“Pandillas del Rímac”
Sociólogo
Pienso en lo que pasa con la política de algunos países de la región y es inevitable compararlos con Perú. Varios, como Bolivia, Chile y Colombia, pasaron por situaciones extremas a fines de 2019. Sus gobiernos y sus opositores protagonizaron conflictos muy intensos y radicales. Pero están logrando canalizarlos políticamente. Es decir, enrumbarlos hacia alguna certeza de que las cosas podrán mejorar.
En Perú, en cambio tenemos una política tan caótica, llena de absurdos y de grupos y actos tan pre políticos, que es muy difícil saber a dónde vamos. Así que solo se me ocurre compararla con esas imágenes de las pandillas neoyorquinas que se enfrentan a morir para defender orgullosamente su mísero espacio en esas Cinco Esquinas de la película de Martin Scorsese.
Bolivia y el MAS
Con sus últimas elecciones, Bolivia acaba de comenzar a superar la crisis que se inició hace un año. El MAS y Luis Arce no solo han ganado la presidencia con amplia ventaja sobre sus competidores y en una sola vuelta. También tendrán mayoría absoluta en las cámaras de diputados y senadores.
Bolivia tiene ahora un partido hegemónico y con legitimidad renovada por un resultado incuestionable y limpio. Todas las versiones denigratorias que se lanzaron sobre este partido y su pasado gobierno han quedado sepultadas. Eso es un factor de tranquilidad para un país que estuvo a punto de vivir una violencia incontrolable.
Los enemigos del nuevo gobierno no han desaparecido, solo se han replegado por ahora. Razón suficiente para que el MAS y todos sus líderes, sobre todo Evo Morales, corrijan sus errores. Con todo, la incertidumbre ha dado paso a la fundada esperanza de que los bolivianos podrán seguir haciendo el país pluricultural, justo, democrático y soberano que tanto han buscado.
Chile y los jóvenes ciudadanos movilizados
Chile, hoy día también vive la esperanza de que abrirá las alamedas que según Allende lo llevarían a un mejor destino. Ha sido un país que mejoró su economía y redujo la pobreza, si se lo compara con sus vecinos. Pero no les basta y lo que hay les sigue pareciendo inaceptable. Quieren menos desigualdad, menos arbitrariedad, menos abuso de los más poderosos económicamente, y más respeto a la voz y a la dignidad de su pueblo.
Hace un año todo el mundo asistió a la protesta masiva e incesante con que los jóvenes y adolescentes remecieron las calles de Santiago y otras ciudades chilenas. También a la violencia represiva de policías militarizados e inclusive soldados. No se arredraron ni se rindieron. En medio de la movilización creció la demanda por una nueva Constitución. Cientos de alcaldes de todo Chile hicieron suya la demanda.
El Presidente Piñera pidió perdón “por la inequidad y los abusos” y tuvo que avenirse a un proceso de cambio constitucional. La movilización no se detuvo. Se transformó en debates, redes de discusión, en activismo en torno a cabildos porque, decían, “es ahora”
Asi llegamos a hoy, domingo 25, a un plebiscito para decidir si quieren cambiar la Constitución que dejó el tirano Pinochet y sobre cómo será elegidos los miembros de la Convención que debatirán la nueva Constitución. Esto es lo que conquistaron los jóvenes chilenos. ¿Habrá Convención? Es un hecho. ¿Qué saldrá de ella? Aún es muy temprano para saberlo. Pero su certeza es que será una batalla más, que vendrán otras y que van terminar por conseguir el país que sueñan.
Colombia y el Comité Nacional del Paro
En Colombia, también entre noviembre de 2019 y comienzos de enero de este año, se realizaron protestas casi de las mismas dimensiones que en Chile, también con los jóvenes como protagonistas pero con otros actores sociales.
Los motivos eran las reformas laborales y del sistema de pensiones implementadas por el gobierno de Ivan Duque. Eso llevó a un Paro Nacional en todo Colombia, conducido por un amplio comité que incluyó otras demandas como la gratuidad de la enseñanza universitaria, el fin de los crímenes cometidos contra dirigentes sociales rurales y el cumplimiento de los acuerdos de paz suscritos con las FARC.
Después del paro nacional las protestas continuaron por dos hechos graves. Policías dispararon matando a un estudiante, y militares atacaron un pueblo rural causando la muerte de 8 niños. Se mantuvo la coordinación del Comité Nacional del Paro. Pararon por la pandemia, pero se aprestan ahora a conmemorar el año del inicio de las protestas.
Mientras tanto en el Perú: las pequeñas gestas de las Pandillas del Rímac
Al Presidente Vizcarra no dejan de aparecerle amigos traidores que lo delatan ante fiscales o congresistas que están siempre ansiosos de mejorar su CV cazando a un dignatario de alto nivel.
Los fiscales y congresistas, a su vez, tienen sus frentes de batalla en sus propios partidos o despachos. Los fiscales confrontan con sus jefes supremos, que tratan de quitarles los casos. También con sus colegas del mismo nivel a los que los supremos ordenan quitarles los casos. Los fiscales supremos pelean también entre ellos, determinados por su mayor o menor cercanía al Presidente o a sus opositores.
Los congresistas, que ven una oportunidad para vacar al Presidente, a su vez tienen adversarios, dentro de sus propios partidos, que buscan vacarlos de los cargos de importancia.
Otras hostilidades son las que se abren entre las bancadas y los partidos a los que pertenecen. Las bancadas se radicalizan pero sus jefes partidarios, aspirantes a presidentes, quieren parecer moderados. En la proximidad de las elecciones esto se agudiza cada vez más.
Y hablando de candidaturas, esto también es motivo de ánimo bélico. Candidatos sin partido buscan a partidos sin candidato. Se producen maridajes sorpresivos, pero no sorprendentes. Y aparecen dirigentes que sienten que el novio no tiene el pedigree exigido para el cruce, y sobreviene la ruptura.
En otros casos, no falta el candidato que por serlo, así no tenga chance de ganar, expulsa de su reino a la mitad de su partido y la batalla se traslada al arbitraje del organismo electoral.
Pandillas también aparecen, sin mucha diplomacia, en la muy formal Cancillería, donde la disputa por destinos personales incluye acciones de espionaje que no podrían faltar pues son parte de los actos de guerra.
También los hay aquellos que, debiendo callar y no meterse en política, porque están presos, ven la forma de meterse. Uno, haciendo estrategia, dando instrucciones a sus seguidores, y llamando maricones a todos sus enemigos. Otro, dando clases sobre su experiencia de gobierno, de cuando hizo las cosas por las que está preso.
Finalmente, también hay medios y ciertos periodistas que también son tentados a hundir el filo de su insolencia en los costados presidenciales porque eso, y no el rigor ni la prudencia es lo que da rating.
¿Cuáles de estos se parecen al “Carnicero” William Cutting, o al “Padre” Vallon? ¿Cuáles grupos podrían llamarse “Los Conejos Muertos”, “Los Cuarenta Ladrones”, “Los Feos de las Chisteras” o “Las Camisas Largas”? El hecho es que se les parecen bastante.
Como llegamos a la política de las pandillas
Por la misma razón que llegamos a ser el país con la menor cantidad de camas UCI en la región, uno de los países con la peor salud pública, o con la mayor precariedad laboral, o la mayor informalidad económica y la peor calidad educativa. Y también uno de los países con la mayor corrupción política.
Junto a todo eso también somos una de las ciudadanías más débiles de la región. Una de las más carentes de derechos efectivos, una con las menores capacidades de incidencia y control sobre sus representantes y autoridades. Una que fue perdiendo espacios de articulación sin darse cuenta de lo que perdía. Y que fue optando por salvarse individualmente, sobre todo en los ámbitos urbanos.
Lo que perdían era la capacidad de hacer llegar sus demandas colectivas a los representantes y las autoridades. La capacidad de expresar colectivamente lo que sienten que es el bien común y hacer sentir el peso de una sanción social o política al político defraudador.
En un primer momento, el político defraudador obtenía apoyo a través de operadores que le conseguían otros aperadores a los cuales les ofrecían los favores del político a cambio de conseguir votos. Clientelismo de arriba hacia abajo.
Más recientemente, apareció el clientelismo de abajo hacia arriba. Operadores de ciertos segmentos de electores buscan a los políticos para ofrecerles sus votos, a cambio de favores o prebendas.
Esto no se va a superar con reformas que se centren solo en el fortalecimiento de los partidos o de sistemas de partidos, o en su democratización interna, o en su financiamiento público. Porque, solo con eso, lo que se está fortaleciendo o financiando son “partidos” o “sistemas” que ya han sido copados por esa manera de operar, y las democracias internas que se legislen serán siempre burladas.
De los que se trata es de reformas centradas en fortalecer a los ciudadanos, sus derechos efectivos de todo tipo, sobre todo los sociales pero también los políticos, económicos y culturales, u capacidad de incidencia sobre los representantes y sus espacios de articulación. No hay otra forma de tener un mejor país.