Las mujeres y sus monumentos: una aproximación a cuatro esculturas en Lima
Bachiller en Historia por la UNFV, cursa la maestría de Regeneración urbana en la UNI
Existen pocas representaciones de mujeres en el espacio público limeño. Sin embargo, esta característica no es solo una particularidad de nuestra ciudad. En Madrid existen 207 monumentos, pero solo 43 pertenecen a mujeres; mientras Chile -que no cuenta con un registro de esculturas de mujeres-, formó en el 2003 el Comité “Mujeres en la Memoria” para conmemorar a las mujeres víctimas de la represión política.
En Lima, los monumentos de mujeres surgieron por diversas circunstancias, muchas veces producto de un acontecimiento específico o el interés concreto de alguna autoridad. A principios del siglo XX la preocupación por la salubridad y la infancia tomó un papel predominante destacando la figura de Juana Alarco Espinoza de Dammert, benefactora y filántropa de la niñez peruana. Nació el 27 de mayo de 1842 y completó sus estudios en Francia, donde se interesó en la atención médico-social de la madre y el niño. Retornó al Perú en 1886, convocando al año siguiente la solidaridad de las “Damas honorables de la República” con el objetivo de formar la Sociedad Auxiliadora de la Infancia, institución que brindó educación y alimentos a los desvalidos. Promovió la creación de una escuela Maternal en 1896 y en 1902, la primera Cuna Maternal ubicada en el distrito de Barrios Altos para niños de siete a doce años, dirigida a las madres que necesitaban trabajar mientras sus hijos estudiaban. Esta propuesta de apoyo social, proporcionó a la mujer cierta libertad de organización económica y a la infancia el desarrollo educacional y de salud, convirtiéndose en un ejemplo para el país. Fue considerada por el gobierno de Augusto B. Leguía precursora de la familia y la salud peruana, por lo que se le erigió un monumento ubicado en el parque que lleva su nombre en el Cercado de Lima, el 31 de diciembre de 1922.
Otro caso notable es el de María Laos Arguelles de Miro Quesada, esposa de Antonio Miró Quesada de la Guerra, director del diario El Comercio entre 1905 y 1935 desde donde defendió su posición civilista, aunque no fue vocero del partido. El 15 de mayo de 1935, los esposos Miro Quesada se dirigían al Club Nacional cuando a la 1:45 p.m., Antonio recibió tres disparos por parte de Carlos Steer Lafont, dirigente de la Federación Aprista Juvenil. María Laos usó su cartera en defensa, sin embargo, recibió dos disparos en el rostro falleciendo instantáneamente. El presidente Óscar R. Benavides ordenó que rindieran honores de Ministro de Estado, colocándose una placa conmemorativa en la actual Plaza San Martín. Durante el gobierno de Manuel Odría se inauguró en 1952 un monumento dedicado a María Laos, ubicado en la plazuela de San Marcelo. En su placa se lee: "La nación a María Laos como reconocimiento público al sacrificio de su vida que traduce las virtudes de la mujer peruana" en memoria de su heroísmo como esposa y compañera de matrimonio reforzando una figura femenina de entrega y sacrificio.
En la lucha del sufragio femenino, un caso significativo es el de Elisa Rodríguez Parra de García Rosell, nacida en Lima en 1876. Fundó la revista femenina “Universal” y dedicó su vida al frente del Comité Nacional Pro-Derechos Civiles y Políticos de la Mujer. Fue presidenta de la Asociación Nacional de Mesas Redondas Panamericanas del Perú, asociación que velaba por el desarrollo cultural, cívico y de confraternidad de sus integrantes. En 1941 solicitó el apoyo del diputado Dante Castagnola para la presentación del proyecto de reforma constitucional en favor del sufragio para las mujeres. Sin embargo, su petición fue archivada por falta de votos. Recién catorce años más tarde-bajo la ley 12391-, las mujeres accedieron al sufragio logrando el derecho de elegir y ser elegidas. En 1968 se construyó un busto en su honor en el parque Juana Alarco de Dammert del Cercado de Lima, durante la alcaldía de Luis Bedoya Reyes. En su placa se lee: “Infatigable luchadora por la cultura, los derechos civiles y políticos de la mujer peruana y por la paz entre los pueblos. Homenaje de la asociación nacional de mesas redondas panamericanas del Perú.”
En los últimos años, las obras escultóricas han respondido a proyectos políticos locales. Un ejemplo se encuentra en el distrito de Villa El Salvador con el monumento a las mujeres, ubicado en el Óvalo de la Mujer. Inaugurado el 8 de marzo de 1985, conmemora el aporte de las mujeres en la creación del distrito. En él se representa a tres mujeres: una lleva en brazos a su hijo, otra embarazada con un bulto en la espalda (que simboliza la migración del campo a la ciudad) y la última carga un balde en señal del trabajo laboral. Con este monumento no sólo se reivindica el papel de las mujeres trabajadoras que participaron activamente en la formación de uno de los distritos más emprendedores de la capital, sino también enriquece la memoria histórica de la ciudad. Estamos ante reivindicaciones de mujeres anónimas que cambian el rostro de la capital a través del origen popular, a diferencia de los monumentos anteriores que son mujeres con nombre y rostro visible, estos nuevos monumentos buscan enaltecer la identidad de la mujer en general.
Como vemos, los monumentos mencionados respondieron a un proyecto urbanístico que buscó embellecer la ciudad, y también político ya que a través de ellos se presenta un modelo ideal de valores y virtudes femeninas asumido estratégicamente por las autoridades. No obstante, estos deben ser asumidos como reconocimientos -individual y colectivo- de la labor femenina. Es necesario visibilizar y conseguir, desde la participación ciudadana y de quienes investigamos desde el enfoque de género, la revaloración de las mujeres en la ciudad, un deber histórico a nuestras futuras generaciones.
El Grupo promotor de la Asociación de Historia de las Mujeres y Estudios de Género en el Perú (GPAHMGP) busca promover y articular investigaciones históricas desde los estudios de género y las mujeres.