La batalla por la calidad en la educación universitaria
Antropólogo de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y y Educador de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
gabo.gomeztineo@gmail.com
Si bien la SUNEDU (Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria) cumplió la primera etapa de Licenciamiento Institucional de las universidades del país, en un proceso en el que se licenciaron 94 universidades y 50 – 47 de ellas privadas- no lo lograron por no demostrar condiciones básicas de calidad.
Como es sabido, antes del inicio de esta reforma universitaria, las condiciones de funcionamiento de las universidades eran catastróficas, sobre todo por la proliferación de universidades privadas autorizadas para funcionar sin los mínimos filtros, lo que tuvo como resultado una formación de pésima calidad, y profesionales sin las competencias y los criterios para desempeñarse idóneamente.
El plazo para licenciarse fue bastante prudente, iniciándose desde el año 2015, cuando las universidades solicitaron y comenzaron con la autoevaluación y la permanente medición para cumplir las condiciones básicas de calidad a través de los estándares como referentes de mejora. Pese a estos plazos prudentes, lamentablemente 50 universidades no lograron cumplir con las condiciones básicas de calidad (CBC) y como consecuencia entraron a los proceso de cierre según mandato de SUNEDU. En ese contexto, la batalla por mantener una educación de calidad en las universidades ha sido dura en estos últimos años; basta recordar algunos episodios como por ejemplo cuando la mayoría fujimorista golpeó a la SUNEDU a través la Comisión de Educación del Congreso, luego cuando se dio el golpe de Estado con Manuel Merino, su Primer Ministro otra vez quiso tocar el tema.
Ahora que estamos en época preelectoral para elegir a los congresistas y presidente(a), no se escuchan propuestas claras respecto a la defensa de una educación de calidad en las universidades, por ejemplo los partidos políticos que tienen vinculaciones directas con las universidades que no lograron licenciarse tienen el claro propósito de tumbarse a la SUNEDU porque afecta directamente a sus interés económicos, por ejemplo Podemos y Alianza para el Progreso, o por relaciones de clientelismo con las universidades no licenciadas como en el caso del fujimorismo. Ante este hecho es necesario que los ciudadanos estemos vigilantes, sobre todo el sector joven porque se trata del futuro y para ello el tener una educación de calidad como un derecho humano. No será raro que si en el próximo Congreso, estas fuerzas políticas vuelven a obtener curules, vuelvan a arremeter contra la SUNEDU, porque querrán que sus universidades vuelvan a operar para seguir lucrando con su mediocre servicio educativo.
Mientras tanto la demanda por el acceso a la formación universitaria es menester, sobre todo del grueso de jóvenes estudiantes de las universidades no licenciadas, quienes fueron afectados seriamente. Las respuestas que debe diseñar el próximo gobierno deben ser pertinentes e idóneas, y por ningún motivo deberá ceder cuando se plantee exonerar del cumplimiento de estándares básicos de calidad, de lo contrario volveríamos a fojas cero en calidad.
Recordemos que dentro del sistema de aseguramiento de la calidad educativa para las universidades, el licenciamiento es apenas un peldaño, porque se trata únicamente de cumplir lo mínimo. El segundo paso para asegurar la calidad, es a través de la acreditación que debe otorgar el SINEACE (Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa) ante quien las universidades licenciadas tienen que haber demostrado el cumplimiento de estándares más exigentes y complementarios a las condiciones básicas de calidad.
La educación es dinámica y cambiante, ello supone una mejora continua y permanente, la universidad que entiende esa lógica va a la par; renueva, reinventa, replantea de acuerdo a las necesidades territoriales y culturales para prestar un servicio educativo de calidad, pero aquel que piensa distinto queda en al arcaísmo y el pasado.
Tener una educación de calidad es un derecho humano, con ello garantizamos la competitividad del capital humano para desarrollar el país, por lo tanto debemos ser vigilantes y no permitir que políticos mal intencionados y hambrientos de poder quieran quebrar nuestro aún débil sistema de aseguramiento de la calidad en las universidades.
La pandemia ha traído nuevos retos a nuestras universidades, que tienen que ver con el desarrollo de ciencia y la tecnología, para no tener que depender de otros países para solucionar nuestros problemas. Si un sector de la clase política solo le interesa el lucro y la mediocridad y no la calidad, pues estamos a tiempo de elegir bien y cerrarle el pase para que no tengan acceso al poder.