Opinión

El gesto de Verónika Mendoza hacia los empresarios

Por Carlos Reyna

Sociólogo

El gesto de Verónika Mendoza hacia los empresariosFacebook Verónika Mendoza

El último viernes 5, respondiendo a las preguntas de Jaime Chincha (RPP), Verónika Mendoza se refirió a los empresarios de una manera inusual para una candidata a la que se atribuye un cierto radicalismo. Dijo que los consideraba aliados estratégicos para el desarrollo del país.

Es cierto que inmediatamente después hizo notar que se refería a los honestos, a los que respeten las reglas y con los que definamos prioridades claras para el bien común. Pero fueron tres las veces que usó el término aliados estratégicos en relación a los empresarios.

Lo de estratégicos da cuenta de que considera posible no solo acuerdos sobre temas circunstanciales, sino sobre asuntos de fondo y de mediano plazo, con al menos una parte de los empresarios. Para ello no contaría el tamaño de sus empresas sino su respeto por las normas y su compromiso con el interés nacional y el bien común.

Según se desprende de otras entrevistas y de su Plan de Gobierno, esa posibilidad no existiría para el caso de los corruptos y de los que se aferren a privilegios como los monopolios u oligopolios.

El punto es que con ese gesto, Verónika Mendoza marca diferencia con el pasado izquierdista, cuya tradición era la de las frases antagónicas, o en el mejor de los casos, la del deslinde de campos. En este punto, la manida acusación que le hacen Keiko Fujimori y algunos comentaristas anti Vero, de que está queriendo volver al pasado, no es verdad. Y en otros puntos tampoco parece que lo es.

El realismo político y social de la candidata de izquierda

Lo que parece que tenemos no es una candidata dispuesta a enarbolar el radicalismo sin importarle el contexto que vive el país. Esto no quiere decir que no tome en cuenta que en el Perú hay una polaridad social. Las imágenes y sucesos de la pandemia ha sido otra de esas circunstancias históricas que han puesto bajo una luz muy cruda las desigualdades, y su propio plan de gobierno nos remite una y otra vez a estas.

Lo que tendríamos más bien es a alguien que se ha percatado de que, además del abismo social del que hablaba Basadre, también hay, no solo mucha fragmentación política (su propia candidatura es a través de un partido que no es propio), sino también mucha vulnerabilidad, agotamiento, escepticismo y desmoralización entre los sectores que tendrían que ser el soporte de un cambio social.

No hay, pues, multitudes fervorosas, compactas y sedientas de victoria sobre sus explotadores. Lo que hay es gente que solo apoyaría un cambio sustantivo si a la vez no se le ofrece más sacrificio. Hemos visto demostraciones de combatividad pero de rápido repliegue. Excepciones valiosas, pero excepciones.

Y de estas circunstancias, la candidata concluye que sería insensato convocar a la confrontación, jugar a convertir la polaridad social en polarización política. Que hay que levantar otra vez la bandera de la justicia social, quizás con más energía que nunca, pero con la sagacidad necesaria para que, en esa, empresa los costos no sean mayores que los logros. En la hipótesis dudosa de que la polarización lleve al gobierno, es casi seguro que luego lleve al desgobierno.

Un plan de gobierno a caballo entre la pandemia y la post pandemia

Ese realismo se expresa no solo en las entrevistas de Verónika Mendoza. También está en el plan de gobierno de su agrupación. Se aprecian medidas pensadas para dos momentos. Para el control de la epidemia y la reactivación económica, primero, y para el rediseño del país post pandemia, que no puede seguir igual pues el altísimo costo social se debe a cómo está ahora.

En lo primero es donde el realismo aparece como pragmatismo. Una de las prioridades es el de la vacunación universal al más breve plazo. Todos los proveedores son buenos si cumplen las exigencias sanitarias internacionales. La afinidad política no importa. Igual pragmatismo se expresa en las medidas de reactivación económica. Así como se deben entregar bonos para los vulnerables en todo el país, también se necesita estimular Ia actividad empresarial con financiamiento y tasas de interés antirecesivas.

Otra de las prioridades une la necesidad del control de la epidemia con el rediseño del país: fortalecer el sistema de salud pública existente y en particular el de la atención primaria de salud, en el nivel local. Otra propuesta que se ubica ya de lleno en el rediseño, es la de un sistema único de salud pública universal.

Y hay otras, también en el sector Salud, que igual se ubican plenamente en ese rediseño, como, por ejemplo, el de una cadena de farmacias del Estado en todas las regiones del país. Esta medida posiblemente roce con la Constitución existente, que limita al Estado a un rol subsidiario del sector privado. Por ello esta quizás sea una de las nuevas cosas necesarias que le den sentido a una nueva Constitución.

Nuevo pacto social, alias nueva Constitucion

En cada sector considerado en el Plan de Gobierno de Juntos por el Perú -están prácticamente todos los sectores- se ensamblan el pragmatismo del corto plazo ante la pandemia, con el realismo del rediseño del país, del Estado, y de sus instituciones políticas y económicas. Realismo porque corresponde a lo que es y reclama el Perú de hoy.

Ese rediseño no pretender convertir al Perú en un país socialista, menos en un país estatista, sin garantías para la propiedad o la inversión privada. De lo que se trata es de un texto constitucional que fortalezca el acceso efectivo de la gente a los derechos clásicos como educación, salud, participación política. Y que sume a ellos los derechos que han ido apareciendo en las últimas décadas, en línea con las nuevas demandas ambientales, culturales, de género y de acceso a la comunicación digital.

Esto no se puede hacer sin redistribuir un poder económico muy concentrado en la gran empresa privada y de democratizar sustantivamente unos poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) demasiado centralizados, poco transparentes, y todavía menos responsables ante los ciudadanos. Poderes del Estado fácilmente cooptables por el poder económico privado.

Estos son los cambios necesarios para que el Perú no vuelva a ser el que encontró la pandemia. Son de una variedad y de una profundidad que necesita un proceso participativo y abierto y un evento ad hoc como una Asamblea Constituyente. Más aún ahora en que, por primera vez, la iniciativa no viene desde las cumbres del Estado sino desde la ciudadanía. Por tanto, sería la primera vez en que una carta constitucional podría llamarse pacto social con legitimidad.

La viabilidad de un Perú Nuevo

La viabilidad de esta combinación de medidas de control de la pandemia y reactivación económica para el muy corto plazo, y de rediseño institucional y económico del país, para inmediatamente después, tiene que ver con el realismo de la propuesta de Juntos por el Perú, de sus autores y de sus voceros, entre los cuales, la principal, es su candidata.

Pero ellas y ellos solos no van a poder. Parte de su realismo, si es que ganan las elecciones, será el de aceptar que muy posiblemente deban consensuar al menos una parte de sus propuestas con sus opositores.

Igual estos opositores, u otros actores con orientaciones distintas, tendrán que asumir que una parte importante de las propuestas de cambio constitucional, políticas, económicas e institucionales, contenidas en el plan de gobierno de Juntos por el Perú, sí debieran aprobarse.

El gesto de Verónika Mendoza, de haber extendido la mano a los empresarios, posiblemente se repita en el cercano debate de candidatos en CADE y sirva para ir instalando ese mejor clima de debate programático que se necesita para estas elecciones. En todo caso, corresponde a los destinatarios saber corresponder y aportar a ello.