Opinión

Por una revolución urbana feminista

Por Colectiva Urbanas
Por una revolución urbana feministaFoto © Luisenrrique Becerra | Noticias SER

Lady Rosa Torrejón Zelaya y Daniela Perleche Ugás, integrantes de la Colectiva Urbanas. Egresadas de arquitectura por la Universidad Nacional de Ingeniería.

En los últimos días se ha generado una gran impotencia colectiva, manifestada casi en su totalidad por mujeres. El caso de violación grupal ha hecho eco a nuestras propias experiencias de abuso o de mujeres cercanas. Nos recuerda casos de violencia en nuestro barrio, en casas de ‘amigos’, o que pasan a plena luz del día, en el espacio público y a vista de todos. Es un hecho que la violencia hacia la mujer se puede dar en todos los espacios, sean privados y/o públicos, y si bien se han tomado medidas y acciones con enfoque de género en diferentes ámbitos de las políticas públicas, las acciones y el discurso que cuestiona la construcción de ciudad, se mantiene aún en el ámbito académico y del activismo.

Muchas mujeres deben coexistir y enfrentar además de una brecha de desigualdad, una brecha asociada al género. Estas desigualdades toman forma en el espacio; en primer lugar, en el hogar como espacio privado de sumisión de la mujer a los roles de género, en la calle, el trabajo y más. Son diversos los espacios que condicionan y se vuelven un factor más de desigualdad para las mujeres. Es debido a este problema social que el discurso urbano feminista nos dice que la ciudad ha sido diseñada por y para los hombres. Que la ciudad tiene género y es el masculino[1]. Esto lo vivimos desde que tenemos que cuidar por donde nos movilizamos, o las medidas que tomamos para protegernos en el espacio público, siendo la mejor defensa que tenemos, el cuidarnos entre nosotras. Son hechos innegables. Como menciona Ana Falú, andar por el barrio -por la ciudad- con cuerpo de mujer, no es lo mismo que andar con cuerpo de hombre.

A diferencia de otros países donde en el campo de la arquitectura y el urbanismo se tejen redes de mujeres feministas profesionales para cuestionar cómo se han construido sus ciudades, en el Perú poco se ha escrito al respecto. En el campo de la arquitectura y el urbanismo la discusión debe ampliarse a cuestionar la falta de participación de mujeres en los distintos espacios de producción del conocimiento, y exposición, así como la construcción del conocimiento y crítica de lo construido desde un enfoque de género.

Es así que el diseño y construcción de lugares no deberían ser vistos de manera neutral, ya que sirven como herramientas de opresión, que deberían ser repensadas para la transformación a una ciudad más segura, equitativa, y justa. Ser conscientes de esta situación nos otorga perspectiva para poder pensar ciudades inclusivas reconociendo la diversidad de su población. Esto, va más allá de solo proponer y ejecutar cambios físicos, sino del entendimiento de la violencia estructural, que parte desde la política, el reparto del poder y la participación en los distintos espacios públicos de toma de decisiones, hasta lo cotidiano y las violencias normalizadas del día a día.

La lucha por los derechos es una lucha política, siendo de suma importancia la posibilidad de participar en el espacio público. Con esto, tampoco nos referimos a un aspecto físico, sino más bien al espacio político y al de la toma de decisiones. La lucha de las mujeres por acceder a ese espacio público sigue vigente y necesita una revisión para poder trazar nuevos ejes de acción en las políticas públicas urbanas del país. Los problemas cotidianos deben trascender el espacio de discusión para pasar al plano de la acción, con el fin de construir ciudades que no continúen con el esquema de opresión y violencia.

Nosotras creemos que las ciudades pueden ser repensadas con y para las mujeres para la libertad, el disfrute, el acceso a la vida política, al trabajo, a la educación y a todos los derechos. Entendiendo que vivimos en sociedades diversas y complejas, donde el mundo de las mujeres no está separado del mundo de los hombres. Para ello, debemos conquistar espacios, organizarnos, investigar y mostrar evidencia del problema para poder tener más herramientas en este proceso de transformación. Exijamos y armemos una revolución urbana feminista.


[1] Múltiples referentes arquitectas feministas como Ana Falú y Zaida Muxi hacen mención de la falsa neutralidad del pensar y hacer de la ciudad, que la ciudad está pensada bajo una lógica patriarcal.