La indispensable formación docente en Educación Sexual Integral por parte del Ministerio de Educación
Socióloga
El contexto de aislamiento social, ocasionado por la pandemia del covid-19, ha agravado la vulnerabilidad de niñas, niños y adolescentes (NNA). De los 16,349 casos de violación sexual atendidos por los Centros de Emergencia Mujer a nivel nacional, entre enero y setiembre de 2021, tenemos que el 69.3% (11,322) de casos corresponden a NNA (MIMP, 2021). De los 330 casos de tentativa de feminicidio atendidos por los CEM, entre enero y diciembre de 2020, el 4.3% correspondía a NNA; y de los 236 casos atendidos entre enero y septiembre de 2020, el 3.4% correspondía a NNA. En el Perú, el 8.2% de adolescentes entre 15 y 19 años de edad son madres o estaban embarazadas, situación que se agrava en zonas rurales (12.4%) y llega a su pico más alto en regiones de Selva (14.3%) (INEI, ENDES, 2020). El 2% de mujeres entre 20 y 24 años estaban casadas o en convivencia antes de cumplir los 15 años y el 14.1 % antes de cumplir los 18 años de edad (INEI, ENDES, 2020).
Esta problemática, de tremendas consecuencias para la vida de NNA, debe de ser atendida por el Estado a través de sus distintas instituciones, como la educativa. Si bien es importante reconocer que el espacio educativo colabora en perpetuar las normas hegemónicas sobre los cuerpos, la sexualidad, los estereotipos y roles de género, que terminan por agudizar estas violencias; la escuela también puede ser un espacio de resistencia en el que se cuestionen las jerarquías entre los géneros y se promuevan vínculos respetuosos entre todas las personas. Desde una pedagogía feminista, una herramienta clave es la Educación Sexual Integral. Esta nos permite reflexionar y mirar críticamente las situaciones que irrumpen cotidianamente en la vida escolar, como la violencia de género, las maternidades y paternidades adolescentes, situaciones de discriminación por orientación sexual, el consentimiento en las relaciones sexo-afectivas, entre otras.
¿El Perú tiene política educativa de ESI?
De acuerdo a la investigación realizada por Jesica Baez (2016) “La inclusión de la educación sexual en las políticas públicas de América Latina”, en la política pública de los países de América Latina:
I. Una serie de leyes específicas sobre la inclusión de la educación sexual en el sistema educativo.
II. Una serie de leyes generales que de manera específica mencionan la educación sexual en el sistema educativo.
III. Una serie de documentos que aluden a programas provenientes de políticas públicas nacionales que abordan la educación sexual.
IV. Una serie de documentos curriculares sobre educación sexual (lineamientos curriculares, manuales, guías) dirigidos a jóvenes de la educación básica, docentes, etc.
El Perú no cuenta con una ley específica o general sobre educación sexual, así como tampoco con un programa proveniente de una política nacional que la aborde. Solo las escuelas peruanas de Educación Básica tienen a disposición los “Lineamientos de Educación Sexual Integral para la Educación Básica” (aprobados mediante Resolución Viceministerial N°169-2021-MINEDU el 03 de junio de 2021), los cuales fueron actualizados luego de aproximadamente 12 años de contar con los “Lineamientos Educativos y Orientaciones Pedagógicas para la Educación Sexual Integral” del año 2008.
Esta lenta incorporación de la ESI a la política educativa peruana se ha dado en un marco de tensiones y negociaciones entre el Estado, la Iglesia y los colectivos feministas y de derechos humanos. Mientras que la Iglesia peruana y grupos conservadores abordan la sexualidad desde un enfoque biologicista y biomédico que reduce la sexualidad a la prevención de embarazos adolescentes e infecciones de transmisión sexual(1), los grupos feministas lo hacen desde un enfoque de género y de derechos humanos que incluye los aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos en torno a las relaciones de género y sexualidades.
El Estado peruano, por su parte, al elaborar estos lineamientos posiciona la enseñanza de la sexualidad como un derecho social y del orden público. En ese sentido, las instituciones públicas y privadas, en sus diversas modalidades, niveles, ciclos y modelos de servicios educativos, deberán enseñar sobre sexualidad de manera segura, responsable y saludable, de acuerdo con la etapa de desarrollo y madurez de las y los estudiantes. Los lineamientos del 2021 abordan cuatro componentes básicos que debe incluir la ESI: (i) identidad y corporalidad, (ii) autonomía y autocuidado, (iii) pensamiento crítico y comportamiento ético, y (iv) afectividad y relaciones interpersonales. De este modo, la sexualidad no se refiere únicamente a las relaciones sexuales, sino también se vincula a aspecto sociales y culturales, los estereotipos de género, las limitaciones y expectativas que se depositan en cada sujeto de acuerdo a su identidad de género.
¿Quiénes son lxs actores que deben enseñarlos?, ¿se encuentran capacitadxs?
Diversos adolescentes, jóvenes que promueven y defienden la ESI como parte de una educación de calidad en los colegios peruanos, así como colectivos que forman parte de la Alianza por la Educación Sexual Integral ¡Sí Podemos!, han lanzado una campaña llamada #EsHoraDeCumplir Educación Sexual Integral ¡YA! que exige al Ministerio de Educación capacitar a lxs docentes para brindar la ESI en los colegios, siguiendo los lineamientos ya mencionados.
Efectivamente, estos lineamientos indican que son lxs docentes quienes deben de implementar la ESI transversalmente en las competencias de las áreas curriculares de acuerdo a lo señalado en los lineamientos y en el marco del Currículo Nacional de Educación Básica. Sin embargo, ¿qué sucede con lxs docentes peruanxs?, ¿están capacitadxs para abordar la ESI de forma transversal en la escuela? La reciente investigación de María José Sánchez (2021) “Ya no es como antes” Testimonios de docentes sobre castigo, disciplina y autoridad, nos recuerda la importancia de reconocer que lxs docentes llegan a las aulas con interpretaciones sociales de construcciones sociales que han sido aprehendidas a través de prácticas y experiencias concretas. En ese sentido, nuestras maestras y maestros tienen una concepción de la sexualidad, la violencia, las relaciones de género entre hombres, mujeres y diversidades, las maternidades y paternidades adolescentes, etc.
En esa línea, resulta urgente transitar de la normativa a la práctica. La investigación de Ángelica Motta et al (2017) señala que la capacitación en ESI a docentes ha sido esporádica, o brindada principalmente por la cooperación internacional. Se necesita, entonces, un programa de capacitación y sensibilización que i) sean sostenidos en el tiempo; ii) con un enfoque de género e interseccional que permita reflexionar sobre las maneras en que el género se entrecruza con otras identidades de clase, etnicidad, edad, discapacidad, orientación sexual, etc.; iii) que tome en cuenta las particularidades culturales y territoriales en las que lxs docentes y estudiantes están inmersxs; iv) enseñar a partir de valores menospreciados y que históricamente han sido atribuidos a lo femenino, como la capacidad de escucha y comunitario; v) con una mirada de cuidado entre docentes, que también podrían estar sufriendo algún tipo de violencia. El aprendizaje de la ESI, también implica un desaprendizaje de la sexualidad como mandato y tabú.
El Ministerio de Educación también deberá asumir el reto de evitar que la ESI sea percibida por lxs docentes como un tema más que cumplir dentro de la programación educativa, para que sea incorporada de forma transversal y cotidiana dentro y fuera del aula.
Para que lxs estudiantes sepan ¿cómo construir vínculos basados en el respeto y la no coacción?, ¿cómo se expresa el consentimiento sexo-afectivo en una relación amorosa? ¿cómo no ceder ante la presión de pares?, ¿qué exigencias sienten los hombres y mujeres para demostrar que lo son?, ¿cómo prevenir los embarazos adolescentes y las infecciones de transmisión genitales ?, ¿cómo prevenir la violencia de género y sus múltiples manifestaciones?, es necesario que lxs docentes también aborden la ESI no desde una mirada adultocentrista, sino acorde a las expectativas y pedido de los chicos, chicas y chiques en todas sus diversidades.
Como señala Barrancos (2021), socióloga argentina, el proceso educativo debe de estar presidido por la idea de que no hay justicia social sin justicia de género, para todos los géneros.
(1) Como documentó la socióloga peruana Fanni Muñoz (2017), el Ministerio de Educación creó el Programa de Educación Sexual (1996) y elaboró Guías de educación sexual, que luego serían retiradas de circulación por presión de la Iglesia Católica, institución que se hizo cargo de elaborar nuevas guías que limitaban la sexualidad al cuidado de las infecciones de transmisión sexual y al embarazo adolescente (Muñoz, 2017).