Opinión

La irracional extrema derecha peruana

Por Carlos Reyna

Sociólogo

La irracional extrema derecha peruanaAndina

Que un candidato presidencial provoque un pronunciamiento de la Asociación Psiquiátrica Peruana, ya es un indicio de que algo serio pasa con el comportamiento racional de ese candidato. Y eso ocurre con el señor Rafael López Aliaga.

Lo que ha motivado ese pronunciamiento han sido sus declaraciones sobre un fallo judicial. Este fallo descarta la penalidad por el delito de homicidio piadoso para el caso de una ciudadana que había demandado ejercer su derecho a decidir, ella misma, su muerte. El motivo es la enfermedad progresiva, degenerativa e incurable que viene sufriendo.

La sentencia dispone que en el momento que la ciudadana decida, EsSalud y el Ministerio de Salud deberán tomar todas las previsiones del caso para acatarla. Invoca el respeto a su derecho a una muerte en condiciones dignas, a la dignidad en general, y a no ser sometida a tratos crueles e inhumanos.

Un caso como este nos interpela a fondo. Pone a prueba nuestra racionalidad y nuestra empatía. Hace cientos de años que autores como Adam Smith escribieron que ambas nos distinguen a los seres humanos. Ante circunstancias de sufrimiento de una persona debemos usarlas por sobre cualquier otra inclinación, las dogmáticas, por ejemplo.

Ni racionalidad ni empatía

López Aliaga reaccionó de un modo completamente contrapuesto. Por las cosas que dijo, queda claro que no se preocupó por informarse de los detalles del caso. También, que no se puso en el lugar de la señora afectada. Pero además de una actitud irracional y sin la más mínima empatía, también mostró una absoluta falta de compasión.

No sólo declaró que la señora no debería comprometer en su deseo al Estado, sino que describió crudamente dos maneras en que ella podría poner fin a su vida por sus propios medios. En su muy obnubilado juicio, no tenía por qué haber llevado su caso ante los tribunales sino resolver su problema por su cuenta. Así de grave.

Lo singular de la conducta de este candidato hace pensar que el pronunciamiento de la Asociación Peruana de Psiquiatría no solo es para exigirle respeto a las personas en trance similar al de la señora sino también, muy sutilmente, para expresar preocupación por el equilibrio del propio candidato.

Otras perlas de López Aliaga

Este ha sido el acto más cuestionable de López Aliaga, pero ha tenido otros anteriores en los que es evidente un débil sentido de realidad. Todos podemos tener deseos, actitudes o argumentos no siempre racionales y objetivos. Pero cuando no lo son de modo notorio y recurrente en un candidato, caben dos posibilidades: o hay algún problema con la racionalidad del personaje o se trata de una estrategia de campaña.

Así es como ha manifestado que su candidatura ha sido resultado de una decisión divina, que postula por la Patria y por Dios, pues no es un político, sino una persona como cualquier otra. A ello le ha sumado afirmaciones claramente falsas. Por ejemplo, que hay una conspiración internacional de corrientes de izquierda para tomar control del Perú. En una entrevista con Rosa María Palacios, dice que Verónika Mendoza forma parte de esa conspiración que es “una ola marxista, abortera y corrupta”.

En la misma entrevista, asegura que se está ejecutando, en el Ministerio de Educación, un plan para “homosexualizar a niños y a niñas desde los cuatro años de edad” en los centros escolares.

Y entre sus propuestas tiene algunas bastante extravagantes, como la de vender la nacionalidad peruana a extranjeros, al precio de 500 mil soles por el trámite. O la de cerrar los programas sociales y reemplazarlos por un programa de voluntariado de estudiantes.

Algunas otras muestras de su falta de empatía y respeto a las personas las viene teniendo en público. Por ejemplo, a la misma Rosa María Palacios le respondió, primero, que “hay que ser un poquito más inteligente”. Y luego “no lo leas a la bruta”. Si así es en público, como será en privado. O peor, en una reunión con algún Presidente de otro país.

Hernando de Soto

A este candidato, antiguo apologista de la informalidad, también se le da por hacer afirmaciones poco realistas ni racionales, pero sí muy mentirosas. Afirma, por ejemplo, que él ha visto fotos de Verónika Mendoza reunida con mandos senderistas. No se detiene a pensar que Abimael Guzmán cayó preso cuando ella tenía 12 años y el último de los mandos senderistas fue capturado cuando tenía 19.

Luego se jacta, en una entrevista con Marco Sifuentes, de que se ha reunido con mandos senderistas. Por ejemplo, con el que era el número dos de Sendero y que, para más señas, era el que dirigía El Diario de Marka. Lo habrían buscado para que se pongan de acuerdo en resolver el tema de la pobreza, cosa que de Soto considera conveniente. El problema es que aquél ex director de El Diario solía ser Luis Arce Borja, un apoyador de Sendero que nunca fue mando senderista.

También asegura que el Ministerio del Interior tiene encuestas que lo ubican en segundo lugar, y que todas las otras encuestas son manipuladas por las distintas encuestadoras privadas. Dice que se manipulan en todas partes y usa como opinión autorizada nada menos que a…Donald Trump.

Y en apoyo a su propuesta de que las vacunas anti covid puedan ser manejadas con criterios de libre mercado, asegura que en Chile las están aplicando a extranjeros, entre ellos peruanos, pese a que casi todos los días las autoridades y periodistas chilenos desmienten eso.

Cuando el entrevistador le hizo ver que en su llamado gabinete alternativo, y en su lista para el Congreso, hay mucho fujimorista, De Soto respondió que en Perú lo que importan son las personas y no los lazos previos con alguna organización: “aquí la política es antropomórfica y me importan un pepino las instituciones”.

Keiko Fujimori

Entre las cosas de muy poca veracidad que dice doña Keiko está aquello de que su padre nunca fue un dictador sino que “a veces fue autoritario”. Otra, que su padre ya salvó al Perú una vez y, ahora, lo salvarán otra vez entre los dos.

Basta recordar el colapso institucional del Perú que Fujimori padre dejó cuando se fugó a Japón el año 2000, y la grave crisis política provocada por la bancada de Keiko en 2019, por órdenes suyas, para apreciar cuánto de realidad disminuida hay en lo que pregona la candidata respecto a sus roles como salvadores.

Otra de sus mentiras favoritas tienen que ver con el supuesto alineamiento de Verónila Mendoza con Cuba o Venezuela, o con su también supuesto estatismo o sus planes de volver a la economía de los 80s. Una mirada a su Plan de Gobierno muestra que no hay nada de eso.

La campaña actual de Keiko se caracteriza por la reivindicación de su padre casi al nivel de la apología, por la síntesis de sus actuales propuestas en la frase "Mano Dura", por su visible obsesión para ser la candidata preferida de las grandes empresas privadas, y por su defensa cerrada de que no hay nada sustantivo que cambiar.

De hecho, en una encuesta de la revista Caretas sobre el perfil político de los candidatos a partir de sus propias respuestas a varias preguntas, Keiko quedó definida claramente como autoritaria, conservadora y pro mercado.

Es fácil darse cuenta de que una campaña y un perfil de ese tipo, no tienen mucho de realista ni racional en este momento, y posiblemente le cuesten otra derrota. Quizás sean la manifestación de una pulsión reivindicativa, incluso vengadora, contra sus adversarios, pero justamente así es como son las pulsiones, irracionales.

Los tres de extrema derecha

Estos tres candidatos conforman el trio de extrema derecha que hay en estas elecciones. Coinciden en su conservadurismo respecto a temas como los derechos sexuales y reproductivos. Con matices, los tres dejarían el orden económico como está. Entregarían las vacunas a la lógica de mercado. Igual dejarían a la Constitución vigente.

El tono de derecha extrema queda marcado por su común desprecio a la institucionalidad democrática. En sus propios “partidos” ellos son jefes indiscutidos y providenciales muy por encima de sus seguidores. Y los tres tienen esa proclividad a las falsedades sistemáticas, con frecuencia ridículas, como parte de su arsenal de campaña.

A muchos nos pueden provocar risas por ahora. Sin embargo, si los demócratas descuidan su conexión con la ciudadanía más amplia, si no impulsan las reformas necesarias con convicción, oportunidad y efectividad, alguno de esos tres, u otro parecido, podría encontrar su oportunidad, ahora o más adelante. Ya ha pasado en otros países.