Puno no se ha rendido, Dina lo sabe
Activista de origen aimara y quechua. Estudiante del Doctorado de Sociología.
Dina Boluarte, la presidenta responsable del asesinato de 50 ciudadanos/as peruanos, ha dicho que el sur del Perú “está calmado” e incluso ha agradecido la aparente ausencia de acciones de protesta como si fuera una deferencia hacia ella y su gobierno. Estas declaraciones las ha dado en la conferencia de prensa que se vio forzada a ofrecer el miércoles 3 de mayo, para tratar de aminorar la gravedad de las conclusiones del Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que concluyó que frente a las movilizaciones sociales “la respuesta del Estado (peruano) estuvo caracterizada por el uso desproporcionado, indiscriminado y letal de la fuerza” (CIDH 2023, 101), con una fuerte estigmatización étnica-racial.
Dina Boluarte ha dicho que el sur del país, y Puno en particular, está desmovilizado; buscando intentar convencernos que el rechazo a su gobierno ha disminuido y que su pedido al cese de las protestas ha sido atendido. Pero eso no es así: ni la lucha en Puno se ha rendido ni las acciones de protesta pública han disminuido porque se nos olviden los asesinatos, ni porque se le considere legítima en el cargo. Mencionaré tres ideas al respecto.
En primer lugar, las acciones de protesta pública a las que estamos más acostumbrados, porque la prensa le da cobertura (aunque la de Lima igualmente las evade) sí continúan al sur de Puno, especialmente en territorio aymara. En algunas zonas de Ilave y Zepita hasta el día de hoy existen bloqueos y el paro seco los días martes y en algunos casos o lunes o martes y miércoles.
En segundo lugar, el rechazo al gobierno de Boluarte está tan internalizado que emerge ante cualquier intento del gobierno central de tener presencia en los territorios, como la designación de prefectos y subprefectos. En dos distritos de Azángaro la ciudadanía y sus autoridades locales han rechazado los nuevos nombramientos por considerarlos “representantes de la dictadura”. Acción de protesta que muestra el acuerdo que a inicios de abril tomaron los tenientes gobernadores de la región, autoridades tradicionales de las comunidades, en rechazar a las autoridades designadas por Boluarte.
Puno no olvida los asesinatos y se habla de lo sucedido también en tres de los espacios más importantes de vida cultural: la danza, la universidad y las celebraciones. En el reciente VIII Concurso Sikuris 2023, los estudiantes de la Facultad de Medicina bailaron con la fotografía de Marco Antonio Samillán, el universitario que, como decía su pancarta, fue “asesinado” por la policía mientras auxiliaba a los heridos. En el inicio de clases en la UNA ya son varios los docentes y estudiantes que me cuentan cómo ha sido inevitable indignarse y preguntarse cómo seguir, mientras preparan proyectos y trabajos universitarios sobre lo sucedido. A su vez, si asistes a alguna boda o aniversario de una asociación de comerciantes, por ejemplo, verás como se baila “Esta democracia ya no es democracia…”. Las demandas siguen presentes en el cotidiano y en la preparación de lo que sigue.
En tercer lugar, los paros secos, bloqueos de carreteras y las marchas en las plazas son escasos, sí, y en Puno capital y Juliaca ya no se ven. Pero los pronunciamientos de las asambleas y reuniones de las dirigencias, y más aún las voces de los actores de la lucha, pueden dar cuenta que dichas acciones han cesado porque se necesitaba evaluar otras medidas estratégicas y porque era muy difícil sostenerlas económicamente cuando la región es principalmente comercial. Entonces, se han tomado esas decisiones para cuidarnos, no por el gobierno. Además de que se siguen programando nuevas acciones en diversas regiones, la llamada “tercera toma de Lima” se prepara para la quincena de Julio, en poco más de dos meses.
La lucha sigue, con orgullo por la visibilidad lograda de la fuerza de los pueblos quechuas y aymaras, también con frustración porque Dina siga en el poder a pesar de todo el esfuerzo puesto, pero sigue. El rechazo permanece, incluso en quiénes puedan ser escépticos sobre los paros y otras medidas difíciles de sostener económicamente, pero el rechazo al gobierno Boluarte y sus aliados no está en duda. El sur no se ha rendido, Dina lo sabe muy bien, por eso no va a Puno. Y por eso, lamentablemente, mantiene a nuestra región en un represivo Estado de Emergencia por más de cinco meses. Que no nos mientan de nuevo: Puno mantiene la indignación y sabemos que muchas voces desde los diversos territorios del país pueden decir lo mismo. El país no se ha rendido ante la dictadura. Digamos, una vez más: ¡Sarapxañani jilatanakaxa kullakanakaxa!