El conflicto necesario
Teólogo y docente
Este primer mes del gobierno de Castillo está marcado por un evidente conflicto ya no social, sino político. Nuevo en su expresión, pero con el mismo formato que distingue a los conflictos sociales.
Hay una pugna entre los antes ninguneados, hoy en poder y los antes poderosos; hoy en el llano sin poder. Los ninguneados tienen acceso al poder legislativo, a los todopoderosos ministerios de economía, energía y minas o ambiente, sempiternos socios de la SNMPE y de la CONFIEP. También a las fuerzas armadas y policiales. Los ahora llamados opositores se han quedado con la dirección del Congreso y la gran prensa.
Los antes poderosos, aunque se llamen demócratas, utilizan – increíble – el concepto marxista de “agitar las contradicciones” que paradójicamente les ofrece pábulo el mismo partido gobernante sin estar en palacio y el nuevo inquilino de palacio, que siendo maestro guarda un inexplicable silencio.
Los elementos de intensidad y violencia, propios de los conocidos conflictos sociales, van escalando. Los perdedores hoy, no se enfocan en la gestión técnica o política sino en minar la imagen personal de los dirigentes emergentes, recurriendo como ahora arma infalible, al “terruqueo” vinculándolo al comunismo y apropiándose del concepto “democracia” como bandera de lucha. Perdieron tempranamente un adalid importante con la jubilación del virulento Cipriani, cuya acción política se mantuvo en el proceso electoral a través de la figura de López Aliaga. El sucesor, curiosamente apellidado Castillo, ha marcado distancia del quehacer político, favoreciendo así a su vecino de la Plaza de Armas. Algunos pocos católicos y evangélicos fundamentalistas, sumaron en la campaña electoral oraciones y acciones políticas, sin mayor éxito.
Las armas utilizadas por los opositores buscan debilitar la imagen de Pedro Castillo en todas las aristas del poder legislativo. Soterradamente los empresarios beneficiarios del otrora poder se han sumado haciendo lo suyo, subiendo precios de productos vitales para provocar la histeria del pueblo y a ella se suma la prensa, exponiendo la fragilidad de la economía y agitando el malestar por la situación. Así las cosas, la intensidad y la violencia están escalando rápidamente. Han mostrado su estrategia de lucha. La oposición, desde el congreso, ha elegido blancos a los que atacarán en orden de batalla. No hay duda que su blanco final será el presidente y sin duda, verán la manera legal para vacarlo y sacarlo del poder.
Preocupa que el presidente Castillo no reconozca o entienda que para gobernar debe contar con personas de alto nivel técnico y político. No basta recurrir a gente que ha participado de luchas populares sin anterior acceso o experiencia en gestión pública, y peor aún, con pasados fácilmente aprovechables para la oposición, desde historiales de misoginia hasta las posturas radicales, son aprovechados por la “prensa fiel al sistema”, para vincularlos fácilmente, en este caso al extinto Sendero Luminoso.
Temas como el ataque, dizque, “terrorista” en el VRAEM, anunciado durante la campaña por el ubicuo Rospigliosi, la sentencia al ex fiscal Chavarry o la comparecencia por delitos de corrupción de la Fujimori, han sido menguados convenientemente, nuevamente por la prensa.
Si el presidente Castillo no se asesora por expertos en diversos temas de gobierno e imagen, terminará regresando a su Chota querido, sombrero en mano, en el tiempo menos pensado. Mal ejemplo, nuevamente, de movimientos políticos de izquierda o cercanos a la demanda social que terminan desmereciendo largas luchas por la justicia y el desarrollo del bien común, por no saber que hacer cuando llegan al gobierno.