Facultad de Letras de San Marcos: una continuidad necesaria
El 9 de noviembre tendrán lugar las elecciones para el decanato de la Facultad en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Se postulan dos candidatos: Gonzalo Espino (representante de Letras Sí) y Jorge Valenzuela (Patio de Letras). Desde una perspectiva académica, quiero explicar algunos motivos por los cuales Letras Sí es la propuesta más sólida para seguir fortaleciendo la investigación y enseñanza de calidad en San Marcos. En primer lugar, un aspecto a destacar es el modelo de academia que se propone y se sustenta en los trabajos de quienes integran este grupo. Estamos ante un esfuerzo por generar un diálogo de saberes que vaya más allá de una mera concepción esteticista, o aislada, de la literatura y la crítica literaria. Al respecto, pueden mencionarse las propuestas de Carlos García Bedoya por estructurar una lectura de los sistemas literarios en su dimensión social. Recientemente, Marcel Velásquez ha publicado Hijos de la peste, libro que propone un análisis interdisciplinario para entender las crisis endémicas en Perú. Se pueden mencionar también la agenda sobre literaturas del siglo XIX donde destaca la investigación de Luz Ainai Morales Pino. Asimismo, los profesores que integran Letras Sí vienen trabajando desde hace años en consolidar estudios sobre literaturas indígenas, enfatizando la necesidad por descolonizar nuestra comprensión de las prácticas literarias. En este camino encontramos los aportes de Mauro Mamani, Dorian Espezúa, Gisella Gonzales, y, sobre todo, de Gonzalo Espino. Advertimos que, desde el postgrado de Letras, Espino ha impulsado que investigar sobre textualidades ameridinas ya no sea una anomalía, sino un campo que se va consolidando, tanto en el área andina y amazónica.
He hecho este recuento con dos objetivos. Primero, enfatizar el tipo de academia que se propone a partir de los trabajos de los miembros de Letras Sí. Segundo, resaltar la importancia de que la investigación es una pieza clave para consolidar a San Marcos como una universidad de primer nivel. Sobre este último aspecto, y como testimonio de mis épocas de estudiante sanmarquino de literatura, puedo asegurar que durante la gestión de Patio de Letras la investigación era lo que menos se valoraba. Los profesores no eran seleccionados por méritos, sino por afinidades, cercanías, y así se mantenía un sistema donde los únicos perjudicados, en su proceso de enseñanza, eran los estudiantes. Los cambios ante esta aparente “tradición” comenzaron a sentirse con los concursos públicos para contratar profesores. Letras Sí promovió entonces un giro de tuerca que tenía un claro mensaje: exigir calidad académica a los candidatos. Indiscutiblemente hubo errores en el proceso y puede cuestionarse algunos casos elegidos, pero la propuesta se hacía indispensable para cambiar un sistema que, durante el periodo de Patio de Letras, se reducía al amiguismo. No es de extrañar entonces que sean los profesores de Letras Sí quienes orienten los horizontes de la crítica literaria, publiquen en revistas indexadas de alta calidad y propongan una nueva relación entre las humanidades y la realidad peruana. Este último punto es clave, pues luego de la crisis del covid-19, se hace urgente construir otra concepción de la vida universitaria, no solo inclinada hacia las estructuras o herramientas analíticas, sino que conecte la investigación con una nueva apuesta institucional.
Dentro de otro de los logros académicos, hay que destacar la indexación y la digitalización de la revista Letras. Por lo general, en el contexto peruanos, las revistas indexadas y de prestigio surgían de la PUCP, verbigracia Lexis o Histórica. Durante el periodo de Letras Sí, esta revista de San Marcos ha logrado cimentar su calidad siguiendo, estrictamente, los procesos de publicación de los llamados “top journal”. La revista Letras puede jactarse ahora de estos logros gracias al trabajo constante en equipo. La regularidad de cada publicación, el sistema de pares ciegos, así como la exigencia que solo un porcentaje de profesores sanmarquinos publique, dejó atrás la modalidad de sacar un artículo solo por ser allegado a los editores (una tradición que sólo empobrecía la investigación desde San Marcos). Y en este punto quiero ser categórico: la agenda de Letras Sí se perfila hacia la exigencia de para investigar, pone de relieve que publicar no es un anatema sino un deber de difusión y discusión hacia una comunidad y que determina el valor del productor de conocimiento. Este criterio, dentro de la academia europea y norteamericana, es un hecho incuestionable, de aquí que el envío de un artículo, esperar una decisión y la edición final pueda demorar entre uno o dos años. Este profesionalismo y revisión minuciosa de un artículo ha comenzado a cimentarse con la gestión de Letras Sí.
Y esto se siente además en el mismo espacio que se ha logrado construir hasta ahora. Los salones en la facultad han pasado de ser espacios precarios a tener una computadora y un proyector. Entre 2005 y 2010, tiempo que estudié literatura en San Marcos, durante la gestión de Patio de Letras, pensar en un proyector en el aula era la cosa más inimaginable. Cuando algún profesor necesitaba mostrar imágenes era entrar en un atolladero: pedir el proyector por anticipado, confiar en la buena voluntad del personal administrativo, lidiar con un instrumento que parecía un vejestorio. Lo que más recuerdo de pedir un proyector, en aquellos tiempos, es el sonido de las ruedas: cuando se aprobaba que el profesor podía usar el proyector, lo llevaban en un carrito de ruedas torcidas, que daba tumbos en cada camino. Que el proyector llegase al salón, por fin, podía tardar casi unos treinta minutos, dejando un tiempo ínfimo para la clase y todo el trámite y preámbulo parecía un mal chiste.
Así como el proyector, otro aspecto del que carecía la Facultad de Letras en aquel entonces era un mayor diálogo transnacional. En los últimos años, a través de los convenios pactados durante la gestión de Letras Sí, se han fortalecido los vínculos con universidades del extranjero. El flujo se aprecia, sobre todo, en los seminarios del Postgrado. De aquí que la movilidad de docentes y estudiantes se ha hecho frecuente entre San Marcos y la Universidad Federal de Minas Gerais, la Universidad Federal de Bahía, la Universidad de Cagliari, entre otras. Dicha fluctuación debe mantenerse para que el estudiantado pueda debatir con otras tradiciones académicas, leer otras teorías y conocer otras formas de analizar un texto cultural. Se trata así de proyectar la Facultad de Letras hacia un horizonte futuro donde la diversidad de epistemes se conecten desde distintos ángulos.
Leyendo y analizando las propuestas del equipo de Letras Sí se aprecia, además, una preocupación para que el alumno egresado sea ayudado en sus trámites y desafíos laborales. Quien se haya visto confrontado contra la máquina burocrática de la Facultad de Letras sabe a qué me refiero. Pérdida de expedientes y documentos vitales, demoras en los procesos, poca predisposición para acelerar las solicitudes, nula empatía para los estudiantes que necesitan obtener un documento lo antes posible, han sido características de nuestro sistema administrativo. La propuesta de Letras Sí es promover la necesidad de servir al estudiante, la eficacia en resolver un problema concreto, que obtener una firma o un sello sea un servicio al otro y no resultado de un milagro. Junto a esta medida, se aprecia un interés por ofrecer herramientas a las y los egresados que les permitan lidiar con las vallas de la nueva ley universitaria. De acuerdo a esta ley, para obtener el grado de bachiller se hace necesario presentar un trabajo monográfico. En muchos casos, esto ha significado una dificultad, considerando las dificultades laborales de cada estudiante. Como resultado, sacar el bachillerato puede convertirse en una empresa de largo plazo. En este sentido, el grupo de Letras Sí viene ofreciendo diversas facilidades que ayuden a cumplir ese requisito, ya sea mediante grupos de investigación o investigaciones presentadas en los seminarios de tesis.
En términos de producción académica, lo que Letras Sí ha conseguido no puede cuestionarse ni reducirse a un segundo plano. Así las cosas, resulta esencial apoyar su propuesta institucional. El voto por este grupo (y su candidato a decano, el profesor Gonzalo Espino) ha de consolidar el camino hacia la facultad que deseamos. Como egresado y profesor visitante de San Marcos, considero que no podemos estancarnos, no podemos darnos el lujo de lo incierto, sino que necesitamos proseguir en el horizonte trazado por Letras Sí para que la Facultad de Letras se convierta en un referente académico de América Latina.