El quechua en casa
Antropólogo y Profesor
Este es el segundo artículo relacionado al quechua en sus distintas variantes, una lengua llamada a ser potente y vigente en nuestro querido país y en América. Digo esto porque es la lengua indígena más hablada de América, ya que son doce a trece millones de habitantes de cuatro países sudamericanos quienes la usan cotidianamente. Además es la única que ha entrado a Google, por lo tanto que se puede escribir con un teclado normal y moverse en la red mundial que es el internet.
En el Peru, al igual que en Bolivia, Ecuador y Argentina, el quechua se habla en las familias campesinas (agrícolas y pecuarias) de los departamentos andinos de nuestro país. En los estudios sobre el número de quechua-hablantes no se hace mucho énfasis en esta realidad, a pesar de ser un tema pendiente de justicia social y cultural. El quechua es sobre todo hablado por campesinos, pastores, obreros mineros, artesanos, trabajadores del hogar y comerciantes y es una lengua sobre todo oral. La escritura que pudo ser una herramienta de defensa y promoción del quechua nunca fue apropiada con la fuerza necesaria. La escritura del quechua tuvo algún florecimiento solo entre 1920 y 1980 y hace muy pocos años sobre todo en el Cusco –recordemos los trabajos del Instituto de Pastoral Andina y la Biblioteca Oral Andina del CBC-, Huancavelica y Ayacucho, como algunos autores señalan. Da pena decir que más bien que son extranjeros de universidades de fuera los que no han dejado de estudiar y escribir sobre y en quechua.
Es triste tener que decirlo que hasta la fecha no tenemos un periódico ni una revista – ni física ni electrónica- en quechua, donde se escriba permanentemente y por lo tanto sea leída de forma constante. Todo este asunto tiene que ver con la escuela y el sistema educativo. Igualmente con la formación de un movimiento intelectual universitario de calidad que lidere este esfuerzo (temas que abordaré en el próximo artículo).
Otra realidad que tenemos que tener en cuenta es que las familias campesinas andinas están ubicadas entre los múltiples valles grandes o pequeños de los pliegues de nuestros fabulosos Andes (Antis). Gracias a esta estrategia de sobrevivencia ante la agresión que supuso la dominación y explotación del sistema colonial y republicano han podido sobrevivir y proteger su lengua, sus recursos y su propia vida. El investigador mexicano Leon Portilla llamó a esta estrategia como “zonas de refugio” gracias a la cual se protegieron los llamados “Inditos” en ese país. Esta dispersión y lejanía ha protegido sus riquezas pero a la vez las hace difícil de promover, sin embargo con los nuevos recursos tecnológicos y la ampliación de las redes viales de comunicación podremos llegar y unir a todos los quechuahablantes de nuestro país y de los otros países donde es vigente.
Una tercera comprobación de la realidad de nuestro quechua es que quienes más lo hablan y conservan son las mujeres. Esto es una riqueza ya que gracias a ellas la lengua se transmite y mantiene su riqueza lingüística, que es transmitida a los niños y niñas. Las mujeres en las comunidades son las encargadas de la selección de las papas, la producción pecuaria en lo que son carnes, pieles y lanas, etc. Esta función económica y social hace que las mujeres sean las que mejor conocen los nombres de las variedades de las papas, los nombres de las distintas variedades y colores de las alpacas, los tejidos y distintas iconografías o grafías que se confeccionan en las prendas de ropa que elaboran. La salud y las relaciones se regeneran y mantienen por el papel de las mujeres en la economía y la sociedad andina. Ellas hablan el quechua con gran fluidez y lo cantan en las fiestas y rituales del ciclo festivo anual agrícola y pecuario.
Las mujeres salen menos de las comunidades y por lo tanto no requieren aprender castellano u otras lenguas. Las mujeres de la familia son las que mantienen las relaciones sociales con la familia nuclear y todas las otras redes del tejido familiar extenso. Otro grupo de mujeres si sale para hacer comercio como trueque o bajo la modalidad de intercambio mercantil simple, donde se media con dinero. Este grupo de mujeres que normalmente son jóvenes o madres solteras aprenden castellano y son bilingües coordinadas que manejan ambas lenguas de forma muy fluida.
En las familias campesinas o pastoras, como digo, es donde se habla más el quechua y por lo tanto donde se transmite de manera más efectiva y exitosa nuestra lengua. Otro aspecto poco estudiado y considerado es que el quechua se extiende hacia la selva por la migración constante de las familias campesinas andinas que buscan nuevos medios de vida. Ellas son las que conservan y acercan el quechua a las poblaciones de las distintas etnias de nuestra amazonia via el matrimonio y otras relaciones con ellas.
Una realidad muy generalizada son las familias mestizas de los pueblos pequeños o medianos de la sierra peruana, donde también se aprende desde niño a entender y hablar quechua. El mundo mestizo es uno de los más dinámicos en la conservación y modernización del quechua en sus diversas variantes.
Otro tipo de familias son las que viven en las grandes ciudades de provincia, donde dependiendo de si son de origen comunal el quechua se enseña de manera fluida. En este tipo de familias las mujeres siguen siendo las principales transmisoras de nuestra lengua, pero dependiendo del padre y las aspiraciones de la familia, en muchas de estas familias interviene la escuela y la decisión de seguir aprendiendo o interrumpir esta transmisión.
La escuela o el sistema escolar es el responsable en gran parte de este freno y repliegue del uso del quechua. En las escuelas por lo general saber quechua es señal o muestra de ser indio, serrano, atrasado, de vergüenza, etc. Cuando el niño o niña en su escuela siente ese desprecio y rechazo de la sociedad mestiza o blanca ya no quiere aprender más su quechua, empieza a decir “si entiendo, pero no hablo” o simplemente dice “no sé”, o “no quiero hablar esa lengua” porque ´percibe que la sociedad mayor la desprecia y minusvalora. El estatus y el prestigio social tienen mucha importancia en estas familias de origen andino en camino de hacerse más urbanas, más blancas y más “ricas” económicamente. En algunos casos, como sucede con las familias mexicanas en los Estados Unidos, les prohíben a sus hijos aprender castellano porque no quieren que sufran la discriminación de ser llamados latinos, chicanos, etc. De esa misma manera los andinos en las escuelas, colegios y universidades sienten la discriminación, y esos los lleva a reprimir su ser y sentir desde su lengua.
Esta lucha por la sobrevivencia de la lengua desde las familias es quizás la más importante ya que es en casa donde se transmite y se valora la lengua. En este sentido también es de suma importancia que los medios de comunicación sean utilizados para la recuperación del quechua. Esta realidad social y tecnológica tiene que ser tomada en cuenta tanto por los gobiernos regionales como por el gobierno central. Si se quiere realmente promover y defender el quechua se tiene que promover su uso por los medios masivos de difusión.
En un estudio que hice los años 2016-2017 en un colegio parroquial de Jicamarca, Huarochiri, Lima, en una muestra de 247 alumnos del nivel secundario, resultó que los abuelos hablaban quechua, los padres un poco menos y los hijos cada vez menos. La mayoría de estos estudiantes provenían de departamentos como Huancavelica, Junín, Apurímac, Ayacucho y Huánuco, es decir zonas donde se habla mucho quechua en las familias. Otro resultado de la encuesta es que los niños nacidos en Lima sabían y escribían, alrededor de 12 a 15 palabras en quechua, podían entender a sus padres cuando les hablaban en quechua y podían responder brevemente, pero que cuando iban a sus pueblos les era imposible mantener una conversación fluida con sus abuelos.
En una de las preguntas de la encuesta, que tenía doce preguntas abiertas, sobre si les interesaría aprender más quechua, una de las motivaciones para aprender más era precisamente poder comunicarse mejor con sus padres y sobre todo con sus abuelos y sus comunidades. Finalmente, una sorpresa grata para mí, es que en casa tenían diversos textos, videos y música en quechua. Estos textos eran muchos de ellos religiosos es decir textos bíblicos, música andina en quechua, y videos de fiestas y costumbres de sus pueblos filmados de manera bastante sencilla, no profesional, pero relativamente abundante.
Esto muestra, otra vez, que las que más hablan y conservan el quechua son las mujeres y las niñas, que las familias conservan su lengua a pesar del proceso de perdida dramático de siglos de represión y minusvaloración. Mientras las escuelas y los docentes sigan ignorando o peor aun desvalorizando la lengua materna de sus estudiantes, el quechua no tendrá futuro. Sin embargo se puede desde las instituciones educativas recuperar el quechua y lograr que nuestros estudiantes puedan ser bilingües coordinados perfectamente, recuperando su autoestima cultural y psicológica. No solo aprender quechua sino otras lenguas como el inglés, el portugués o el chino. Los docentes tienen que ser pieza clave en esta propuesta que tendría que ser conducida por el Ministerio de Educación, los gobiernos regionales y organizaciones culturales lideradas por docentes que están defendiendo y promoviendo el uso del quechua como un derecho social y cultural, y que en cada región están surgiendo con mucho dinamismo.
Otra realidad muy importante es que en Lima hoy se habla más quechua que en muchas otras partes del país, por el número de quechuahablantes que han migrado de manera forzada como en la época de la violencia o antes. Hará unos diez años que en por primera vez empecé a oír hablar quechua en los buses de transporte público. Las que lo hablan son casi siempre mujeres que se dedican en las madrugadas a vender panes y alimentos de origen andino en los diversos lugares donde ellas saben que puede haber demanda. Esta comprobación me llevo a diagnosticar que hay familias en Lima que se dedican al comercio de alimentos y otros productos andinos en los grandes, medianos y pequeños mercados de esta ciudad. En estas familias se habla quechua de 5 a 9 de la mañana y nuevamente de 6 a 11 de la noche. De 10 am a 5 pm hablan ordinariamente castellano para cumplir con sus compradores y otras personas.
El quechua tiene que ser valorado desde las políticas públicas, para que también desde las familias lo sea, no pueden estar separadas estas realidades sociales. Hoy tenemos la posibilidad de revertir seria y efectivamente el proceso de pérdida de nuestra lengua usando los medios que nos da la TV el Internet y la radio y toda la tecnología de la comunicación tan dinámica que tenemos a la mano. Igualmente desde el ministerio de Educación se tiene que seguir impulsando la educación bilingüe de manera sostenida y financiada. El sistema educativo tiene que ser un aliado de esta recuperación pero requiere tomar decisiones claras y financiadas para lograr este gran objetivo nacional, recuperar nuestra lengua y sobre todo nuestra dignidad de pueblos originarios mestizos.