El derecho a vivir que no tenemos las mujeres
Abogada
La sangre chispeaba cuando la fría hoja del machete ingresaba con furia a su cuerpo. Doblegada, se resistía a morir. La tortura no sólo la vivió aquel día; en realidad ella no vivió, vivió muriendo.
El machismo cobró una nueva víctima en Cajamarca, esta vez en la provincia de Cajabamba. Juana Vásquez Esteban, fue mutilada, torturada, y asesinada por su pareja y padre de sus hijos Francisco Sánchez Carrión. Cuando él la vio a medio morir, huyó cobardemente.
Este caso trajo a la Ministra de la Mujer a Cajamarca, para dar seguimiento al caso, conversar con la familia y las autoridades, y conocer las deficiencias para la atención de las mujeres víctimas de violencia familiar. En sus declaraciones la ministra declaró que Francisco Sánchez Carrión merece “cadena perpetua”.
Año a año las mujeres somos víctimas de violencia. Los feminicidios son cada vez más trágicos, y las estadísticas no muestran cifras de disminución considerable. Las leyes han cambiado, en enero del 2017 se promulgó el Decreto Legislativo N° 1323 que fortalecía la “Lucha contra el feminicidio, la violencia familiar y la violencia de género”, modificando artículos del Código Penal, precisando de manera más específica los tipos penales, y aumentando las penas. Este año se aprobó en primera votación el proyecto de Ley 05159/2020-CR, que busca imponer cadena perpetua bajo más supuestos, tales como: si la víctima es menor de edad o adulta mayor, si la víctima se encontraba en estado de gestación, si se encontraba bajo cuidado o responsabilidad del agresor, si fue sometida a violación sexual o mutilación entre otros.
Las interrogantes surgen inmediatamente ¿Cuándo se verán los resultados? ¿Es verdad que penas más drásticas disminuirán los casos de feminicidio y violencia? ¿Están actuando adecuadamente todas las instituciones en la lucha contra la violencia contra la mujer? ¿Las medidas de protección que se otorgan a las víctimas están funcionando?
La dependencia emocional y económica nos está dañando. Mientras no podamos darle seguridad a las mujeres violentadas, no se podrá avanzar en el camino. Las medidas de protección otorgadas por los jueces, no pueden sólo señalar el cese de actos de violencia y hostigamiento; es necesario sacar al agresor del círculo de la víctima. Pero hay casos en que es imposible hacerlo, más aún si la mujer vive en situación de pobreza, o en la casa de los padres del agresor. Por ello es urgente la construcción de casas refugio, donde la víctima no sólo sea acogida, sino también que pueda tener atención psicológica.
Romper el círculo de la violencia es difícil, pero se puede cuando hay las circunstancias que te ayudan, de lo contrario es imposible salir del hoyo.