Opinión

El quechua en el campo y la ciudad

Por Carlos Flores Lizana

Antropólogo y Profesor

El quechua en el campo y la ciudadLuisenrrique Becerra

El quechua es un idioma propio de los descendientes de la milenaria cultura andina. Su origen coincide con la formación política más importante del área andina, es decir con el llamado “Imperio de los Incas” cuya capital fue el Cusco, hoy capital arqueológica del Perú. El quechua subsiste, después de tantos ataques de parte de la sociedad castellana impuesta desde la llegada de los españoles en 1532. La historia de esta batalla desigual e injusta ha tenido momentos muy difíciles, pero la lengua sigue arraigada entre los campesinos y pueblos originarios y sus descendientes. El soporte social de la población andina ha sido la comunidad campesina como unidad de resistencia viva. Esta realidad es muy importante de tener en cuenta a la hora de entender y pensar el futuro de nuestra lengua. En el Perú hay más de 5 mil comunidades campesinas registradas formalmente, con una población de alrededor de cuatro millones de habitantes. Un fenómeno parecido existe en Bolivia y Ecuador.

Esta primera afirmación es importante mantenerla a lo largo de nuestras reflexiones en estos artículos. Dice la antropología seria que las culturas enraizadas en la tierra son las más resistentes al cambio en todos los aspectos de la cultura. Esta realidad es en el Perú y en todos los países herederos del imperio inca que abarcan cinco países sudamericanos: Bolivia, Ecuador, Argentina, Chile y Colombia. Por esta razón el quechua es la lengua indígena más extensa de América, lo que le ha dado un lugar en el Internet. Los quechua hablantes con sus diversas variantes son campesinos y pastores que viven en comunidades encuentran nuevas formas de mantenerse unidos con quienes migraron a las ciudades.

La comunidad campesina es una realidad social que tiene su soporte en la propiedad comunal de un territorio determinado, que incluye tierras, aguas, recursos mineros, especies de animales y aves protegidas, patrimonio inmaterial, etc. Además es una red de parentesco que cuida al individuo y a las familias campesinas, con formas de cooperación en el trabajo y en la convivencia social que son sumamente importantes para la subsistencia física y espiritual.

La historia de cada una de ellas tiene una riqueza muy larga y profunda que se guarda en la memoria de los ancianos de la comunidad y se transmite y recrea de manera permanente. La lengua es fundamental para esta vida de resistencia y recreación. El calendario agropecuario anual es una rueda que circula lenta pero afectiva en cada momento. La lengua y todas las formas de comunicación viven en la comunidad dándose vida a sí mismas y proveyendo además el setenta por ciento de los alimentos que los peruanos consumimos.

Las comunidades son un espacio geográfico, tienen organización propia, se relacionan y cooperan para su complementariedad económica y social horizontal como vertical. Desde ellas migran las personas y las familias a las ciudades, ellas son las que alimentan con su movilidad social esta realidad social que es el Perú. Las familias migran van y vienen a sus comunidades de origen movilizando recursos y modificando la realidad de las comunidades y de las ciudades a las que se trasladan.

El quechua va y viene junto con las personas y por ello actualmente en Lima es una de las ciudades donde más se habla más el quechua. En la llamada “mancha india” que designa despectivamente a los departamentos de Cusco, Apurímac, Huancavelica y Puno, la presencia del quechua en las capitales de las provincias está viva y vigente. El mismo castellano que se habla está impregnado de términos y estructuras quechuas.

Es importante entender que la población campesina y pastora gestiona su organización social desde las comunidades, el poder se ejerce dentro de ellas en quechua, las autoridades se comunican en su lengua, el derecho comunal andino tan valorado en la actualidad gracias a las rondas campesinas y otras organizaciones lo hacen en quechua. Pero esta realidad choca con el derecho formal y el sistema judicial que se comunica en castellano tanto en la forma oral como en la escrita. Hasta la fecha no hay jueces que hagan justicia ni escritos en quechua. No tenemos una constitución que exprese esta realidad pluricultural que es una riqueza y no un impedimento.

En una propuesta de recuperación del quechua se tiene que tener en cuenta esta realidad. Además de las comunidades se tiene que tener en cuenta que los campesinos también están organizados en rondas y federaciones. La CCP y la CNA y otras organizaciones gremiales y políticas tienen que participar en este esfuerzo de recuperación y dignificación del quechua en todas sus variantes. La Red de Municipalidades Rurales y Urbanas del Perú (REMURPE) también tendría que estar incluida y comprometida en recuperar nuestra lengua. Los sindicatos mineros de todo el país están llenos de andinos que sostienen una de las fuentes más importantes de ingresos para el erario nacional, los que chacchan coca, toman chicha y comen charki son en su mayoría quechuas o aymaras. Igualmente, los miles de migrantes que trabajan en la minería legal e ilegal en las valles y ríos de la Amazonía.

Otro soporte social del quechua son los migrantes campesinos y pastores que han entrado en las ciudades con fuerza y han impulsado muchas formas de producción vinculada con infinidad de actividades económicas de todo nivel. Un ejemplo de ello es el emporio comercial de Gamarra donde se produce infinidad de confecciones y miles de productos necesarios para la vida. Los quechua hablantes hacen miles de servicios necesarios para las familias como el transporte, la alimentación, el servicio en casas, en las fuerzas armadas y policiales, el magisterio, salud, etc.

El fenómeno social e histórico de la migración y de la reproducción de alguna manera de la comunidad campesina en las ciudades de destino es muy importante a la hora de pensar en el futuro del quechua. Los migrantes en Lima se han organizado en clubes, asociaciones, y otras formas de organización. Así es como se ayudan y cuidan los migrantes en Lima, recrean las faenas, el ayni, la minka, la yanapa, etc en los llamados asentamientos humanos y urbanizaciones populares. Aunque han perdido el vínculo con la tierra la salud, la justicia, la cooperación en el trabajo y en la instalación de servicio básicos continúa. Se sigue chacchando coca, tomando chicha, haciendo rituales para curar las enfermedades, enterrando como en sus lugares de origen a sus muertos, cantando en sus fiestas y celebraciones, etc.

Además de la migración y la recreación de sus formas culturales y sociales, los migrantes son en general personas emprendedoras de miles de negocios de todo tipo, creadores de cientos de empresas medianas y pequeñas que son capaces de ofrecer servicios de todo tipo que ayudan y sirven al país de manera positiva y sostenida. Esos emprendedores son un soporte social muy importante para nuestra propuesta de promover y rescatar el quechua. Ellos con sus recursos y su empuje digno y lleno de autoestima. Como decía José María Arguedas “todavía estamos vivos”, kausashianchisraq a pesar de todo, teniendo muchas cosas en contra, seguimos sintiendo y creyendo en quechua, hablando en quechua, riendo y desafiando en quechua a un mundo que desea aplanar las diferencias y las lenguas.

Los nuevos medios de comunicación tienen que ser un aliado que potencie nuestra voluntad de dar vida y lugar a nuestra lengua. Ya lo estamos haciendo paro tenemos que apurar el paso para ganar tiempo. Una manera de comenzar es creando una revista virtual en quechua y crear debates sobre todas estas posibilidades que estamos viendo que hay.