Opinión

El nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric: de la protesta estudiantil al sillón presidencial

Por Paloma Rodríguez

Licenciada en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en Historia mención Estudios Andinos por la Pontificia Universidad Católica del Perú.

El nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric: de la protesta estudiantil al sillón presidencialFoto: Contragolpe cl

Era el año 2011. Jóvenes universitarios indignados por la injusticia del sistema social, y económico chileno, salieron a las calles a protestar. Junto a ellos, se acoplaron los alumnos de educación escolar. Varios liceos y colegios en toma. Algunos hicieron huelga de hambre. Marchas con una gran afluencia, la mayor desde la “vuelta a la democracia”, exigían una educción pública, gratuita y de calidad. Que se dejara de lucrar con un servicio humano. Se cuestionó el segregado sistema educacional, y se evidenció la falta de oportunidades para los estudiantes que no contaban con privilegios. ¿Por qué casi todos los universitarios debían endeudarse para poder estudiar? ¿Cómo era posible que no se dieran garantías, o no fuera una prioridad universal la educación?

De esta forma, se comenzaron a crear las bases y a organizarse dando paso a un nuevo momento histórico. (La misma generación de la “revolución pingüina” del 2006, solo que la masividad de las protestas del 2011 creó un hito histórico). Luego de años oscuros, de silencio, persecución y muerte, los estudiantes volvían a tener una preponderancia política en el país. el movimiento estudiantil, fue un antecedente para distintas marchas que se sucedieron desde el 2011 hasta desencadenar el estallido social del 2019. El despertar del pueblo chileno, por ende, se podría rastrear desde ahí.

Es interesante también que era, a la vez, el primer mandato de Sebastián Piñera y, por ende, el de la derecha luego de la dictadura cívico-militar. Aquello contribuyó a cuestionar la herencia del pinochetismo en el plano político, económico y social que se había mantenido hasta la fecha. Así, se comenzó a sentir el hartazgo frente a los partidos y la política tradicional chilena. Había un fuerte descontento generacional, y se soñaba con una renovación de partidos y coaliciones. El mandatario les respondió a los líderes del movimiento estudiantil, entre ellos a un joven Gabriel Boric, estudiante de derecho de la Universidad de Chile, que “nada es gratis en esta vida”, cerrándoles las puertas para el diálogo o una solución. Hoy, diez años después, debió recibirlo en La Moneda, por la puerta ancha, y reconocerlo como el futuro presidente de Chile.

Recordemos que Piñera, en su primer mandato, subestimó el poder de los estudiantes, y, en el segundo, les tiró a los militares declarándole la guerra y cegando a su propio pueblo, y a la futura generación chilena. Ayer, Boric asumía el mando como un presidente dispuesto al diálogo, a la unidad y llamando a la no división del país. Yendo en contra del discurso del “enemigo interno” ocupado por Piñera, y de la campaña de odio y miedo de su contrincante de ultra derecha, Kast.

Gabriel, comenzó su vida política en la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), y en las protestas, desde la calle, sufriendo la represión policial. Desde entonces, se convirtió en un representante clave de las demandas sociales del pueblo chileno, porque ha sido parte de la generación que comenzó a gritar un cambio estructural ante un sistema neoliberal hostil para la vida digna. Luego, desde su puesto en el Congreso, ha abogado por defender leyes que amplíen los derechos ciudadanos. Por lo que su compromiso para garantizar los derechos de las mujeres, las disidencias y diversidades sexuales, la protección del medio ambiente y comenzar a derrumbar el legado de Pinochet sí es creíble y honesto. Así también el 2019 se mostraba dispuesto al diálogo, firmando el Acuerdo por la Paz Social para garantizar la Nueva Constitución, lo que anuncia un gobierno que va a buscar llegar a acuerdos.

Por otro lado, la elección del abanderado de Apruebo Dignidad dejó varios récords históricos. Por ejemplo, es el presidente electo más joven de la historia chilena. Tendrá 36 años cuando asuma el mando. A pesar de ello ha sido una figura clave en estos diez años en el país, logrando destacar por su liderazgo y carisma. Experiencia tiene, ya es hora de dejar de subestimar a las personas por su edad. ¿No que los jóvenes son el futuro del país? ¿Por qué sería malo, entonces, que asumieran el mando?¿Acaso Piñera fue capaz de gobernar bien?¿De comprender el malestar de los chilenos?.

También, es la elección con mayor participación ciudadana desde el voto voluntario. Estaba siendo ya costumbre en Chile la gran ausencia de electores en las urnas, pero en la jornada del domingo fue todo lo contrario. A pesar de la inusual (no) planificación del transporte público. Desde la mañana, usuarios de diferentes regiones del país y de varias zonas estratégicas de Santiago, se quejaron de la falta de movilidad, que fue, al parecer, restringida a la mitad. Circularon pronto videos de micros guardados en sus paraderos, cuando debían estar en funcionamiento.

Se culpó al gobierno de hacer “guerra sucia” en la jornada electoral. Lo cierto es que se comprenden las sospechas ante este inusual hecho. Y digamos que tampoco se buscó una solución para el problema por parte del mandatario, sino por los propios ciudadanos. La votación de esta manera se sintió como un hecho ineludible y urgente. Pronto, aplicaciones de taxis como Uber y Didi, comenzaron a dar descuentos para que las personas no dejaran de ejercer su derecho al voto en “la fiesta de la democracia”. Asimismo, existió una gran solidaridad y organización del pueblo como con la iniciativa #compartomiauto, o de los dueños de furgones escolares que los utilizaron para trasladar a personas a sus locales de votación. Aquella gran afluencia y movilización de chilenos a votar, generó otro hecho histórico. Kast es el primer candidato presidencial que no ratifica su triunfo en la primera vuelta. Es más, perdió por una gran brecha. Más de 9 puntos, cuando todas las encuestas daban una cifra bastante pareja entre ambos. Aparte de ello, Boric es el primer presidente elegido de la región sureña de Magallanes. Se espera que en su gobierno se descentralice Chile, y se de más relevancia y autonomía a las regiones.

No deja de ser emocionante ver que, luego de tantos años, sí se pudo. Que uno de “nosotros”, ajeno a la clase tradicional política chilena, llega al poder. Todo un simbolismo de reivindicación y de esperanza para construir un país mejor. Más solidario y empático. Nos sentimos y fuimos parte de un momento histórico. Marchar y luchar sí tiene recompensas. A pesar de la represión, del negacionismo, y de la violencia estructural. De tantos años de caminar, se logró llegar al sillón presidencial.

Por ende, es histórica también, la gran emoción del pueblo chileno. Notamos ayer las calles, las alamedas, de norte a sur, desbordadas de ciudadanos que celebraban al nuevo presidente. Luego de años de descontento, de sentirse ajeno a la política, a sentirse participe de ella. Boric representa un presidente del pueblo, para el pueblo. De un gobierno más horizontal, y cercano, sin dejar de reconocer su autoridad. Un líder acorde a todo lo que ha acontecido en Chile desde el estallido hacia la fecha. Chile, eligió la unidad, el amor, la solidaridad. El respeto por los derechos de tod@s, y el resguardo de la democracia. Se ganó con honestidad, con esperanza. Porque, “no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.