Lima: la caverna
Economista y Gestor Ambiental por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Poeta y escritor. Investigador de temas amazónicos, extractivismo y defensores ambientales del Centro Bartolomé de las Casas (Cusco). Asistente de investigación en la Red Muqui y fotorreportero de Noticias SER.
A lo largo de la historia de la república peruana, Lima ha sido o la hemos considerado como la metrópoli que simboliza el progreso, el desarrollo, el éxito o una vida mejor a la que existe en cualquier otro ñugar del Perú. Es decir, Lima representa a lo “moderno” o “civilizado” y se ha considerado como el lugar que da solución a la “vida indigna o pobre” de las provincias. Así, lo “moderno” y “civilizado” de Lima se ha creído que es lo que quiere o merece el Perú, por lo que, si un lugar no es como Lima, entonces, es tierra de salvajes e ignorantes. Aprovechando tal imagen, los medios de comunicación capitalistas nos han vendido un “desarrollo” y un “progreso” irreal e incoherente al país, fomentando principalmente, el consumismo. Esta forma de entender o leer la vida en el Perú, consolidada por el centralismo, se ha expandido en todos los rincones del país.
La principal razón para que Lima sea el símbolo del progreso, moderno y civilizado se debe al centralismo, porque en esta ciudad se concentra todo lo que un país necesita y debe tener. Por ello, las principales instituciones de las cuales la ciudadanía debe servirse y bajo las que nos gobiernan se encuentran en la “Ciudad de los Reyes”. Este apelativo explica por qué un andino o amazónico tiene que viajar más de dos o tres días para atenderse en un hospital o morir en el camino; o muchos pueblos tienen que venir hasta aquí para reclamar su derecho de vida y protección de su territorio; o para muchos jóvenes es un sueño estudiar en una universidad capitalina reconocida. Quizá por eso, erróneamente muchos entendimos el Perú desde lo que es Lima.
El detalle es que la propaganda y el marketeo de la Lima moderna y civilizada ha influido en la vida cotidiana de los peruanos de la periferia. Por eso, muchos provincianos lamentablemente hemos menospreciado o ignorado la realidad de nuestra tierra natal hasta que, nos quitamos la venda del falso discurso de la mejor y única vida “moderna” que nos cegaba y nos impedía valorar, respetar e identificarnos con la riqueza y la potencialidad de lo nuestro
Análogamente, ha ocurrido lo mismo con el conocimiento, el pensamiento y el saber. Cabe precisar que, muchos años se ha creído que Lima es el mundo del ser pensante, ilustrado y racional, mientras que los andinos-amazónicos son ignorantes, irracionales, fantasiosos y supersticiosos, porque no caben en el estándar de vida y no tienen una formación similar como en Lima. Significa que, en la metrópoli están los “ilustrados” de las mejores universidades peruanas o viven los que estudiaron en Occidente, y se piensa qie que son ellos los que sí tienen la capacidad racional. Por lo tanto, prima e importa más su pensamiento; siendo así, los opinólogos, políticos e intelectuales de la élite limeña son los únicos dueños de la verdad y del saber, libres de hablar y de decidir por el país. En palabras de Marco Avilés: “este razonamiento supone que las provincias y las realidades “periféricas” necesitan ser guiadas por un centro “educado”, “moderno”, en una relación jerárquica, no de ciudadanías equivalentes.”
Lo dicho, ha sido explícito en la última “fiesta democrática”, donde lo “moderno” y ciivilizado” que nos han vendido, en realidad está copado por la discriminación y el racismo que padecen muchos peruanos. Y mientras, se entienda al Perú a partir de esa visión ignorando la realidad diversa del país, seguiremos lejos de construir una nación integral moderna y civilizada. Es decir, si el Perú se sigue gobernando como se cree que es desde Lima, entonces, como sostiene Rousseau los gobernantes arrebatan la libertad del pueblo por derecho cuando deberían emplearlo para garantizar que el hombre es libre como parte de la sociedad. De lo contrario, seguiremos afirmando como Alan García de que, los provincianos son ciudadanos de segunda clase, que obstaculizan el desarrollo del país.
Por eso, es necesario explorar y reconocer el país más allá de las fronteras intelectuales, visiones, pensamientos y la realidad de la metrópoli. Esto quiere decir que, cuando menos sepamos de la realidad de nuestro país, menos valor, amor e importancia tendremos y, por lo tanto, seguiremos cegados, ignorando las riquezas, problemas y soluciones del país. O ¿cómo podemos entender al Perú si no la conocemos ni hemos explorado y menos aún nos interesa? En palabras del papa Francisco es hora de salir al encuentro con las periferias de nuestro país, momento para salir de nuestra caverna capitalina. De ser así, abramos por compromiso, amor y deber ciudadano las puertas urbanas edificadas con cementos y vayamos en busca de ese Perú ignorado fuera de las fronteras individualistas impresionantes de la Lima la Horrible, como la llamó el poeta Cesar Moro y que dio nombre al libro de Sebastián Salazar Bondy. Quizá así descubramos el verdadero rostro del país y enfrentemos la discriminación, el racismo, el machismo, entre otras taras. Y además, podremos ser conscientes de la diversidad de pensamientos distintos al predominante, y ello requerirá un diálogo sereno, intenso y necesario a fin de tener un Perú de “Todas las sangres”.
En conclusion, es necesario aceptar y reconocer que nuestro país, de seguir con el pensamiento colonial individualista, se va a “joder”. José María Arguedas nos lo advirtió al sostener que “el individualismo agresivo no es el que va a impulsar bien a la humanidad, sino que la va a destruir”. En específico, creer desde la lógica individualista/colonial limeña que el Perú es Lima o leer al país a partir de esta es vivir en la caverna, ignorando la realidad compleja de nuestra nación diversa.
Avilés, M. (2021, junio). ¿En qué país queda Lima moderna? Ojo Público. https://ojo-publico.com/903/lima-moderna?fbclid=IwAR1PFVQ1WASbq5P_5hy3hdGR34887hFSjQMq8Lr1u8ts3ou4aLyrxw_TKik PUCP (2018). El papa Francisco en el Perú. Un mensaje de esperanza. PUCP. Rousseau, J. J. (1975). Contrato social (F. de los Ríos, trad. 1921). Espasa Calpe. (Obra original publicado en 1762).