La derrota de la chika mala
Economista
El escándalo que ha generado la aparición de Montesinos, luego de veintiún años, justamente por estas fechas, haciendo lo mismo, pero para el padre, nos hace prever una derrota definitiva de la chika mala. Y no es para menos, sus aliados la han abandonado para embarcarse en su propia estrategia de captura del poder. El intento de la chika mala de exigirle al presidente que intervenga ante la OEA para pedir una auditoría de la segunda vuelta, parece más una amenaza.
Desde esta columna habíamos advertido el daño que el fujimorismo podría producir a nuestra precaria institucionalidad democrática y lamentamos haber acertado. Han dejado heridos de muerte a los organismos electorales, al congreso, a los medios de comunicación, a los partidos que la apoyaron, a las personalidades que se jugaron dizque por la democracia y hasta el mismo Pedro Castillo, de quién medio país cree que es comunista y que convertirá al Perú en otra Venezuela.
La difusión de la “nueva temporada” de los Vladiaudios deja en evidencia que por lo menos intentaron comprar a tres de los miembros de JNE, lo cual todavía está por confirmarse. No descartamos que la “declinación” del “hermanito” y los destapes de la “intervención” de Montesinos formen parte de un complot para tirarse abajo el JNE y evitar que Castillo asuma la presidencia de la república, pero que, en esta estrategia, Keiko y Fuerza Popular quedan fuera de la jugada. La idea es desprestigiar al JNE y exigir nuevas elecciones con nuevos candidatos. Allí Popy Olivera se frota las manos porque jura que puede juntar a la derecha en torno a su posible candidatura.
El Congreso, así desprestigiado, se juega su última carta de tirarse abajo la mesa directiva para vacar al presidente Sagasti e intentar capturar el Tribunal Constitucional para ponerla a su servicio. Ahora que Sagasti tiene una aprobación del 56% y las vacunas avanzan viento en popa, ¿se atreverán a vacarlo? ¿Se atreverán los partidos desprestigiados que apoyaron a la Fujimori alinearse en esta consigna? Todo es posible, pero menos que Keiko Fujimori pueda ganar estas elecciones.
Los medios de comunicación no tienen vela en esta jugada, porque ya nadie les cree, y peor aún, están sin roche porque no pueden evitar la “nueva temporada” de los Vladiaudios. El Comercio ya tiró la toalla con su editorial "ya estuvo bueno" y que "no se puede seguir postergando la proclamación del nuevo jefe del Estado". Como dice nuestro amigo Walter Herz, le faltó terminar su editorial parafraseando a aquel gánster de El Padrino que al verse descubierto y derrotado, se jugó su última carta para salir bien librado: "dile a Pedro Castillo y al país que solo fue por negocios, nada personal".
A Vargas Llosa y Cateriano, la aparición de Vladimiro Montesinos los ha enmudecido, Lourdes Flores apenas murmura y dice haberse enterado lo de la auditoría de la OEA en el mitin convocado por Fuerza Popular. Más temprano que tarde “los salvadores de la democracia” dejaran sola a la chika mala.
Lo de la carta al presidente Sagasti para que exija una auditoria a la OEA de la segunda vuelta electoral, luego de haberle exigido al presidente que tiene la obligación constitucional de mantenerse al margen del proceso electoral, es solo un manotazo de ahogada.
Si hay algo malo que hizo muy bien la chika mala, es haber logrado que medio país le tenga miedo a Castillo y este convencida de que el profesor es un comunista convicto y confeso, y que les expropiará hasta las camisas.
La chika mala terminará sola, perdida y encerrada como lo dijo Montesinos. Si, y también abandonada y derrotada, como terminan los malos y las malas. Ella quedará herida de muerte, como las instituciones que petardeó sin piedad por una pataleta suya por no aceptar que había perdido por tercera vez las elecciones.
Yo me pregunto: ¿cómo sería el país si la chika mala hubiera aceptado su derrota y saludado a Pedro Pablo Kuczynski en las elecciones del 2016?