Opinión

Elecciones 2021: nada está dicho aún

Por Julio Failoc

Economista

Elecciones 2021: nada está dicho aúnEl Peruano

La encuesta de IEP no solo ratifica la tendencia decreciente de Forsyth y Guzmán y el estancamiento de Mendoza y Fujimori, sino además muestra una movida en el tablero electoral: la tendencia al alza del candidato López Aliaga y una reducción importante (5%) de los que se resisten a votar por alguno de los candidatos. Aunque también se ha incrementado el porcentaje de los indecisos en casi 3%.

A diferencia de Ipsos Perú, IEP logró capturar la fotografía en el preciso instante en que cae Forsyth para colocarse por debajo de Lescano, quien pasa al primer lugar. Es decir, Lescano no supera a Forsyth, sino que la candidatura de éste se desmorona, a diferencia de López Aliaga, que desplaza a Urresti, Acuña, Guzmán y De Soto, producto de un crecimiento importante (de 2.4% en enero a 7.6% en febrero).

Si bien Mendoza y Fujimori se mantienen en el segundo y tercer lugar respectivamente, lo cierto es que el estancamiento de ambas va por el cuarto mes consecutivo, con un incremento casi desapercibido en el mes de febrero. Este estancamiento ha permitido un nuevo cuádruple empate técnico, pero esta vez con Forsyth en caída libre y un López Aliaga en franco crecimiento que amenaza con desplazarlas.

El problema de Mendoza es la presencia de Lescano, quién la ha desplazado del sur y del sector D y E, que es de donde provenía su votación. El discurso radical de Lescano y la corrida de la Mendoza hacia el centro izquierda le ha jugado una mala pasada. Al parecer el nuevo eslogan de campaña “vamos a cambiarlo todo” no está surtiendo el efecto esperado.

De la misma manera, en el caso de Fujimori, la presencia de López Aliaga (y también de Hernando De Soto) le está restando votos del sector conservador de derecha. López Aliaga ha logrado disputarle a Keiko el voto fujimorista y pone en riesgo la posibilidad de vuelva a estar presente en la segunda vuelta. Ni la mano dura, ni apelar al apellido Fujimori, y menos la promesa de liberar a su padre le ha funcionado.

Por el contrario, López Aliaga esta envalentonado y ha logrado remontar en las encuestas a pesar de sus exabruptos, prepotencia y arrogancia estructural. Su discurso homofóbico, contrario a los derechos civiles de las minorías y antiaborto ha calado en el sector conservador A, B y C.

La campaña millonaria que viene desarrollando y su exposición permanente en los medios de comunicación, con un discurso muy enfocado en las demandas y preocupaciones de la población, le ha surtido efecto: expulsar y meter preso a los principales funcionarios de Odebrecht, fusionar ministerios, generar empleo masivo, reducir las tasas de interés y convertir a Puno en una región productora y exportadora de baterías de litio han tenido cierto impacto en los electores. En cuanto a Forsyth, no hay mucho que decir porque pronto pasará al pelotón de los de abajo, salvo que redefina su estrategia de campaña y neutralice en algo su caída.

Si hay algo que le ha favorecido al candidato López Aliaga son los bajos porcentajes de los primeros lugares. Es fácil remontar una elección en un contexto de desconfianza donde los votos inválidos y la indecisión alcanza casi un tercio del electorado y el primer lugar solo tiene un poco más del 11%. Esto no hubiera sido posible en elecciones pasadas (por lo menos en los últimos 20 años), donde los promedios de votación de los tres primeros lugares sumaban no menos del 65%. Hoy los tres primeros lugares no llegan ni siquiera al 30%. Si bien las tendencias están relativamente marcadas, todavía hay mucho pan por rebanar porque la mayoría de los electores concentran sus votos a lo más por tres candidatos. En el año 2001 los tres primeros candidatos sumaron el 79% y en los procesos electorales del 2006 al 2016 alcanzaron el 65%. Esto ha significado que los votos del resto de candidatos se pulverizan y se trasladan a los tres primeros candidatos en el último tramo de la campaña.

Si lo señalado se repite en las elecciones del 2021 la concentración de los votos en los tres primeros lugares, aunado a la reducción de los votos inválidos, puede afirmar las tendencias marcadas o revertirla hacia otro candidato en caso de un suceso importante percibido por el electorado.

En el Perú los escándalos mediáticos y los miedos del electorado hacia determinados candidatos han revertido tendencias que parecían irreversibles. Ocurrió con Ollanta el 2006, cuando perdió con Alan García; también con Keiko en el 2016 cuando perdió las elecciones por apenas 40,000 votos, y ese mismo año, Verónika Mendoza no logró pasar a la segunda vuelta electoral a pesar que las tendencias la favorecían.

El Perú es un país de lo posible. Al final del tramo quien no cae, puede resbalar. Así están las cosas.