El Senado que consolidará un régimen autoritario en el Perú (I)
Sociólogo
Las hojas de vida de las congresistas María del Carmen Alva y Francis Paredes ayudan a explicar, en parte, porqué la primera pudo maltratar a la segunda hasta bordear la violencia física para inducirla a cambiar su voto en el Congreso. También porqué a la segunda le costó trabajo reaccionar como debiera.
Elocuentes Hojas de Vida
Esas hojas de vida también son elocuentes sobre porqué la señora Alva dijo que la trató así porque son amigas y “así somos las mujeres”. O porqué la señora Paredes la excusó diciendo casi lo mismo, que eran amigas y “así es su carácter”. Lo más que se atrevió a decir es que si sintió algo incómoda, nada más.
La señora Alva nació en el distrito de Miraflores, Lima. Estudió y se graduó de abogada en la Universidad de Lima y tiene además otros estudios. Sus ingresos en 2019, antes de ser congresista, sumaron 237 mil soles. El domicilio que refirió ese año está en el distrito de La Molina. Su hoja de vida refiere tres bienes inmuebles por un total de 660 mil soles. Es hija de Miguel Alva Orlandini, integrante de una familia notable en Acción Popular que llegó a ser diputado entre 1990 y 1992.
Algo que es notorio cuando la entrevistan es que tiene pocas luces para expresarse sobre temas políticos. Por otros incidentes en el Congreso es más que evidente su carácter irascible. Por eso, debe haber sido su estirpe política lo que la ayudó a ser elegida teniente alcaldesa por AP en el distrito de Santa María del Mar, candidata no electa en 2016 y electa al Congreso en 2021 del cual fue presidenta y por ello ahora lidera la Comisión de Relaciones Exteriores.
Francis Paredes nació y está domiciliada en el distrito de Callería, en la región Ucayali. Su primer grado profesional es de profesora en un Instituto Pedagógico de Yarinacocha, Ucayali, y luego ha obtenido un bachillerato y un magister también en Educación. Sus ingresos anuales en 2019 sumaron 30 mil soles y declaró solo un bien inmueble por el mismo monto.
La señora Paredes no ha consignado cargos partidarios ni candidaturas antes de 2021, cuando postuló por primera vez en la filas de Perú Libre. No proviene de una familia con contactos políticos. Tiene sin embargo facilidad para expresarse y eso puede haberle servido para salir elegida y ahora integrar la comisión que preside Alva.
Dominación y Resistencia
Entonces la señora Alva, desde la altura de su dinastía política y de su capital social y económico –a lo que se suma su incontinencia- debe haber considerado normal haber jaloneado repetidamente de los brazos y las manos a la señora Paredes para que vote como ella quería y no como esta pensaba. Lógica de del amo.
Y la señora Paredes, consciente de que la señora Alva la ubica en un nivel inferior, que es irascible, y que preside la Comisión de Relaciones Exteriores, gracias a la cual se puede viajar mucho al extranjero, decidió reaccionar solo suavemente para no arriesgar nada. Sin embargo, mantuvo su voto. Sumisión pero resistencia.
Discrepancia sobre el Sur Andino
Con toda seguridad, ambas mujeres tienen otra discrepancia muy importante. Se trata de si hubo o no ejecuciones extrajudiciales y masacres cometidas por las fuerzas armadas y policiales en el Sur Andino. La señora Alva piensa como Dina Boluarte, que no pasó nada, que las fuerzas del orden actuaron de manera inmaculada y que la inquilina de Palacio de Gobierno, su premier Otárola y otros altos funcionarios, son inocentes. La señora Paredes, probablemente, piensa que sí hubo tal barbarie y que si son responsables.
Lo que representan Alva y Paredes
Alva y Paredes personifican, en la escena de la dominación total y la resistencia parcial producida hace unos días en el Congreso, y en su diferencia sobre las masacres del Sur, una polaridad que se ha extendido a todo el país. Alva representa a una élite supremacista que mira al resto como objeto de dominación. Paredes, a una cantidad de peruanas y peruanos rotundamente mayoritarios cuya resistencia se expresa sobre todo en las encuestas y muy parcialmente en acciones concretas porque estas les pueden costar caro.
Esa elite supremacista no está compuesta solo por políticos o políticas ignorantes y ostentosamente autoritarios como la señora Alva y tantos otros en el Congreso. También la integran personajes con un nivel alto de educación y de experiencia en sus temas, pero con un nivel básico en política.
Otro de Harvard
Hace muy poco, en un debate difundido por el Dialogo Interamericano, el politólogo peruano Alberto Vergara y dos representantes de Human Rights Watch y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos cumplieron su rol de mensajeros críticos de la sociedad, como decía Wright Mills. Repitieron lo que está documentado hasta la saciedad. Lo ha hecho suyo incluso el Vaticano a través de su Nuncio Apostólico y varios obispos peruanos además del propio Arzobispo de Lima. Sí hubo ejecuciones extrajudiciales y masacres bárbaras de sesgo racista a casi 50 peruanos.
Replicó Miguel Castilla, ex viceministro de Alan García, ministro de Ollanta Humala, y ex embajador del Perú en los EEUU, graduado en Harvard y en Johns Hopkins y alto funcionario en multilaterales como el BID. Con tantos laureles, Castilla sostuvo las mismas versiones que Dina Boluarte, que debe estar entre los dos presidentes más ignorantes junto con Pedro Castillo pero que supera a éste en cinismo. El economista de alto vuelo dijo que eran exageraciones, que no era tan dramático y que no se debía afirmar nada mientras no culminen las investigaciones que hace el Ministerio Público, muy autónomo según él. Como bien se sabe, lo que la Fiscalía viene haciendo es de todo menos investigar.
Lo más original que dijo Castilla es que no es cierto que la pobreza sea un factor de las protestas en el Sur. Sostuvo que la pobreza y otros problemas estructurales se concentran en las áreas periurbanas, no donde han ocurrido las protestas. Estas expresiones son otra manifestación de una elite que miran al Perú sólo como un lugar para hacer negocios. O sea, con desprecio.
El Senado que enloquece a María del Carmen y sus amigos
La señora Alva perdió los papeles porque el Senado que quieren imponerle al país significa mucho para ella y sus colegas parlamentarios, tanto a nivel personal como a nivel de los intereses de la derecha autoritaria en la que están enrolados.
En lo personal significa la posibilidad de reelección una vez culminado este Congreso. Eso está literalmente establecido en el texto del proyecto de ley que se está votando. Necesitan 87 votos para que sea una decisión que solo se tome en el Congreso sin participación ciudadana. Si no lo logran, el tema irá a referéndum y todo indica que perderán. Hace unos días obtuvieron 86, faltó solo un voto, el de la señora Paredes, por ejemplo.
Para la derecha autoritaria como colectivo, significa terminar de establecer el régimen autoritario que han venido construyendo desde que perdieron las elecciones de 2021. Después de las repetidas derrotas del fujimorismo, sacaron la conclusión que ganar presidenciales les era muy difícil. Hasta Pedro Castillo les ganó.
Optaron entonces por hacer las reformas para convertir el Congreso en el poder hegemónico del régimen político peruano. Habían obtenido la mayoría en 2016 e hicieron mayoría en 2021. Por eso vienen dándole más poder al Congreso desde agosto de 2021, a la vez que lo liberan de ciertos controles, como aquella reciente ley que establece que el procurador del Congreso será designado por ellos mismos.
En línea con ese objetivo, han ido tomando, con nombramientos sin transparencia desde el Congreso, el control de las instituciones que si se mantuvieran autónomas serían una barrera para sus fines: La SUNEDU, el Tribunal Constitucional y la Defensoría. Y van en camino de tomar el control de la Junta Nacional de Justicia, que nombra jueces y fiscales y a los jefes de los organismos electorales ONPE y Reniec.
¿Cómo así el Senado que buscan imponer sin referéndum significaría la consolidación del régimen autoritario que buscan establecer en el Perú? Lo explicaré en un artículo que se publicará mañana en Noticias SER.