La tensa ruta hacia el voto de confianza para el Gabinete
Sociólogo
La discusión sobre las declaraciones del canciller Héctor Béjar sobre el terrorismo, con puntos de vista legítimos en algunos casos y maliciosos en otros, le ha añadido aún más tensiones a la búsqueda del voto de confianza del Congreso por parte del primer gabinete de Pedro Castillo.
Esa discusión, probablemente termine en la censura de Béjar pues sus dichos están siendo exprimidos afanosamente por sus opositores más extremos y han ganado aliados para sus ganas de sacarlo del gabinete. ¿Esto afectará el logro de ese voto de confianza? En algo, seguramente, pero no necesariamente hasta el punto de descartarlo del todo.
Hay que recordar que además del polo de extrema derecha, el fujimorismo y sus aliados liderados por militares en retiro, y del polo oficialista de Perú Libre y Juntos por el Perú, hay una amplia gama de corrientes que pueden ser opositores pero no quieren un desenlace que podría llevar a la disolución precoz del Congreso. Incluso en el polo opositor más extremo hay algunos que se han mostrado moderados en las primeras votaciones que han ocurrido.
De hecho, si uno de los dos polos termina ganando, ese será aquél que logre construir alguna empatía con los variopintos grupos que no están alineados con ninguno de ellos. El polo que gane será aquél que morigere su radicalismo y demuestre que quiere generar algún nivel de consenso sobre el rumbo del país. Eso es lo tendrían que hacer el Presidente Castillo, sus ministros, la parte de su bancada que le es más cercana y la de Juntos por el Perú, para ganar el voto de confianza. Eso no es imposible, veamos algunos detalles que así lo indican.
Una encuesta que parece muy adversa pero no lo es tanto
La última encuesta de IPSOS pareciera ser el peor de los augurios para el día que se vote la confianza. En comparación con todos los presidentes anteriores desde 2001, Castillo es el que comienza con la más baja aprobación y la más alta desaprobación. Por otro lado, lo muestra totalmente sometido a Cerrón, que, a su vez, es visto muy mal por la gran mayoría de encuestados.
Sin embargo, este aspecto de la encuesta es altamente explicable. No sólo por los importantes errores cometidos en las designaciones del gabinete y el pésimo manejo de la comunicación del Presidente, sino también por los 45 días de intensa campaña fujimorista Castillo post segunda vuelta, y por los escasos diez días que le dejaron para formar gobierno.
Además, apenas proclamado su triunfo por el JNE, los golpistas levantaron la consigna de vacancia. Y apenas designado su gabinete, la casi totalidad de los grandes medios aprovecharon sus errores para hurgarlo de un modo implacable, como jamás lo hicieron con ningún otro Presidente.
Otra vez el factor Cerrón
Pero también hay otro entusiasta colaborador de los resultados de la encuesta IPSOS: Vladimir Cerrón. Mientras Castillo, una vez proclamado y luego juramentado como Presidente ante el Congreso, se fue sumiendo en el silencio, Cerrón ha venido twiteando, hablando y declarando cada vez más. La incontinencia verbal de Cerrón para mostrarse como la brújula del actual régimen es otro factor de desgaste para Castillo.
Pero esta sobreactuación del Doctor, como lo llaman, también puede delatar otra cosa: su sensación que se va quedando sin piso y por eso su necesidad de hacerse notar. Una primera señal es que su hermano congresista fue elegido vocero de su bancada por menos de la mitad de los votos de sus colegas. La segunda, que el ala magisterial de la bancada haya anunciado su propósito de formar su propio partido, que eventualmente podría ser otra bancada.
Otras señales no gratas para Cerrón son la mayor consolidación que muestran en el gabinete los ministros distantes de él, como los de Economía, Salud, Justicia y Educación, y la opción por la no polarización que muestran los congresistas más visibles de Peru Libre.
En suma, Cerrón debe estar teniendo una necesidad de hablar proporcional a la sensación de que su piso no es estable. Todo esto puede preanunciar a un Castillo esperando discretamente a que su propio suelo se consolide para luego autonomizarse más claramente de un aliado que ya no es muy beneficioso.
La buena noticia de la encuesta
Además de los aspectos adversos, la encuesta sí tiene un aspecto positivo para el Presidente que no ha sido muy tomado en cuenta. Los números, en efecto, le son bastante adversos en Lima y regularmente adversos en el Norte. Pero le son aprobatorios en el Centro, Oriente y, sobre todo, en el Sur, en donde el 58 por ciento lo aprueba y el 21 por ciento lo desaprueba. Es prácticamente la misma configuración nacional que la de la votación de la segunda vuelta del 6 de junio. La distribución de las simpatías nacionales, por eso, no han involucionado aún hasta el punto de que hayan sido revertidas. Lo perdido aún se puede recuperar.
Otros indicios a favor
Un último detalle que indicaría que hay posibilidades de que el Gobierno pase la prueba del voto de confianza, dentro de diez días, es que el polo de extrema derecha está cometiendo sus propios errores, por una parte, y por otra parte, tiene problemas de cohesión en sus filas.
Ese polo ha mostrado una agresividad precipitada al proponer interpelaciones prematuras y comisiones investigadoras que dejan demasiado expuesta su vocación de derribar al gobierno. Además de la moción para interpelar al canciller Héctor Béjar han anunciado otras para varios otros ministros. Las comisiones, por otro lado, están destinadas a investigar las últimas elecciones generales y la gestión del gobierno en los muy escasos días en que está en funciones. Esto muestra una notoria vocación de perturbación cuando toda la atención debería estar puesta en el peligro inminente de una tercera ola pandémica y en la estabilización económica. Eso muestra que este bloque va a tener problemas para liderar a la mayoría del Congreso, aun cuando se salga con la suya en lo que respecta al Canciller Béjar.
La ruta
Por todo esto, el voto de confianza aún es ganable pero, para lograr las condiciones para ello, en los próximos diez días el Presidente, con el apoyo de sus ministros y congresistas más dotados para el diálogo, tendría que diseñar la ruta para retomar la visibilidad de su liderazgo, reiniciar su comunicación a través de los medios o de modo directo, y hacer más explícita su vocación para construir un imprescindible consenso básico sobre el rumbo del país con aquella parte de las bancadas del Congreso más dispuesta para ello. No es sólo por el bien de su gobierno sino por el del país y las poblaciones más vulnerables.