Opinión

Lecturas amazónicas de la poesía de Louise Glück

Por Luis Chávez Rodríguez
Lecturas amazónicas de la poesía de Louise GlückFoto: Getty Images

La Academia Sueca, al otorgar el premio a la poeta Louise Glück, ha expresado su criterio para premiar con tan influeyente galardón a la poeta norteamericana diciendo que lo hace: "por su inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, torna en universal la existencia individual". Luego, han corrido sus poemas y comentarios al respecto a la velocidad de los medios virtuales por todo el mundo, especialmente por el mundo occidental, al que refiere aquella universalidad. Las opiniones se han dividido entre los que están a favor o en contra de la premiación a una mujer blanca, norteamericana y con una voz poética que es muy consciente de su feminidad y del mundo patriarcal y desconectado en el que occidente se halla tambaleando, en estos tiempos de la gran pandemia. Pero el mundo occidental no es el único, felizmente, hay otros mundos, otros universos paralelos o en colisión, que pueden leer esta poesía y aportar su punto de vista desde otras coordenadas existenciales. Uno de esos es el mundo amazónico-andino indígena que tiene vigorosamente y muy clara su forma de leer no sólo a la naturaleza, sino también a los productos culturales que la humanidad origina.

En Sudamérica occidental la recepción de la poesía de Glück no es reciente, el poeta peruano Eduardo Chirinos tradujo para la editorial Pre-Textos el libro The Wild Iris con el que ganó el Pulitzer en 1993, y en el 2006 se publicó la versión en español. Con este libro la editorial española dio inicio a una colección de su poesía, que a la fecha ya llega a siete libros de la docena publicados por la poeta. Libros que gracias al Nobel han tenido una gran difusión, como lo señaló al diario El País el fundador y editor de Pre-Textos, Manuel Borrás Arana: “Vendimos más libros de la Nobel en un cuarto de hora que en 14 años.”

Por parte de la crítica de esta parte del continente, la poeta y académica argentina María Negroni, comentando el libro, traducido por Chirinos, ha escrito: “El iris salvaje es uno de los libros más bellos escritos en Estados Unidos a fines del siglo XX. En él la poesía espera, como espera el vacío, como corolario o premio: “After all things occured to me, the void occured to me” [“Una vez que todo me ocurrió, me ocurrió el vacío”]. Si la gracia es la arquitectura de un alma capaz de conocerse a sí misma, el jardín de Glück la contiene. El terror humano a la muerte habita en él pero también el deseo indisoluble de ser absorbido por el todo, reverso de la nada” (Plataforma virtual: Periódico de Poesía). Por su parte, José Antonio Mazzotti, quien también ha traducido a la poeta premiada, ha señalado en sus redes: “Louise Glück tiene, tras su aparente sencillez, un sustrato meditativo que la hace atractiva al lector que busca en la poesía alguna forma de profundidad moral o filosófica. Muchos de sus poemas nos hacen pensar en lo absurdo de la cotidianeidad, en los sentidos escondidos de las imágenes comunes”. El poeta uruguayo Rafael Courtoisie ha manifestado al diario El País de Uruguay que la Nobel 2020 es: “una poeta precisa y profunda y que trabaja temas históricos y mitológicos, pero sobre todo la cotidianeidad. Es una poeta fina y en términos de lengua inglesa una de las más nítidas voces contemporáneas”. Mientras que el poeta colombiano, Federico Diaz-Granados, titula un artículo alusivo al Nobel en el diario El tiempo de Colombia: “Lousie Glück, la poesía de un mundo que se cae.”

Pero existen varias Sudaméricas y entrando en esos otros espacios territoriales y culturales para acceder a otras lecturas que pueden hacer nuestras hermanas y hermanos indígenas sobre acontecimientos o premiaciones que se autodefinen como universales, en mi condición de amazonense que aprende y comparte esas otras maneras de mirar el mundo, he preguntado a mis paisanas y paisanos de ambos lados de la Cordillera del Cóndor, cuál es su apreciación de algunos de los poemas de la reciente galardonada. Para este fin, seleccioné una muestra de los poemas traducidos por nuestros poetas peruanos Mazzotti (Todas los santos) y Chirinos (El iris salvaje) y los eché a correr. Estos son algunos de los textos más comentados que conformaron la muestra, en los que también se hallaban los poemas Escila y Maitines:

Todos los santos. Incluso ahora este paisaje se está armando./ Las colinas se oscurecen. Los bueyes/ duermen en su yugo azul,/ los campos habiendo quedado/ limpios, la paja/ atada uniforme y echada al borde de la carretera/ entre muérdagos, mientras sale la luna dentada:/ Esta es la aridez/ de la cosecha o la peste./ Y la esposa asomándose por la ventana/ con la mano extendida, como en pago,/ y las semillas/ distintas, doradas, llamando/ "Ven acá,/ Ven acá, pequeña"./ Y el alma se arrastra fuera del árbol.

El iris salvaje. Al final del sufrimiento/ me esperaba una puerta./ Escúchame bien: lo que llamas muerte/ lo recuerdo./ Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante./ Y luego nada. El débil sol/ temblando sobre la seca superficie./ Terrible sobrevivir/ como conciencia,/ sepultada en tierra oscura./ Luego todo se acaba: aquello que temías,/ ser un alma y no poder hablar,/ termina abruptamente. La tierra rígida/ se inclina un poco, y lo que tomé por aves/ se hunde como flechas en bajos arbustos./ Tú que no recuerdas/ el paso de otro mundo, te digo/ podría volver a hablar: lo que/ vuelve/ del olvido vuelve/ para encontrar una voz:/ del centro de mi vida brotó/ un fresco manantial, sombras azules/ y profundas en celeste aguamarina.

El espino. Al lado tuyo, pero no/ de tu mano: así te miro/ andar por el jardín/ de verano: las cosas/ que no pueden moverse/ aprenden a mirar. No necesito/ perseguirte a través/ del jardín; en cualquier parte/ los humanos dejan/ señal de lo que sienten, flores/ esparcidas en el polvo del camino, todas/ blancas y doradas, algunas/ levemente alzadas/ por el viento de la tarde. No necesito/ seguirte adonde estás ahora,/ hundido en la ponzoña de este campo, para/ saber la causa de tu huida, de tu humana/ pasión, de tu rabia: ¿por qué otra cosa/ dejarías caer todo aquello/ que has acumulado?

Amor bajo la luz de la luna. A veces un hombre o una mujer imponen su desesperación/ a otra persona, a eso lo llaman/ alternativamente desnudar el corazón, o desnudar el alma./ (Lo que significa que para entonces adquirieron una.)/ Afuera, la tarde de verano, todo un mundo/ arrojado a la luna: grupos de formas plateadas/ que podrían ser árboles o edificios, el angosto jardín/ donde el gato se esconde para revolcarse en el polvo,/ la rosa, la coreopsis y, en la oscuridad, la cúpula dorada del capitolio/ transformada en aleación de luz de luna,/ forma sin detalle, el mito, el arquetipo, el alma/ llena de ese fuego que en realidad es luz de luna,/ tomada de otra fuente, y brilla/ unos instantes, como brilla la luna: piedra o no,/ la luna sigue estando más que viva.

Raquel Yolanda Antun Tsamaraint, poeta Shuar de Taisha, Morona Santiago, opina sobre Todos los santos: “El poema me gusta, habla de la muerte de un hombre o de un árbol, me gusta cuando dice: y el alma se arrastra fuera del árbol, igual sucede cuando se canta un anent a Shakaim el Dios del bosque y se pide permiso para tumbar un árbol, entonces el espíritu o el alma sale del árbol”. Homero Oyarce, cantautor en “quechuañol” nativo de Chilingote, poblado del distrito de Leymebamba, Chachapoyas, en Amazonas, dice de Todos los santos: “El primer poema me lleva a mis campos, a mi infancia de patitas pishtas, es decir ásperas, rajadas por el frío, a esas noches frías pero maravillosas de luna llena que nos permitía jugar con la pelota hecha con la vejiga del chancho o jugando a las escondidas. Esa es la universalidad del arte que nos junta. Sobre otro poema que le gustó dice: “Amor bajo la Luna, más urbano, también me traslada a mis noches de serenata cantando bajo de una ventana, cantando y cantando, insistiendo aunque me echen ishpa caliente”. Sekut E. Manuin, de la nación Awajún, estudiante universitaria, procedente de Nieva, Condorcanqui, Amazonas, sintetizó su percepción resaltando el respeto como un valor que se trasluce en la poesía de Louise Glück: “Me gusta mucho el poema El Espino. El respeto que tiene hacia alguien, hacia la trayectoria de la persona amada, así la relación ya no funcione. Un respeto que mantiene la libertad y la independencia de cada uno”. Y finalmente, Corne Chumpi, profesora intercultural y activista, de nacionalidad Achuar, de Gualaquiza, Morona Santiago, afirma: “Desde su enfoque, lo que dice la poeta se asemeja a la cosmovisión de los pueblos indígenas en sus poemas El iris salvaje, Amor bajo la luz de la luna y El Espino. Ahí no es solamente el humano es capaz de pensar o sentir y tener vida propia, sino todos los seres, hasta una piedra, hasta la tierra que nos da de comer y la luna también. La diferencia es que en el caso de la cosmovisión Achuar y de los Aénts Chicham, la luna tiene nombre propio, se llama Nantu y es masculino. Otra cosa que nos dice este poema es que el humano es el que está poniendo la ponzoña en los campos y los campos lo sienten y se enferman también con todos los otros seres. Me gusta como relaciona a la mujer con la tierra, esta tierra que es mucho más grande y resistente que el hombre”.

Esta ligera muestra de la recepción de los poemas de Louise Glück, en este caso ampliada a horizontes menos conocidos, donde no se halla como punto de partida la clave escéptica occidental, nos da algunas pautas para acercarnos a lo que podría ser una lectura amazónica indígena de su poesía. Aquí se pueden encontrar aspectos culturales que se mantienen ancestralmente y que han cohesionado a estas comunidades para lograr sobrevivir con firmeza la avanzada de ese mundo occidental en crisis que la poeta, premiada con el Nobel, refiere en su arte. En las apreciaciones de nuestras hermanas y hermanos de pueblos originarios de la región amazónica, entre otros intereses, se puede hallar la antigua demanda de respeto, así como los rasgos vigentes de una cultura que organiza su mundo a partir de lo comunitario y de la conectividad entre lo humano y lo no humano; entre los seres que, así no sean animados por apariencia, son parte viviente del conjunto no sólo universal sino cósmico.