El nuevo contexto de la relación Perú-Venezuela
Especialista en relaciones internacionales
Conforme al artículo 118°, inciso 11, de la Constitución Política del Perú, corresponde al Presidente Pedro Castillo, dirigir la política exterior y las relaciones internacionales; y, conforme al artículo 3°(a) del Reglamento de Organización y Funciones (ROF) de Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE), es función rectora de esta Cartera “formular, ejecutar y evaluar la Política Exterior, de conformidad con las directrices del Presidente de la República y la Política General del Estado”.
El pasado sábado 18 de setiembre, el Presidente Castillo, durante su participación en VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), enfatizó que “nuestro país sostiene y sostendrá relaciones diplomáticas con todos los países de América Latina y del mundo sin ninguna discriminación, caso contrario este sentido encargo del Perú profundo caerá en saco roto”.
Fijándonos estrictamente en la relación Perú-Venezuela, más que una carga ideológica, existen razones prácticas para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas (realismo político, según las relaciones internacionales).
En ese sentido, nos acercamos al millón y medio de venezolanos en el Perú, lo que supone serios desafíos para figuras como la nacionalidad, las migraciones, la incorporación legal a la actividad económica nacional, la delincuencia organizada1, la prostitución y la salubridad (VIH), entre otros tópicos.
Desde hace cinco años, aproximadamente, existe un vínculo in crescendo entre peruanos y venezolanos, y, para enfrentar adecuadamente los desafíos señalados ut supra, es necesario realizar coordinaciones, 2+2 o gabinetes binacionales, lo cual supone hacerlo con el gobierno en ejercicio, nos complazca o no.
Esto no supone necesariamente, repito, un accionar ideológico, sino pragmático, priorizando sobre todo la difícil coyuntura que afrontamos por la variante delta y una eventual tercera ola de la pandemia, y, con la posibilidad de nuevas pandemias y/o desastres naturales.
Asimismo, el nuevo contexto bilateral también se enmarca en el diálogo entre oficialismo y oposición en Venezuela, mediado (expresión jurídica) o facilitado (expresión política) por Noruega y con sede de las conversaciones en México.
Inteligentemente el Perú, comprometido con el derecho internacional y los medios de solución pacífica de controversias, ofreció ser sede alterna de dicha mediación. Incluso, el Perú podría dar un paso más adelante y ofrecerse acompañar el diálogo mismo, tal como lo vienen haciendo los Países Bajos y Rusia.
Finalmente, debemos reconocer que es tranquilizador que el Perú cuente, como lo sabemos todos, con un Canciller experimentado, con excepcional capacidad de gestión y de las mentes más lúcidas de Torre Tagle.
- El Gobierno de Venezuela podría cooperar a controlar la delincuencia venezolana en el Perú o llevarse a los delincuentes para que cumplan condena allá.