El problema de la vivienda no es un problema
Investigador principal asociado en el Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo - DESCO
Examinemos la siguiente paradoja: Toda la prensa se vuelve “prensa roja” durante las noches y en las mañanas. Nos muestra audios, videos y denuncias de asaltos, violaciones, abusos y muertes. Durante el resto del día esa prensa pretende ponerse seria y pregunta a jefes policiales, alcaldes, parlamentarios, ministros, presidentes y ahora a los candidatos sobre qué se proponen para resolver el “problema de la inseguridad ciudadana”. No ha sucedido lo mismo durante la pandemia en el caso de las pésimas condiciones de vivienda de las mayorías: no sólo de quienes están “en la punta del cerro” o en áreas de riesgo, sino también las de aquellos hogares en los conviven incómodamente varias familias.
Por supuesto que los noticieros acudieron felices a las ollas comunes, a los mercados de abasto y hasta subieron a los cerros para mostrar a la gente sufriendo de hambre en las peores viviendas que encuentran, en urbanizaciones sin desarrollo y también en barrios sin agua o con agua racionada. La parte roja de la prensa se cumplió. Sin embargo, al día siguiente nadie le pregunta a las autoridades de vivienda, al alcalde o al presidente regional qué hacen para atender esa situación. Un asalto nos remite al “problema de la inseguridad ciudadana”, pero ante una vivienda en malas condiciones a nadie se le ocurre preguntar por el “problema de la vivienda”.
La ideología nunca niega la realidad, pues todos tenemos ojos y la vemos. Lo que hace la ideología es proporcionarnos una interpretación de la realidad, una realidad explicada a partir de los presupuestos de quienes tienen el poder de imponer sus mensajes. Para la ideología imperante, la vivienda es percibida como una mercancía y el problema de millones de personas, como un “problema social” que no guarda relación con las políticas de vivienda -que siguen en un piloto automático-.
Los columnistas que publican los diarios no suelen ocuparse del problema de la vivienda de las familias de ingresos medios y bajos. Ni los periodistas le preguntan al MEF por qué el dinero que se destina al Bono Familiar Habitacional se considera como gasto público y no como inversión pública. Cuando una autoridad del sector presenta como logro el número de viviendas financiadas, nadie le pregunta por el porcentaje del déficit de vivienda atendido con ese financiamiento. Por lo demás, nadie le pregunta a los bancos y las empresas por qué edifican para las clases medias sólo si el Estado pone el dinero en el sistema financiero.
Por lo visto, la situación de la vivienda en el Perú no es un asunto digno de ser considerado de manera política. Aunque las familias de todo el país, aún en plena pandemia sigan construyendo o mejorando sus viviendas, esta realidad, que está a la vista de todos, no es percibida como un asunto que demanda una decidida acción pública. o siquiera un debate serio para superar los errores que nos han conducido a la situación actual.