Los enredos del presidente
Las reuniones sostenidas por el Presidente Pedro Castillo en un domicilio particular en Breña, recientemente reveladas por la prensa, constituyen el hecho irregular más grave ocurrido durante los escasos cuatro meses del nuevo gobierno. El mensaje brindado posteriormente por el mandatario, lejos de despejar dudas, ha servido principalmente para agregar preocupación acerca de las circunstancias y participantes de tales encuentros.
También ha servido para renovar los ímpetus de los opositores más duros del Presidente, quienes tratarán de aprovechar estos sucesos para continuar con las maniobras que buscan forzar la salida de Castillo del poder. Que esto sea cierto no lo convierte en argumento de defensa. Mucho menos cabe sostener a modo de excusa que otros gobiernos y políticos tuvieron antes este tipo de prácticas. Justamente, esta clase de comportamiento es doblemente reprobable en quien fue elegido presidente con un mandato de rechazo hacia aquellos que utilizan el Estado en beneficio propio.
Con lo ocurrido, Castillo ha reiterado que el manejo responsable del cargo no es una de sus virtudes, y que, por el contrario, está provisto de una probada capacidad de abrir frentes que complican a quienes lo acompañan en el gobierno, retrasando urgentes tareas de Estado. En el fondo, ni Castillo, ni sus aliados, ni los grupos opositores que buscan la vacancia actúan con la diligencia que la ciudadanía espera en pleno estado de emergencia sanitaria y crisis económica.
Los altos niveles de rechazo a la clase política por parte de la ciudadanía se explican por ese divorcio entre las prioridades de nuestras autoridades políticas y las preocupaciones de la población. En tal escenario, los peruanos y peruanas nos vamos quedando con la sensación de que es poco lo que podemos esperar del Estado. Pese a ello, en Noticias Ser no dejaremos de exigir que las investigaciones esclarezcan a la brevedad el alcance de los actos de Pedro Castillo. Lo que ocurra luego solo dependerá del juego político.