Los desafíos de la democracia en América Latina en el 2022
Profesor de la Universidade Federal de Goias
Terminó el 2021, año con un intenso calendario electoral en América Latina, cinco procesos electorales presidenciales (Ecuador, Perú, Chile, Honduras, Nicaragua) y tres elecciones sub-nacionales (México, Argentina y El Salvador), en ellos fueron electos tres gobiernos de izquierda (Perú, Honduras y Chile), y uno de centro derecha (Ecuador). En Nicaragua el proceso electoral derivó en régimen autoritario, donde el presidente Daniel Ortega se impuso luego de encarcelar y perseguir a sus adversarios en plena contienda.
Las primeras vueltas de las elecciones presidenciales de Perú, Ecuador y Chile fueron sorprendentes. En Perú, Pedro Castillo, obtuvo la primera mayoría con 19% permitiendo pasar a la segunda vuelta. Gabriel Boric en Chile alcanzó el 25% en la primera vuelta dejando atrás a los partidos tradicionales que se conjugaban en la histórica concertación de partidos por la democracia y que iniciaron la democratización en la década del 90; En Ecuador el centro derechista Guillermo Lasso superó por unos pocos miles de votos al candidato del movimiento indígena con 19,74%. En Honduras luego del golpe de estado contra Manuel Zelaya en 2009, su esposa Xiomara Zelaya fue electa presidenta en la primera vuelta con 51% de lo votos con 15 puntos de distancia del segundo colocado.
En Ecuador la omisión del movimiento indígena favoreció la victoria del candidato Lasso contra el centro izquierdista Andrés Arauz; en Perú, el apoyo a Castillo fue catapultado por el anti-fujimorismo; en Chile, Boric moderó su discurso radical y consiguió el apoyo formal de los partidos de la concertación contra el candidato de la ultra derecha Antonio Kast, aún así Boric no consiguió mayoría en el Congreso (37 de 155 diputados y 4 senadores de 50) obligadose a construir una coalición de partidos en el gobierno.
En 2021, Ecuador y Perú iniciaron gestiones gubernamentales. Guillermo Lasso presenta hoy un 56,5% de desaprobación de su gestión (Clima Social), mientras que Pedro Castillo una cifra similar (58%) (IPSOS), Lasso busca implementar medidas neoliberales en medio de una crisis sanitaria, mientras que Castillo se destaca por la falta de dirección y el abandono de la agenda que lo llevó a la presidencia. A diferencia de Lasso, el partido que llevó al poder a Castillo impide llegar a acuerdos con otros segmentos, llegando a dividirse en el congreso y colocando al Presidente en una posición extremadamente débil.
Si Nicaragua se convirtió en un régimen autoritario luego de la reelección de Daniel Ortega, en El Salvador el gobierno de derecha de Bukele dejó de ser una democracia para sumarse al conjunto de regímenes autoritarios. En las elecciones legislativas Bukele obtuvo mayoría y luego de iniciado el mandato de los parlamentarios, expulsaron a miembros de la alta corte de justicia eliminando cualquier oposición a su gobierno y permitiendo que posteriormente se aprobase una reforma constitucional con nombre propio que le permite re-elegirse. En México las elecciones sub-nacionales dieron continuidad y tranquilidad al gobierno de Andrés Manuel López Obrador mientras que en Argentina se prendió la alarma al partido de gobierno que si bien perdió las elecciones legislativas no necesariamente perdió su capacidad de articular una coalición y gobernar, obligando a resolver de forma más consistente los efectos económicos y sociales de la crisis sanitaria en el país.
Existen desafíos puntuales en todos los gobiernos en referencia a la urgente recuperación económica y sus impactos en el empleo, la inflación y la contención de la pobreza. Si en Chile existe una expectativa de una agenda económica que debe alterar la reglas impositivas para que quienes ganan más sean afectados con una mayor contribución y con ello promover la ampliación de políticas de inclusión social y un modelo de desarrollo más equitativo, en Perú esa agenda ya fue abandonada en los primeros meses dada la pérdida del manejo de la agenda de la política gubernamental del Presidente, es más la capacidad de articulación y formación de una coalición del Presidente Castillo ha sido medrada, con la división del partido que lo apoyó, recorriendo así un camino inverso a los procesos que otros partidos de izquierda construyen en América Latina.
2022 ofrece una cada vez mayor probabilidad de un cambio en Colombia. Luego de décadas de políticas neoliberales impuestas por gobiernos conservadores, el izquierdista Gustavo Petro y candidato principal de la coalición Pacto histórico lidera de forma consistente el primer lugar de las preferencias electorales con 23 puntos de ventaja sobre su adversario el alcalde de Medellín. Las preferencias electorales pueden cambiar pero las expectativas están abiertas.
En Brasil, el mayor país de América Latina y en el que concentra el mayor número de personas que habitan sobre un régimen democrático, la decisión parece que se decidirá en primera vuelta, dado que Luis Ignacio Lula da Silva muestra un constante 48% de las intenciones de voto. Cabe recordar que Lula da Silva fue condenado en un proceso en la cual el ex-juez Sergio Moro mostró parcialidad en condenar sin pruebas y con vicios procesales al expresidente, aquella sentencia logró excluirlo como candidato en 2018, favoreciendo la victoria de Jair Bolsonaro; el ex-juez abandonó la magistratura para ser ministro de Justicia de Bolsonaro, y hoy es candidato a la presidencia con una muy pequeñísima intención de voto.
El caso brasileño es emblemático y el retorno a la normalidad democrática con base a elecciones es relevante para el país, en 2016 los poderes fácticos (empresarios, militares, medios de comunicación y grupos religiosos conservadores) auspiciaron la interrupción del orden constitucional contra la Presidenta Dilma Rousseff, colocando a Michell Temer como impulsor de reformas neoliberales. En las elecciones 2018 los auspiciadores de la interrupción del mandato de Dilma perdieron el control y terminaron apoyando al ultra-derechista Jair Bolsonaro, un populista que en el contexto de la pandemia se mostró como el mayor negacionista electo en el mundo. Las consecuencias políticas, sanitarias, sociales y económicas han sido devastadoras en Brasil, abriendo de esa forma una expectativa que es la de retorno de Lula da Silva al poder.