No se puede tolerar la intolerancia
Exministra de cultura y familiar del Caso Cantuta
En los últimos años, en nuestro país, se ha normalizado el terruqueo desde quienes ven como enemigos políticos a los de izquierda, a los dirigentes sociales, a quienes se movilizan, a las víctimas del terror sufrido entre 1980 y el 2000. Grupos fascistas, intolerantes han aparecido protegidos por algunos con poder político, económico y policial. Sus redes sociales están llenas de discursos de odio, racismo, intolerancia a la comunidad LGTBIQ. Se organizan y agreden verbalmente, en sus domicilios o centros de trabajo a periodistas, autoridades, organismos de derechos humanos. Boicotean presentaciones de libros y actividades culturales con las que no están de acuerdo. Y no pasa nada.
El año pasado, en la ceremonia de conmemoración por los 30 años del caso La Cantuta, donde recordamos al profesor y los 9 estudiantes asesinados por el grupo Colina durante el régimen de Fujimori y Montesinos, en el memorial El Ojo que Llora, fuimos agredidos por estas personas. Somos unas de sus tantas víctimas frente a la mirada pasiva de la policía.
El día lunes, el Ministerio de Cultura difundió una reunión oficial sostenida con el grupo La Resistencia, quienes solicitaron la reunión por twitter, señalando que eran víctimas de racismo. Como no se ve muy a menudo, el ministerio les concedió la reunión casi de inmediato, al día siguiente del pedido informal. Estas personas violentas estaban en un espacio de poder como el ministerio de cultura, conversando con el viceministro de interculturalidad y sus directores generales, ahora sabemos que la reunión se dio por orden de la ministra, a pesar de las denuncias que tienen por sus agresiones, hostigamiento y de la sentencia de uno de sus líderes; vocero, además, en la mencionada reunión.
La política son gestos y decisiones. Se ordena asesinar a quienes se movilizan y protestan como si fueran terroristas; se garantiza la impunidad. No se reconocen los crímenes ni se tiene el gesto de pedir perdón. Pero sí se acepta conversar con este grupo, obviando sus acciones, sus denuncias, a sus víctimas, legitimando lo que hacen. La Resistencia tiene víctimas: periodistas, autoridades, organismos defensores de derechos humanos y víctimas de violaciones a los derechos humanos; por eso, el mensaje que está detrás de esta reunión oficial es aún más peligroso: el gobierno, las autoridades, no van a hacer nada frente al acoso, difamación y agresiones de este grupo. Es decir, NO nos van a defender de estas agresiones, los van a seguir protegiendo como hasta ahora. No van a detener a nadie cuando agreden verbalmente, acosan a sus víctimas. Pueden seguir haciendo lo que quieran ante la pasividad y complicidad de las autoridades.
No se puede tolerar la intolerancia. No se puede respaldar con hechos y acciones a quienes hacen de la violencia, amenazas de muerte, difamación una forma de expresión cotidiana. El año pasado, les respondimos en el memorial El Ojo que Llora: No habrá grito ni agresión que silencie nuestra memoria. No les tenemos miedo y vamos a seguir denunciando lo que hacen y a quienes los protegen. Como dijo Milán Kundera: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”. Seguimos en esa lucha.