Esta no es la policía de la dictadura
Escritora
No, esta no es “la policía de la dictadura”. Es la policía de la democracia.
Lo que ocurre es que esta vez la causa que lleva gente a las calles es de lo más amplia y por eso la actuación de la policía aparece más condenable. Pero hay causas menos amplias o más bien sectoriales que en los últimos cinco, diez, quince años han llevado a gente a las calles (no solo de Lima) y esa presencia incómoda ha sido repelida y castigada con métodos similares o peores a los que vemos hoy, métodos que se han ido refinando y blindando legalmente en democracia, como no se han cansado de advertir las organizaciones de derechos humanos.
Hoy, con las imágenes de la violencia policial que circulan en redes y se escabullen en la cobertura noticiosa convencional, asociamos la actuación policial con la naturaleza ilegítima del gobierno de Merino y compañía. Identificamos esa violencia con un talante autoritario o dictatorial. Sin embargo, lo que hay desde hace tiempo, en democracia formal, es una gran autonomía de la policía peruana al momento de reprimir, facilitada por una gran laxitud de los legisladores -electos muy democráticamente- para contener el diseño legal de la represión. En democracia, el rol de las autoridades no policiales electas (presidentes, alcaldes) o designadas (vices, ministros) ha sido de mera regulación de intensidad. O de selectividad. Por ejemplo, que no es buena idea herir a periodistas (como ocurrió con el reportero Marco Ramón en la represión en el peaje de Puente Piedra en el verano de 2017)
Es casi natural entonces que un gobierno precario y defensista como el de Merino se encuentre en dos escenarios, no excluyentes. Uno, es un gobierno que no tiene en absoluto poder de regular, y la policía sale a "hacerse cargo" con su noción de tranquilidad pública, reñida casi por definición con el respeto a los derechos humanos. Dos, es un gobierno que ruega por represión (un reporte de idl-reporteros afirma que Merino llamó al ex-ministro Gentile para pedirle que reprima, ¡al ex ministro del gobierno que acababa de derrocar!).
Solo el Grupo Terna existe desde 2012. Desde entonces hemos tenido más de una docena de Ministros del interior que en una u otra medida han avalado (cuando no alentado o directamente felicitado) su desempeño en contextos que no pueden definirse como delictivos, de microcomercialización de drogas o de actuación de bandas, que son los ámbitos para los que originalmente se invirtieron recursos públicos en la creación de Terna, la más reciente de las tradicionales asesorías de origen francés que ha adaptado la policía peruana.
Veamos. Las tácticas terna (no portar identificación o ‘mimetizarse’ con el sujeto a intervenir) se han usado desde entonces en movilizaciones ciudadanas, por ejemplo en las marchas 2014-15 contra la llamada "ley pulpín" (con el ministro Urresti) o contra los maestros en las huelgas de 2017 (con el ministro Basombrío), solo para dar dos ejemplos del tipo de ministro que se alterna en interior: uniformados y sociólogos o abogados amigos de la PNP.
Estas tácticas no se han usado solo para atrapar vándalos o contener revoltosos en las marchas. Como lo han denunciado dirigentes magisteriales, estudiantiles o, en su momento, activistas de las "zonas", se han usado para arrestar a personas previamente identificadas por su rol de conducción de grupos o logística en la movilización, a personas que registran las maniobras policiales irregulares (fotógrafos amateur o profesionales), personas que eran marcadas" primero por un agente e "intervenidas" después por al menos otros dos.
En cuanto a los uniformados, la brutalidad, el uso de lacrimógenas como proyectil, los perdigones de goma al cuerpo, la correteadera con moto para repartir varazos o derribar a personas que huyen a pie, los acorralamientos, los robos de bandera, o el "sembrado" de pruebas (como le ocurrió en 2015 al ciudadano Antonio Coasaca durante el conflicto por Tía María) no son en el Perú tácticas policiales de una dictadura, ni patrimonio de gobiernos de derecha, ni de presidentes ocasionales "sin estudios" (!). Lamentablemente, son parte del repertorio policial en democracia. Peor aún, se trata de un repertorio perfeccionado en democracia. En esto que hasta la semana pasada llamábamos democracia.
Las diferencias pueden estar (están) en lo que sigue de las marchas. Si habrá más o menos impunidad, si los defensores legales serán igualmente reprimidos o mínimamente respetados en su labor, si habrá una cadena de mando o un ministro -uniformado o no- que rinda cuentas. Para el actual Ministro del Interior, el reincorporado Sr. Rodríguez, es fácil decir que ayer "no hubo agentes terna", porque siempre cabe la burocrática posibilidad de que no sean literalmente agentes de esa unidad del Escuadrón Verde, pero las tácticas sí que se usaron. Por lo demás, se capacita en ellas en las escuelas de policía.
Así que esta no es "la policía de la dictadura". Es la policía de la democracia peruana, la democracia producto de la transición que ahora tanto se añora. Es la misma policía que protesta tras protesta es felicitada por la mayoría de prensa "grande" de radio y televisión. Es la misma policía a la que hoy las y los manifestantes registran con sus teléfonos celulares y transmiten en sus redes sociales. Será bueno que lo recordemos cuando elijamos al siguiente gobierno democrático, o cuando esto pase y los que salgan a protestar sean otros con una posición menos consensual o más débil para enunciar el daño. Será bueno también que lo tenga presente la izquierda si pretende llegar al poder.