Fernando Eguren: “Esta no es una reforma agraria sino un cambio de las prioridades de la política agraria”
Corresponsal en Ayacucho
El lanzamiento de la “Segunda Reforma Agraria” ha generado muchas expectativas en las comunidades campesinas y otros actores rurales por el impulso que se le pretende dar a la agricultura familiar, pero también se perciben temas ausentes como el cambio climático y la concentración de tierras que son materia de gran preocupación e impacto en el sector. Para analizar este tema, Noticias SER entrevistó a Fernando Eguren, Presidente del Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES) y Director de la Revista Agraria y de Debate Agrario.
¿Cuál es su opinión del contenido de la “Segunda reforma Agraria”?
Lo que más ha llamado la atención es la palabra reforma agraria, que ha inquietado a mucha gente y a otros les has dado esperanza. Me parece que ha quedado claro, por las declaraciones de los propios miembros del Poder Ejecutivo, que esta no es una reforma agraria en el sentido que antes se entendía de expropiación o de cambio de las estructuras de propiedad de la tierra, porque además no hay condiciones económicas, políticas, sociales e ideológicas para hacer eso. Entonces, lo que creo es que se trata de una voluntad de cambiar las prioridades de las tres últimas décadas que consistían el apoyo y fomento a la agroexportación conducida por grandes empresas agrícolas. En ese sentido esta no es una reforma agraria sino un cambio en las prioridades de la política agraria. Y, ahora de lo que se trataría es cambiar de énfasis y atender a la agricultura familiar que constituye la mayor parte de agricultores del país que producen alrededor de tres cuartas partes de los alimentos que consumimos los peruanos. Es ahí en dónde están involucrados los campesinos, los comuneros los pequeños agricultores comerciales, eso es importante.
¿Las medidas anunciadas generarán cambios considerables en el sector agrario y la agricultura familiar?
Son básicamente nueve medidas, algunas de las cuales ya aparecen en los planes y lineamientos de política del Ministerio de Agricultura desde hace años, así que no son novedad. La gran novedad sería que este gobierno efectivamente las ejecute, porque los gobiernos anteriores no las han ejecutado ni les han dado recursos. De lo que se trataría ahora es darle decisión política, personal, recursos financieros para lo cual se necesita una importante capacidad de gestión. Las nueve líneas me parecen importantes, pero no basta la voluntad política porque se necesita recursos y la colaboración de los gobiernos regionales y locales.
Considerando la estructura gubernamental ¿en qué medida las deficiencias de coordinación y articulación podrían ser el cuello de botella para llevar adelante estas medidas?
Uno de los punto de esta “Segunda Reforma Agraria” es que requiere precisamente la articulación y la coordinación gubernamental, entre los tres niveles de gobierno, nacional, regional, provincial y distrital, así como un trabajo intersectorial. Y, nosotros sabemos que el Estado peruano tiene inmensas dificultades de relacionarse entre un ministerio y otro. Sin esa interrelación no se podrán consumar estos anuncios, incluso si se cuenta con los recursos. Por ejemplo, si se da asistencia técnica a los agricultores familiares y si no se acompaña con financiamiento, con la construcción de carreteras, entonces no me va a servir de mucho. Debe ser una intervención coordinada y está capacidad hay que crearla porque no existe, entonces es un gran desafío que tiene este gobierno.
¿Cuáles serían los vacíos de esta Segunda reforma Agraria?
Está ausente y no hay ninguna referencia al tema del cambio climático y de los recursos naturales. Sabemos que los eventos climáticos por el calentamiento global continúan y cada vez hay más impactos en las áreas rurales, porque afectan el rendimiento de los cultivos, aparecen enfermedades que no ocurrían antes porque ya cambió la temperatura. La mitad de nuestra agricultura, por ejemplo, no es de riego, depende de las lluvias. Una de las características del cambio climático es que las lluvias cada vez son más impredecibles, no se sabe cuándo va a llover y por ello es difícil saber cuándo se debe sembrar. Otro vacío está vinculado a la naturaleza misma, porque hay una importante pérdida de suelos en el país, en especial en la costa por la salinización de los suelos generados por la forma los sistemas de riego, el mal drenaje, entonces las aguas del subsuelo afloran a la superficie y rebasan la fertilidad de los suelos e incluso los pueden volver totalmente improductivos. Luego, tenemos la erosión de las laderas en la sierra, que son decenas de millones de hectáreas , frente a las que no hay políticas serías para detener este proceso.
¿Cuál sería la razón de este vacío en la propuesta?
Hay que precisar que el tema del cambio climático es un vacío en general en la política general del actual gobierno y de los anteriores. Entonces, es una inercia que vamos a pagar muy caro por los efectos cada vez más agudos del cambio climático y por la pérdida de los recursos naturales. Pasa lo mismo la contaminación de las aguas por la utilización de la urea, que son fertilizantes químicos que dejan residuos y contaminan el suelo y el agua, situación que tampoco se está tomando en cuenta. Esto incidirá sobre aquel sector de productores al que se trata de beneficiar, porque la pérdida de suelo, la pérdida de fertilidad y la sequía va afectar a la agricultura familiar. Ojalá que el grupo de trabajo que se ha formado ya tomé en consideración estás ausencia.
¿Qué es lo que se puede plantear en relación a la ausencia en la propuesta de los temas vinculados a la propiedad de la tierra?
Las autoridades de este gobierno han afirmado que se va a continuar con las grandes obras de irrigación como Chavimochic o Majes Siguas, y no se ha mencionado nada sobre que van a hacer con las tierras nuevas que se van a ganar. Recordemos que la práctica en los últimos 30 años es que esas nuevas tierras son entregadas y vendidas a grandes consorcios e inversionistas, agravando la desigualdad de la tenencia y aumentando la concentración de la propiedad de la tierra, sobre todo en la costa. Justamente una situación que ameritó la primera reforma agraria. Por ello es un tema que hay que ponerlo en el tapete.