Muertos que no mueren
Teólogo y docente
Desde diciembre, la muerte injustificada rondó Puno y Juliaca. La suma de variables de años de mentiras de políticos, en el inconsciente colectivo de Puno, estallaron.
Tras muchas escaramuzas en Lima, entre plaza de armas y plaza Bolívar, al fin, los últimos, quebraron la soledad, los miedos y la impotencia del chotano, quien soltó un boomerang letal. Y luego apatreciò con color apropiado la que un dìa juró irse con quien la llevó a la vicepresidencia. Y la mentira llevó a la explosión de la rabia.
Vinieron las coleras reprimidas de engaños y años contenida. Pero también vinieron, allende la cordillera, los sentimientos y las distancias con la capital, que, siendo cabeza, siente que una hilacha del mantel, como antaño, se subleva osadamente.
Se levantaron como siempre. Antes, Vilcapaza, Bustamante, Urviola … y hoy, los juliaqueños.
La rabia no deja pensar. La rabia del momento, no distingue entre blanco y negro; entre bueno o malo. Por allí andaban juntos y de pronto, como polvora saltó la chispa y encendió la pradera.
Rápida respuesta también de polvora y armas. Desesperación, impericia, miedo … quizá adrede, las turbas se lanzaron al aeropuerto ¿Por qué? ¿Qué simbolizaba el aeropuerto? ¿Mallas que limitan como antes los terrenos de los terratenientes de Puno? ¿Qué?
Habían pasado varios días desde que la “leal asumió un mandato que dijo no asumiría. ¿Por qué? Siempre dudas flotan, dejando a la imaginación a libre arbitrio para elucubrar.
Muertes injustificadas de órdenes urgentes, desesperadas. Mal manejo de la crisis. Y eso que había dos puneños en la oficina de conflictos.
Muerte, sangre, dolor, llanto, impotencia. Pero para Boluarte y Otárola no significaron nada. Para ellos y sus aliados de turno y oportunidad, la cosa era a sangre y fuego.
El informe de la CIDH no les significa nada. Para el presidente del congreso, el militar Williams, no era “vinculante”. Para la que aprovechó el momento para encumbrarse, una simple ONG de caviares.
¿Negacionismo? ¿Hipocresía? ¿Repetir una mentira esperando que sea verdad? Es seguro que sus adláteres le han dicho que tiene razón. Cuando este fuera, veremos si siguen con la misma narrativa.
Lo peor es que siguen diciendo mentiras con toda la seguridad del mundo. Con convicción de creyente iluminado. Al policía del sector Tambopata de Juliaca, lo mató la turba terrorista.
¡Qué terrible es cuando una muerte no vale nada para un gobierno! No una verdad, diecinueve. Lo peor es que la justicia, de mano del Ministerio Público, se cubrió los ojos. La justicia, curiosamente es cómplice del crimen. Verdad que no es nueva. Sabemos que pasa en el Perú. Pero esto ya es descarado.
Otros habían muerto antes en Huamanga, y siendo de aquella tierra para quienes detentan el poder, seguro que los imaginan “terrucos”.
No pueden creer que un pueblo se levante. Autoconvocados se llaman. Quieren ser como Fuenteovejuna, sin nombres porque al que levante la cabeza, lo encierran. Ya vieron la experiencia de Aduviri.
Así se arreglan lo conflictos. A sangre y fuego. Los serranos son ciudadanos de segunda ¿verdad? Aunque en Lima a veces caen ciudadanos de primera, pero solo a veces.
Ahora la memoria del país se refresca. Tiempo de propuestas después de la protesta. Propuesta desde Puno, propuestas desde Lima, do ut des. Inter pares.
No somos otra nación. Somos el Perú, ¿O será tiempo de cambiar de nombre? Patria no es la que engendra.