Perú: el inútil fervor de esperar
Escritor y gestor cultural
Más allá de las encuestas a la población sobre sus preferencias políticas e intenciones de voto en las elecciones que se avecinan, más allá de someter a las masas a debates insípidos, direccionados e insulsos, habría que preguntarle a los peruanos qué piensan sobre la esperanza; sobre el fenómeno de la espera en todo caso, la espera falaz en la que hemos vivido envueltos y engañados tantos años, esa esperanza que supone posibilidad, que se sostiene únicamente en la virtud y el fervor del que espera [si es que no se cansó de esperar], en su carácter de espectación, en la inseguridad y desconfianza que se desborda tras los constantes fracasos y mentiras.
No hay nada más humano que esperar de la vida y sus circunstancias una palabra redentora, un lenguaje venido del corazón y del perdón. La distancia entre la clase política y la ciudadanía es enorme e insalvable, sin embargo. La esperanza del pueblo [de los que aún esperan] se manifiesta entonces a través de una espera inauténtica; en los tiempos que corren, la única certeza es que tendremos más angustia: la resuelta posibilidad de la nada está a la vuelta de la esquina, nos caerá encima de nuevo.
En un país con autoridades sin legitimidad, sin la posibilidad de generar coaliciones que permitan enhebrar propuestas que representen y solucionen los graves problemas de las mayorías, el triste papel de quienes postulan a la presidencia y al Congreso ha quedado evidenciado en el debate y sus discursos, en la casi nula augumentación y en la incapacidad de elaborar propuestas medianamente coherentes. Estamos ante un modelo caduco, ante una forma de gobierno que no funciona, ante la dictadura de la demagogia, la mentira y las promesas. ¿De dónde va a aflorar la voluntad ciudadana si en la esfera política ésta no existe?, ¿de qué forma enhebrar consensos para encaminarnos a las reformas radicales que el viejo y podrido Estado necesita? La desesperanza de los desengañados es muy grande, no es posible esperar con esperanza genuina el tiempo que viene: la injusticia, el egoísmo y la incapacidad de dar, han destruido la fe y la confianza del pueblo, lo más hermoso que algún día tuvimos.