El fujimorismo necesita nuestra ira. No lo alimentemos.
Escritor e Historiador
Como era previsible, el grupo de poder fujimorista y sus aliados ha pateado el tablero y está intentando bloquear el discurrir del proceso electoral. No hay por qué fingir, causa ansiedad sin duda, pero es lo que se esperaba de una organización antidemocrática.
Está claro que el objetivo de este grupo, en el corto plazo, es ganar tiempo. Sólo falta saber para qué. Necesita, además, un escenario tenso, de inestabilidad e incertidumbre. Va a seguir intentando manipular a parte de la ciudadanía con su política de miedo, buscando generar la sensación de pánico, de robo, de fraude. Todo esto podría alimentar la agresividad, ya muy alta en redes, y la amenaza al menos, de violencia en las calles.
Generando este escenario coloca al país otra vez en crisis. Entorpece una transferencia urgente, apremiante, porque en el país se sigue muriendo y enfermando gente a diario. Su impase saca del foco la lucha contra la pandemia, el manejo de la economía y la vigilancia tan necesaria que se debe sostener respecto del Congreso.
A este grupo de poder no le importa colocarnos a todos en riesgo. Estos días ha mostrado su menosprecio por lo que le pueda suceder a la gente, incluido su propio electorado, al que no le permite procesar el resultado adverso. El que pierde necesita algo de sosiego, de ejemplos, de señales de respeto, para poder asimilar lo vivido con tanta intensidad, y asumir un nuevo rol y una nueva actitud de cara al futuro. Pero la manipulación de las emociones no les da descanso. Los mantiene en la ira y la actitud de guerra.
Menos aún le importan quienes votaron en su contra, a los que ha construido como enemigos. Su sabotaje no se va a preocupar por esa integridad ninguneada. Es posible que Fujimori y sus aliados deseen obtener la victoria en mesa, vía formalismos que disfracen su abuso. Pero esto no parece tan probable. Quizá están buscando una mejor situación para negociar, que les permita canjear paz por algo de impunidad. Esta no es una elección estándar para el fujimorismo. Su derrota puede implicar la prisión para muchos de su entorno. Pero sea cual fuere su objetivo, han decidido ir hacia adelante con inmensa negligencia.
Creo que es momento para mantener la calma y no regalarle el escenario de caos que desea. Es difícil sin duda, pero también podríamos distinguir entre este grupo de poder y la ciudadanía que ha votado por Fujimori. No son lo mismo. El fujimorismo y sus aliados nos está poniendo en riesgo a todos y todas.
También podría ser buen momento para que la Defensoría del Pueblo y los observadores internacionales se expresen. Y, sobre todo, para que no solo el candidato Castillo, el virtual presidente de la República, y los grupos políticos que lo apoyan, sino todas las fuerzas democráticas, junto con la sociedad civil, brinden el soporte al trabajo del sistema electoral y el respaldo a su labor.