Opinión

La esclavitud en el Perú del siglo XXI

Por Pablo Najarro Carnero

Teólogo y docente

La esclavitud en el Perú del siglo XXICodeh Ica

Con las últimas manifestaciones en el norte y sur del Perú, se volvió a abrir la temida caja de pandora para los empresarios abusivos que por la malhadada constitución de 1993, tienen carta libre para seguir con privilegios que nos hacen pensar en épocas coloniales.

La distancia entre los que cada vez tienen más y los que nada tienen es asimétrica, inversamente proporcional. De los 7,625 millones de habitantes que tiene el mundo, el 1% acapara toda la riqueza. El año 1979, la Iglesia Católica Latinoamericana en su Reunión en Puebla (México) ya lo denunciaba diciendo que había “cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres”. Está peor.

El abuso, pecado o como quieran llamarlo es criminal, no tiene otro nombre. Es maquiavélico. Es el abuso del hombre por el hombre. Lo peor es que cada estado en sus constituciones debe ser el protector del ciudadano, pero eso es sólo letra muerta. En nuestra misma constitución se declara que en el Perú rige la “economía social de mercado” cuando es liberal a rajatabla. Leyes a la medida del empresario ladino. La pandemia nos lo mostró. Nadie puede denunciar a las farmacias que subieron los precios de una pastilla de S/ 1.00 a S/ 130.00. Por decir.

Muchos jóvenes salen de la secundaria dando un salto a la nada. En junio del 2017 era noticia mundial la muerte – quemados – de dos jóvenes encerrados en un container. Quisieron sumar a la precaria economía de su hogar, pero el sistema capitalista los obligó a ese trabajo de esclavo. Un poco más y los encontrábamos con cadenas.

El sistema no usará grilletes pero sigue la esclavitud social y económica. Las leyes de nuestro mismo gobierno son para que los criminales de cuello y corbata, para que los criminales “de apellido” que son dueños del Perú, sigan viviendo del pobre.

Los jóvenes y desempleados que trabajan en las grandes empresas son explotados al máximo. El famoso régimen CAS, ese que no da seguridad al trabajador, tiene en nuestro Perú a unas 300,000 personas en esas cadenas. Hacia el 2017, Eduardo Zegarra – investigador de GRADE – contaba alrededor de 93,760 en las cadenas de las grandes empresas agro exportadoras. Hoy fácilmente pueden superar las 100,000. Esas son las que han explotado en Ica y Trujillo.

Hoy escuchaba la expresión máxima de la sinvergüencería de un ex ministro del gobierno de Humala; la voz autorizada de los esclavistas del Perú, decir que “muchos ganan más del S/ 1,500”, diciendo que pueden llegar a S/. 2,500 trabajando a destajo. Criminal con todas sus letras. Obvio, si trabaja horas extras o trabaja el doble en su mismo horario o trabaja doble turno – eso no lo dice – es que ganarán lo que dice. Pero eso es explotación esclavista al máximo. La famosa SUNAFIL, esa que debía proteger de esas esclavitudes, ella misma tiene empleados CAS. De Ripley. De pasó nunca miró a los esclavistas de esas agro exportadoras. Empresas que se llevan todo para afuera para beneficiar a sus socios en su circuito de muerte para nuestro mismo país, pero que les deja inmensas ganancias asegurando el futuro personal y de sus nietos.

Estos empresarios tienen ganancia neta. Evaden los pagos de impuestos y seguridad que le corresponden al trabajador, lo hacen vía tercerización. Así, nunca están en planillas. No tienen seguridad, no tienen futuro. Los hijos de estas personas en el CAS, en la tercerización ¿Qué futuro pueden tener?, ellos mismos ¿Qué vejez tendrán?, los espera la pobreza. Algunos de sus hijos llegarán a tener estudios superiores, quizá el 1%, el resto será un asalariado más. Un explotado más. Un esclavo más.

Para explicar la situación de turbulencia social acuden la manoseada excusa de la infiltración “comunista”, ya se oyen las voces del que detrás de todo está SL. ¡Sinvergüenzas!, detrás de todo está la realidad que esta pandemia desnudó. Esa que ha matado a los más débiles, a los más pobres del Perú.