La vacuna antivariólica en Vilcashuamán (1810)
Historiador y profesor de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga.
Durante el proceso de la independencia los pueblos de Huamanga no solo padecieron las contiendas entre las fuerzas realistas y libertarias, las excesivas lluvias, sequías y la propagación de la rabia, también experimentaron los beneficios de la ciencia como la difusión de la vacuna antivariólica.
La viruela fue una de las enfermedades más nefastas de la expansión europea y en América provocó la mayor mortandad entre las poblaciones indígenas. Al igual que su llegada en las carabelas europeas, su cura también procedió del viejo continente. Desde que arribó a Cartagena (Nueva Granada) en 1804, la vacuna fue propagada intensamente en los virreinatos y desde Lima fue llevada a Huamanga y en 1810 a los pueblos de la provincia de Vilcashuamán.
Hacia la primera década del siglo XIX, la provincia de Vilcashuamán, ubicado en el curso del río Pampas de la parte central de la intendencia de Huamanga se componía de 10 curatos: Vilcas, Vischongo, Zancos (Huancasancos), Canaria, Hualla, Huancapi, Huancarailla, Chuschi, Totos y Cangallo, la capital. Era una intendencia predominantemente indígena, con presencia de mestizos y una reducida población de españoles.
La llegada de la vacuna antivariólica a Vilcashuamán fue obra del subdelegado don Cosme Echevarría, quien al asumir dicho cargo en 1808 y al hallar a la población afectada por la viruela y sus secuelas mandó a llevar la vacuna desde Huamanga costeando todos los gastos de su propio peculio. El 11 de enero de 1810, el subdelegado informó: “Últimamente si es cierto que … de esta dicha capital (Huamanga) traje el fluido de la vacuna y a mi costa estoy pregonando en toda la provincia … deseado todo debido a mi zelo y aplicación al bien público, aunque por ahora no conozcan los incultos las ventajas que esta operación admirable resultan a la humanidad y al estado”.
Desde Huamanga a la capital de Vilcashuamán, la vacuna fue llevada por dos niños indígenas y el cuidado del personal de salud don Ambrosio Llosa. Don Eusebio Infante, vecino español establecido en el pueblo de Chuschi indicó: “que sabe y le consta que mando dos muchachos a la ciudad de Huamanga con destino de traerse en ellos el fluido de la vacuna la que fue conseguida y por un operario llamado Ambrocio Llosa, ha estado haciendo esta operación en la capital de Cangallo sin haberle gravado a nadie, sino todo a costa que todo lleva dicho”.
La vacuna fue bien acogida e inmediatamente fueron beneficiadas sin distinción alguna las familias españolas, mestizas y fundamentalmente los indígenas.
Desde Cangallo la vacuna siguió siendo difundida a las demás doctrinas, aunque a mediados del mes de febrero de 1810 aún no había llegado a los pueblos más distantes y las autoridades indígenas estaban a su espera. Don Julián Quispe indio principal del pueblo de Colca refirió: “que el fluido de la vacuna introducida por el subdelegado presente ha estado corriendo en las otras doctrinas y que no había asomado a esta pero que mediante el favor con que los mira el predicho esperan lograr de aquel beneficio en sus amadas proles”.
La vacuna tuvo un efecto inmediato y los indígenas estaban agradecidos por la labor de don Cosme Echevarría. Don Pedro Barrios, indio principal de la doctrina de Huancarailla no solo testificó sobre la llegada de la vacuna y la labor del operario Ambrosio Llosa, sino también dio a conocer su agradecimiento por la propagación de la vacuna “por el bien que les ha hecho en toda su doctrina”.
En los siguientes meses la vacuna paso a ser difundida en las diferentes provincias de Huamanga, pero su circulación terminó siendo interrumpida con la agudización de las guerras independentistas. La labor del subdelegado Cosme Echevarría tuvo una importancia trascendental en beneficio de la salud y de esa manera, en los últimos años de la administración virreinal mantuvo el mayor porcentaje de la población indígena identificada con el gobierno borbónico, brindando su apoyo a las fuerzas realistas.
Por otro lado, Cosme Echevarría durante su administración modernizó los pueblos de la provincia de Vilcashuamán: priorizó la limpieza de las calles, mandó a reconstruir los puentes, el cabildo, los templos, puso en funcionamiento la primera escuela en Cangallo e implantó la justicia prohibiendo los robos y abigeatos que venían cometiendo Los Morochucos. Con estas reformas, el subdelegado terminó siendo una autoridad apreciada por unos y odiada por otros. Desafortunadamente, terminó siendo ajusticiado en la rebelión independentista de 1814.
A más de 200 años, los pueblos de Vilcashuamán vienen atravesando una situación difícil por la carencia de las lluvias, los incendios forestales constantes y el temor al covid-19, y esperamos que también se beneficien con las vacunas que ya empiezan a difundirse en las principales ciudades del mundo.