Opinión

Lima revuelta

Por Alfredo Quintanilla

Psicólogo

Lima revueltaFoto: Facebook Felipe Revueltas

“Hay un hambre que es tan grande como el hambre del pan. Y es el hambre de la injusticia, de la incomprensión. Y la producen siempre las grandes ciudades donde uno lucha, solo, entre millones de hombres indiferentes al dolor que uno grita y ellos no oyen.” (Enrique Santos Discépolo)

Cuando una persona criada en un pueblo se encuentra con una gran ciudad puede experimentar, eso que los psicólogos llaman un trauma. Las avenidas y la velocidad de los autos, las multitudes, los edificios, el ritmo acelerado del tiempo, las relaciones líquidas con la gente, los contrastes de opulencia y miseria, crimen y arte, ruidos y música, generan confusión y sobresalto, adrenalina y desánimo, la sensación de estar a punto de sufrir un resbalón, que sólo irá superándose conforme pasen los meses y lleguen la acogida de las nuevas amistades.

César Moro, el poeta, no era ningún pueblerino cuando retornó a Lima después de vivir en París por décadas y, sin embargo, fue para él “la horrible”, (puede leerse el testimonio de Vargas LLosa sobre cómo le hicieron la vida a cuadritos los cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado), epíteto que trató de entender Sebastián Salazar Bondy en su célebre ensayo de 1964. A contramano del optimismo de El otro Sendero de Hernando De Soto que ve en los habitantes de sus cerros a futuros millonarios, la mala fama de Lima ha persistido, sobre todo en la literaria (Montacerdos de Jara, Matacabros de Galarza, Ciudad de Payasos de Alarcón o Taxi Driver sin Robert De Niro de Ampuero), aunque sociólogos como Jaime Joseph y Elio Martucelli en este siglo se fijen más bien en las potencialidades de sus pobladores para el cambio.

Este aniversario de la fundación de la antigua ciudad de Los Reyes, trae como novedad el lanzamiento de Bajo la panza de burro de Felipe Revueltas, un conjunto de relatos “para soportar la capital” según declara el subtítulo, con el explícito propósito de “amortiguar el mal concepto que se tiene de la capital peruana”. Pero las buenas intenciones no quedan allí, sino que el íntegro de la primera edición está siendo distribuida gratuitamente por su autor. Tamaño desprendimiento o bien calculada estrategia marketera, culminan en la síntesis amigable de una edición de bolsillo, hecha para que los viejos limeños y nuevos provincianos puedan entretenerse en el tren, el bus o el micro, y re-leyendo o re-visando la ciudad que nos acoge.

Revueltas, el autor es un periodista cultural caracino, graduado en la Universidad Federico Villarreal, que ha vivido más de la mitad de su vida en la Lima de eterno cielo gris que, si bien le disgusta “la discriminación, la cucufatería, las burbujas en la que viven muchos limeños”, le agrada, sobre todo, que la ciudad “siempre evoluciona, que la cultura “provinciana” está ganando terreno poco a poco y la vieja Lima, la de los limeños que añoran “lo virreinal”, están quedando en el olvido”.

Por su temática y enfoque, las veintidós narraciones y doce bocetos transitan entre el sueño del narrador (La Herencia bocetos III, IV, VIII, IX, XI), la fantasía (Mi ángel guardián, El Volador, Infierno), los efluvios del alcohol (Habitó entre nosotros), la locura (Narciso, Avenida, Habitante, El Cartero) y el realismo sucio (Llamada ganadora). Hay personajes bien perfilados y los diálogos son chispeantes, particularmente en el mejor de la serie Llamada ganadora.

Curiosamente, las referencias concretas a la ciudad son más bien escasas: “…los taxistas que recorren esta ciudad sobre la avenida Colmena, Alfonso Ugarte y doblan por la Panamericana Norte hasta perderse…” (p. 12); “Cuando apareció volando sobre la plaza San Martín” (p. 17); “fuimos a Las Florecillas”, luego al “Aguaje“, “La Estación” y terminamos en “El Olvido” (p. 35); “…pensaba llegar a tu casa para cantarte Quizá un día así de Chabuca Granda” (p. 44).

Revueltas trabaja el lenguaje creando situaciones absurdas, particularmente en los Bocetos, pero se extraña sus ironías y su sentido del humor, del que hace gala cotidianamente en las redes sociales para satisfacción de sus miles de seguidores. Algunos pensarán que Revueltas llega tarde a la literatura, al publicar su primer libro cuando está por cumplir los 40 en el año del tigre chino. Pero el arte no conoce de límites ni parámetros. Hay que saludar sí, su propósito de brindar generosamente solaz para los que sufren en esta Lima revuelta de la pandemia y la crisis política.