras líneas de un intenso blues de los Rolling Stones: Out of Control. Algo así, fuera de control, deben estar sintiendo al país el melómano Francisco Sagasti y su primera ministra Violeta Bermúdez.

Hace siete días aún crecía la campaña para sacar a su ministro del Interior, Rubén Vargas. Día tras día, los generales de la Policía Nacional renunciaban a sus puestos a través de orquestadas cartas públicas. El argumento era de que el nombramiento del Comandante General de la institución, el general César Cervantes, era ilegal.

La legalidad de la designación del Comandante General

Las cartas precisaban que esa decisión transgredía el artículo 8 del Decreto Legislativo 1267, o Ley General de la Policía, que según ellos obligaba a que ese puesto sea asignado a uno de los tres generales más antiguos y no a uno como Cervantes que estaba en el puesto 18 de antigüedad.

Pero eso es falso. Hacia el final del artículo 8 están estas líneas que facultan al Presidente a designar a un teniente general menos antiguo: “Cuando la designación del Director (ahora Comandante) General de la Policía Nacional del Perú recae sobre un Oficial General menos antiguo, los más antiguos a él pasarán a la situación de retiro por la causal de renovación de manera excepcional e inmediata”. Y a los afectados y sus defensores no les gusta mencionarlo porue obliga a que pasen al retiro a los que no fueron considerados.

Pero también porque otra decisión del gobierno fue que en adelante las áreas de adquisiciones de la Policía Nacional estarían a cargo de gerentes públicos de SERVIR, es decir profesionales civiles debidamente calificados, y ya no de oficiales de la policía. Algo muy racional por los frecuentes escándalos en materia de compras en la PNP.

La tercera razón tiene que ver con la investigación y sanción a los generales responsables de los jóvenes muertos y heridos por durante las marchas del 12 y 14 de noviembre. Oponerse al pase al retiro de varios generales era para complicar ese proceso, aunque algunos presuntos responsables aún continuaban en sus puestos.

La transgresión a la Policía “no deliberante y subordinada al poder constitucional”

Quienes sí estaban incurriendo en flagrante ilegalidad eran los generales que cuestionaban públicamente una decisión tomada nada menos que por el Presidente, su Jefe Supremo. Y lo hacían gestionando apoyo de congresistas, de periodistas que gustan de los abusos policiales y de algunas unidades policiales como la muy cuestionada Unidad de Servicios Especiales.

Haciendo eso incumplían lo mandado por el artículo II del mismo Decreto Legislativo 1267 referido a la naturaleza “no deliberante, disciplinada y subordinada al poder constitucional” de la Policía Nacional.

No quedó allí la cosa, también buscaron el apoyo de ex ministros del Interior, en su gran mayoría policías en retiro, y de altos oficiales de las fuerzas armadas también en retiro, varios de ellos vinculados a la llamada Coordinadora Republicana, un grupo de civiles y militares conocidos por colocar su noción de orden y autoridad por encima del Derecho.

O renuncia o no hay investidura

Como era de esperarse, las mismas bancadas del Congreso que colocaron al Señor Merino en el gobierno vergonzoso que condujo durante 5 días, amenazaron con no dar el voto de investidura al gabinete si no se cambiaba al ministro del Interior.

En la desesperación por salvar su cabeza, dicho ministro recurrió a una maniobra que terminó equiparándolo éticamente a quienes querían cortársela: un operativo de arresto y aislamiento de 71 supuestos senderistas, de los cuales solo se ha mostrado, como evidencia, la posesión de libros y folletos.

No le sirvió de nada. Un día antes de la presentación del gabinete ante el Congreso, el ministro Vargas tuvo que presentar su renuncia. Este, que era un civil, fue reemplazado por un general de la policía en retiro. Así de urgidos de certeza para el voto de investidura estaban Sagasti – Bermúdez.

Policía, el escudo frente a las protestas

Y es que la demanda de tender puentes y hacer concesiones a los generales de la Policía, mediante el cambio de Vargas, ya había comenzado a ser expresada incluso por políticos y periodistas que habían apoyado al gobierno de Sagasti.

Para entonces, ya se habían realizado los bloqueos por los trabajadores agrícolas en la Panamericana Sur, ocasionando daños a garitas y puestos de control. Estaban hartos, incluso desesperados, por la Ley de Promoción Agraria, que posibilitaba una explotación extremadamente abusiva. La ley se dio al final del gobierno fujimorista, se dijo que era transitoria pero fue renovada varias veces, la última por el gobierno de Vizcarra.

Literalmente, varios de aquellos periodistas manifestaron en sus espacios que había el riesgo de que otros sectores sociales bloquearan otros tramos en las carreteras, afectando sectores tan importantes como la agro exportación y la minería. Por tanto, el gobierno no podía continuar enfrentado con la Policía. Poco les faltó para gritar ¡Es nuestro escudo!

Así las cosas el Presidente Sagasti tuvo que desdecirse de la afirmación enfática, que hizo antes, respecto a que Vargas no sería cambiado. Como en el ajedrez, sacrificó un alfil para defender una mejor posición en el tablero.

Crecieron bloqueos

Mientras tanto el bloqueo continuó en la Panamericana Sur; apareció otro bloqueo de trabajadores agrícolas en el distrito de Chao, cerca de Trujillo; otro más, en la carretera central, por trabajadores del Complejo de la Oroya, que llevan años pidiendo que les sea entregado para autogestionarlo; otro más en el llamado corredor minero a la altura de Challhuahuacho, Apurímac, por comunidades que reclaman mayor acceso al canon minero. Y a ellos se sumaron las marchas de federaciones ronderas que piden el reconocimiento de la justicia que ellos aplican en varios puntos del país. En las últimas dos protestas, aparecieron también las demandas por una nueva Constitución.

Difícil contención de la violencia

Tal como ha tratado de hacerlo en el caso del conflicto con los generales de la Policía, el gobierno de Sagasti ha optado por bajar tensiones y tomar previsiones para que en las protestas en las vías no ocurran enfrentamientos violentos entre policías y manifestantes.

Pero el retroceso que tuvo ante los generales parece haber incentivado a algunos oficiales o efectivos a no dejar de lado sus respuestas más violentas. Y en Chao se produjo la muerte de un rondero joven por un disparo de bala en la cabeza. En el instante en que ocurrió había, en el mismo tramo de la carretera, un destacamento policial. Estaba, nunca mejor dicho, a tiro de bala. Investidura, ley derogada y bloqueos levantados.

El hecho ocurrió en los mismos momentos en que el Congreso debatía el voto de investidura para el Gabinete Bermúdez. Por la gravedad del hecho las bancadas decidieron dar por terminado el debate, dar la confianza al gabinete con una alta votación y dejar que tanto el gabinete como el Congreso se aboquen a definir qué se haría con la ley de promoción agraria, la causa del conflicto laboral en la industria de agro exportación.

No es frecuente que un Congreso haya dejado de lado su agenda para abordar de inmediato un caso grave de conflicto social. En el 2009, cuando ya comenzaba a desbordarse el conflicto amazónico en Bagua, el Congreso, dominado por apristas y fujimoristas, decidió un día sacar de su agenda el tema. Y al día siguiente ocurrieron las terribles masacres.

Aquella vez ocurrieron escenas muy similares a las de Apocalipsis Now, incluyendo helicópteros disparando sobre una masa de indígenas y una ejecución colectiva de policías. Ocurrió porque el Congreso abdicó de su función y se la delegó por completo a unidades antimotines.

El resultado esta vez ha sido que el Congreso aprobó derogar la cuestionada ley de promoción agraria y formar una comisión para que proponga una nueva norma. Ante ello, aunque hizo el intento de lograr una decisión menos radical, el Presidente Sagasti anunció que no observaría el proyecto y lo promulgó. Los trabajadores decidieron dar por terminados los bloqueos en Ica y en Chao.

No son rosas las que vienen

Mientras asoma una creciente de demandas y protestas sociales, los generales transgresores de la Policía y sus voceros políticos en el Congreso y en los medios, quieren recortar todavía más la autoridad legítima de Sagasti y reclaman una mayor represión a las protestas.

En el Congreso varias bancadas siguen empeñadas en financiar su popularidad depredando recursos fiscales. Incluso podrían terminar apoderándose de la presidencia del Congreso. Su agresividad se explica porque algunos de sus cuadros, como Alarcón (UPP) o Acuña (APP) están a punto de ser procesados judicialmente. Y Podemos tiene a su candidato presidencial, Urresti, con acusación de autoría mediata por homicidio y a su líder máximo, Luna, con orden de arresto.

Todo esto podría ser contrapesado por organizaciones partidarias democráticas más o menos consistentes, así no tengan militancias masivas. El punto es que las que podrían tener mayor credibilidad democrática son pequeñas y débiles. Esto se acaba de confirmar con las recientes elecciones internas.

Si quieren crecer y renovarse, un reto muy concreto para esas corrientes democráticas es el de sintonizar de alguna manera con, al menos, una parte importante de la juventud que marchó en noviembre y con los trabajadores que ahora en diciembre les están tomando la posta. Superar las brechas y recelos que aun los distancian.

Un desafío nada sencillo y una sensación para todos nosotros de estar al borde de todo o de nada. Como al borde de los puentes sobre aguas oscuras. El blues de Jagger y Richards es de todos.