Los poderes del Estado Peruano no son tres
Teólogo y docente
Reza, en el portal del “estado” peruano, lo siguiente: “El Gobierno es unitario, representativo y descentralizado. Existen tres poderes independientes: Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y el Poder Judicial”. Esta división de los llamados “poderes” busca – en teoría – que el Estado (con mayúscula) cumpla sus objetivos de ordenamiento jurídico y satisfacción de las necesidades públicas a través de la labor que desarrollan los tres poderes.
Creo que a nadie duda que tal afirmación -enseñada hasta la saciedad en el perdido curso de Educación Cívica que muchos estudiamos- no es verdad.
Para no leernos la mano entre gitanos, desde hace mucho tiempo en nuestra democracia imperfecta es un hecho que ninguno de los tres poderes hace lo que debe hacer. Es más no lo quiere hacer. Peor aún, no lo pueden hacer. Su poder es para la tribuna. Está escrito y refrendado en la Constitución pero es un poder ficticio no fáctico.
Hay, desde hace tiempo, varios poderes en la sombra. Aunque eso de “en la sombra” es ahora un eufemismo.
Ya sabíamos del poder de la prensa, el llamado “cuarto poder” y ellos mismos lo pregonan a los cuatro vientos. Ellas, cual hetairas, se repartían los clientes. Cada medio tenía sus caseritos. No se odiaban entre ellos, pues a cada una les goteaba o perdón, chorreaba su billete en fajos. El Perú es para ellos el mejor de los mundos. Que Estados Unidos ni que Estados Unidos, el “sueño americano” está en el Perú. La cornucopia del estado – oh milagro – sigue derramando copiosamente su oro. Ni en la pandemia se enfermaron.
El “quinto poder” por derecho y voz propia, o sea, con voz y voto es la omnipotente y omnipresente Confiep. Ella ha decidido desde hace treinta años quien es el próximo presidente del Perú. Y si alguno se opuso – como Ollanta – le impuso la línea económica. Así las cosas, cualquier obra del estado pasaba por sus oficinas. Peor aún, lo compartían con la brasilera Odebrecht. Se llamaron, también eufemísticamente, el “Club de la construcción”.
El “sexto poder” va unido a los tres poderes del estado. Él está en la sombra, pero él decide por el “judicial” y el “legislativo” y cuando ha podido, también el “ejecutivo” que al dominarlo, tenerlo en su bolsa, era el summum. Son los que tienen el nombre de fachada de “partidos políticos”. En realidad son asociaciones – también se dice organizaciones – criminales delictivas, muy unidas a las mafias que operan en el país. No dudaría en suponer que hasta el narcotráfico en el VRAEM está controlado por ellos
Los del “poder judicial” tampoco se querían quedar atrás y también hicieron su gollería – manjar – y también se llamaron eufemísticamente “los cuellos blancos”. Todos por ley, abogados “y no va a ser”. Decidían, cual emperador romano, por la virginidad o desfloración de una niña. ¡Obvio microbio! previo billete o recomendación de peso que si era de un “partido político”, ¡ya no ya! inocente cual bula papal medieval. Acceso libre con alfombra roja al reino de los cielos. ¡Pobre Dante!.
Los más atrevidos fueron – y creo que para el 2021 lo seguirán siendo – los del “poder legislativo”. Allí llegan las organizaciones criminales delictivas – léase partido con muchos alias por cierto – y manejan, interpretan, favorecen, hacen dormir, hacen correr, blindan… me faltan cuentas al rosario, sobre quienes se llevan la plata en carretilla en el Perú. La ley sale con nombre propio, o sea, a pedido. “¿por veinte años? ¡sale!”.
Algunos abogados, que no quieren ser “cuellos blancos” sino fiscales, los investigan, pero cada vez que escarban salen más perlitas de sangre.
Yo dije: “me faltan” y pensé en los “agroexplotadores”, pero ya están considerados; son parte de la CONFIEP. Nadie mueve un billete en el Perú sin su conocimiento. Si me faltó alguno, ya no me da la totuma, tiene mi permiso, agréguelo.