Huancho Lima: la impunidad persiste, pero la memoria también
Activista de origen aimara y quechua. Estudiante del Doctorado de Sociología.
¡Aquí declaramos la capital del Perú, pero nos quisieron matar! Se escuchó el reciente sábado 16 de diciembre en la conmemoración de los 100 años de la gesta de Huancho Lima en la comunidad del mismo nombre en Huancané. Comuneros y comuneras, residentes viviendo fuera, autoridades locales, puneños y puneñas, peruanos y peruanas llenamos la plaza de la comunidad y escuchamos los testimonios de los descendientes de los pueblos que decidieron fundar a más de 3,800 msnm la “Capital de la República Tawantinsuyana del Perú”. Una capital en la que “todos fuéramos iguales” dijeron, pero en la que esta declaratoria trajo también que el estado y los gamonales a través del ejercito asesinaran a cientos y despojara de sus bienes a miles
Niñas y niños recitaron poesías, jóvenes hablaron de la necesidad de no perder la memoria, músicos acompañaron con el siku y el bombo, ancianas y ancianos que en aquel momento eran wawitas lloraron su indignación porque ninguna de las víctimas obtuvo justicia estatal, intelectuales e historiadores compartieron la palabra. Y de todas las edades teatralizaron lo sucedido, mostrando la organización, el intento de diálogo y la violenta represión
“Vinieron a saquear, porque estudiábamos de noche a ocultas, pero los gamonales no querían” me contó Alejandrina Luque, nieta de Antonio F. Luque, mártir desaparecido. Lo primero que se hizo en Huancho Lima fue quemar la Escuela de Añaña dijo llorando. A mistis y gamonales les ofendía que quechuas y aymaras se eduquen. Hoy, lamentablemente no es tan diferente con la poca prioridad dada a la educación rural, bilingüe e intercultural. La escuelita como símbolo de resistencia luce presente en la escenificación hecha.
En ese dolor por el asesinato, la humillación y el despojo el tiempo se detuvo y se encontró con las víctimas de Dina Boluarte y la clase política en el poder. Raúl Samillán, presidente de la Asociación de Mártires y Víctimas del 9 de enero lo dijo: “hoy se vive la misma historia en Juliaca y el Estado ha mandado nuevamente al ejército para asesinar a quechuas y aymaras”. Sus palabras resonaron fuerte y claro, la historia seguía repitiéndose.
“Pero, aunque quisieron ¡no han podido matarnos! ¡no nos mataran tampoco!” dijo Leoncio Sejje, presidente del comité organizador de la conmemoración. Un niño recitó el conocido poema a Tupac Amaru y todos lo vociferamos. A 100 años de la gesta de Huancho Lima su búsqueda de construir nación, a pesar de todo, nos sigue convocando y revitaliza la lucha en el presente.
“Necesitábamos este ánimo!” Me decía una hermana de Ilave, parte de la delegación que asistió con una banderola que enunciaba: “El mejor homenaje es continuar su lucha”. La banderola la pintaron los/as jóvenes, por cierto.
Huancho Lima es nuestro orgullo amargo por la fuerza de los nuestro y la impunidad del estado. Felizmente los familiares de Huancho Lima tampoco lo olvidaron. Marcharon orgullosos, como los descendientes de Rita Poma, jovencita que fue torturada por haber fundado escuelas. Ahora una niña orgullosa carga su nombre.
Hagamos nuestras las palabras de Raúl Samillán: “Buscaremos reconstruir esta patria y ahora más que nunca tenemos que unirnos para que esto nunca vuelva suceder, que se derrame la sangre de quiénes exigen lo justo”. A 100 años de Huancho Lima, imaginemos y hagamos posible que el centralismo y soberbia racista de Lima no nos nieguen el derecho a fundar capitales en todo el país, a pensar la política de forma radicalmente diferente, desde la historia y la articulación de nuestras diversidades, desde cuidar nuestro territorios y vidas jilatanaka kullakanaka. Gracias Huancho Lima por la posibilidad de pensarlo.